Breves recetas de Economía: El futuro de los ninis

JAVIER LARA CABALLERO

Casi al finalizar el siglo XX, la Unidad de Exclusión Social del Reino Unido, presentó un informe titulado «Bridging the gap: new opportunities for 16-18 year olds not in education, employment or training» algo así como “Cerrando las brechas: Nuevas oportunidades para jóvenes entre 16-18 años que no estudian ni trabajan ni reciben formación», de lo cual se desprendió el témino NEET (Not in Education, Employmente or Training), es decir, jóvenes que se encontraban fuera del progreso y que representaban un serio reto en el diseño de las políticas públicas.

El concepto fue adoptado en nuestro país, y se tropicalizó bajo el acrónimo NINI, que se refiere a jóvenes de la edad más productiva, que ni estudian ni trabajan, y viven en una condición de marginación, discriminación, y exclusión social.

Si bien es cierto que las causas del origen de la existencia de ese sector de la población, son situaciones de carácter económico, y la falta de planeación en el desarrollo nacional, también es cierto que, la intromisión de la delincuencia en todas nuestras esferas sociales, han convertido al fenómeno de los NINIS en un asunto de seguridad nacional, ya que esos jóvenes se han convertido en el blanco perfecto para engrosar las filas del crímen organizado.

Si tuviésemos la oportunidad de recorrer algunos de los estados de la República, podríamos darnos cuenta de la forma en que la delincuencia ha permeado en nuestras comunidades, al grado de que para algunos jóvenes, su anhelo es incursionar en las filas del crímen. ¿Cómo puede nuestra economía formal competir con la industria del crimen, que es capaz de ofrecer mayores recompensas económicas, una vida al margen de la disciplina y un estrereotipo de felicidad tergiversada que ha convertido a los líderes de los grupos delincuenciales en famosas estrellas?

Por ello, me parece de suma importancia que el gobierno federal, haya señalado que la atención a los NINIS será una de las más altas prioridades. El programa Jóvenes Construyendo el Futuro, con el eslogan “Más becarios ni un solo sicario”, buscará integrar de manera paulatina a 2.3 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años al mercado laboral, a través de tutores comprometidos con ello.

En teoría, esa inversión calculada en los 100 mil millones de pesos, contribuirá a romper el cerco de exclusión que sufren los jóvenes que, por cualquier circunstancia no han podido integrarse al mercado productivo, y al hacerlo, se generará una especie de reconstrucción del tejido social, ya que los jóvenes, al sentirse incluidos y con capacidad de contribuir al desarrollo comunitario, terminarán por alejarse de la tentación de vivir al margen de la ley y aportarán su vitalidad a la reconstrucción de nuestro país.

Evidentemente, cuando se entrega dinero, siempre estarán presentes los riesgos de que se generen incentivos perversos y que los recursos empleados terminen por convertirse en un problema y no en parte de la solución. De la forma en que todos los involucrados cuidemos la bondad intrínseca del programa, dependerá mucho el éxito del mismo, que al final, es lo que todos deseamos.

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