¿Habrá plan nacional de igualdad? ¿Primero las pobres?

SARA LOVERA

La política de género en el régimen que se iniciará éste sábado pasa por tres grandes decisiones: la designación de la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres; los cambios legislativos en puerta y el lugar que ocupará en la política nacional el Programa Nacional de Igualdad.

De la primera de buena fuente sabemos: uno que la decisión está tomada. Ya está la terna, aunque ésta debiera definirla la Junta de Gobierno de Inmujeres, ya se ha tomado. Encabezará Nadine Gasman, médica y de amplia experiencia administrativa como dice el estatuto; con ofrecimiento de direcciones generales sumando a la académica Candelaria Ochoa y la política Maricela Contreras. Mis fuentes indican que hace días o semanas las tres ya están en discusiones, en acuerdos bajo la batuta de la senadora de Morena, Martha Lucía Micher, más conocida como Malú, una destacada ex perredista que ha caminado todos los puestos en aquél partido político.

Las tres son mujeres comprometidas con la reivindicación y los derechos de las mujeres, sin duda. Las primeras en alzar la mano y concursar.

Aunque sé que el acuerdo podría torcerse. No es asunto definitivo.  En la pelea por llegar a Inmujeres sabemos que muchas enviaron hojas de vida, e historias personales, tal vez unas 20 o 25 auto candidateadas, algunas con buenos perfiles, y de diferentes orígenes ideológicos y partidarios.

Pero la última semana con todo lo que puede, apareció en la búsqueda de la presidencia de Inmujeres Carol Arriaga, la dirigente nacional de mujeres de Morena, quien suma firmas y más firmas de las bases del partido que ganó las elecciones el primero de julio. La abogada egresada de una universidad lasallista, le dijo hace unos días a la periodista Patricia Betaza que el feminismo debe llegar a todas las familias, ahora según ella, está sólo en las élites. Cree que hay que cambiar todo en el Instituto y en la política de género.

Este auto propuesto parece fundamentar lo que en Morena ha surgido como una corriente que busca dar un golpe de timón. ¿Qué querrá decir? ¿Por qué se le pregunta si el feminismo está entre unas cuantas? De qué prejuicio se piensa eso. Hay que recordar que apenas se ganaron las elecciones la senadora Micher habló de ir a las mujeres del pueblo y no sólo hablar de violencia de pareja.  Me parece que estamos de cara a ese cambio de visión, que saldría de los acuerdos internacionales y una política que nos ha llevado a algunos adelantos sustantivos, como la paridad y una fuerte y maciza cobertura jurídico-legal.

Mientras eso pasa entre las militantes del partido que nos gobernará durante los próximo 6 años, considerando que el feminismo no reivindica a las mujeres del pueblo, se agrega el pálido y general programa de igualdad anunciado, otra vez por Malú en el Senado de la República, donde no aparece para nada el tema del aborto y no se hace ni una mención al Programa Nacional de Igualdad, que pende del presupuesto.

Mientras tanto ya se habla de la desaparición del fondo para la violencia, conocido como Paimef, que depende del Instituto Nacional de Desarrollo Social (INDESOL) y corresponde a la política de un país federado en una República; y Malú anuncia en su programa cambios de fondo en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia; cambios en la estructura del INMUJERES  y reitero, no se dice nada del futuro del PROIGUALDAD ni de la  Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres CONAVIM, el órgano de la política federal para enfrentar la violencia contra las mujeres.

En ésta administración, la que termina en dos días, el presupuesto de género creció 350 por ciento, sólo en proyectos para la Sociedad Civil y el impulso de los institutos o secretarías de la mujer en las entidades federativas, además de los institutos municipales, precisamente para dar sentido e institucionalidad al PROIGUALDAD. Llama la atención el silencio total. Tampoco sabemos cómo viene el Plan Nacional de Desarrollo y a donde irán a parar los acuerdos, normas y previsiones para hacer reaccionar a los gobiernos locales.

Preocupa el tema de quien encabezará el Inmujeres, hasta hoy encargado de la política nacional de género, porque el que se haya tomado la decisión, en reuniones cerradas, es mucho peor de lo que sucedió hace 6 años, donde es verdad que la última decisión la tomó el ejecutivo, tras un proceso de discusión y candidaturas, que según la diputada Guadalupe Almaguer fue precedido de una convocatoria. Ahora ni convocatoria hay, y desde el 16 de agosto ya había esa terna que ahora parece una realidad, siempre y cuando MORENA no imponga a Carol Arriaga.

Y eso no es todo. Desde distintas esquinas de lo que ha sido y significa el movimiento feminista, -grupos, académicas, activistas, militantes del movimiento amplio, jóvenes, indígenas- se han levantado voces. El 3 de septiembre la ex gobernadora Amalia García Medina y la ex subsecretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Olamendi, le entregaron a AMLO un documento sobre lo que ellas consideran debe ser la política de género, sin respuesta; las integrantes del Observatorio del Feminicidio encabezadas por Ma. De la Luz Estrada se entrevistaron con Olga Sánchez Cordero para informarle porque una prioridad del nuevo gobierno debe ser la prevención y la atención a la violencia, ateniéndose al elevado número de mujeres violentadas y asesinadas; y voces dentro de Morena han protestado por la intentona de desaparecer las unidades de género, que han quedado reglamentadas en la Ley de la Administración Pública gracias a la perredista Almaguer y una terna de priistas; además de las protestas sistemáticas contra la impunidad.

Por último el simbólico 20 de noviembre 15 mujeres, de alto nivel, 2 ex gobernadoras, la medalla Elvia Carrillo Puerto, Ma. Elena Chapa y otras 12 conocidas y dirigentes de instituciones feministas ofrecieron formar un Consejo para la Igualdad, que garantice que los derechos y acciones, instituciones y leyes para el avance de las mujeres permanezcan y se profundicen. Tampoco hubo reacción del nuevo equipo que será gobierno el primero de diciembre.

AMLO y su equipo, en silencio. El plan de trabajo de la Comisión de Igualdad en el Senado, se diría que cuando menos es muy general y plano. Ninguna cosa concreta, muchas palabras y nada de nada respecto a lo que se está jugando. Documento de 15 cuartillas sin cronograma. Debajo de la mesa muchas y pequeños grupos de interés explicando al equipo del nuevo gobierno de qué tamaño es la desigualdad, los pendientes y la necesidad de mejorar y expandir todo lo que se ha construido, sociedad y gobierno en los últimos 40 años.

Como distintivo final la alerta frente al Plan Nacional para la Paz y la Seguridad, militarizado, que ya  ha provocado protestas, poco difundidas, desde las mujeres de Chiapas, Oaxaca y Guerrero que han vivido y sufrido las consecuencias de la militarización, las desapariciones, los secuestros y  asesinatos de miles de niñas y mujeres.

Este 25 de noviembre el grito fue unánime. Todas sabemos que la violencia contra las mujeres no respeta clase social, edad, condición económica ni circunstancias, sociales o políticas. No sabemos si ha crecido, lo que según el observatorio de la violencia feminicida es algo sustantivo: el 70 por ciento de los asesinatos de mujeres sucede en los espacios públicos, o sea importa esta estrategia que no puede seguir en el derrotero del enfrentamiento militar y policiaco. Ahí se multiplican las agresiones contra mujeres en todos los espacios.

O sea, señoras de Morena, el tema no es de solamente las pobres o indígenas, es un asunto de todas, de las miles de jóvenes agredidas en las universidades, en el transporte público, en los caminos de alta conflictividad y del crimen; de las relaciones entre hombres y mujeres; de los centros de trabajo; del campo  y la ciudad.

La política de género tiene que continuar en el derrotero del cambio cultural, los estudios de género, las investigaciones y la movilización de las mujeres, a todo lo largo y ancho del país.  Los mecanismos para continuar en el proceso de reeducación del funcionariado público y los cambios en política educativa y medios de comunicación.

Las dirigentes, que escudriñan denodadamente los archivos y los expedientes en Inmujeres, en los trabajos ya terminados de la transición; ellas o  quienes confunden las participaciones federales con “moches” de los gobernadores, elegidos en urnas, se equivocan si piensan que de nada sirven estructuras e instituciones. Campañas y educación continuas en los derechos humanos de las mujeres. Más bien debieran generar una cruzada para que funcionen y cumplan su cometido.

Elegir en lo oscurito y con consigna la presidencia de Inmujeres, no defender el presupuesto, no defender lo avanzado para mejorarlo, sería tanto como retroceder décadas y echar por la borda las decenas de iniciativas desde las mujeres, en diferentes niveles sociales y políticos; en las estructuras gubernamentales y en los pueblos y comunidades donde, efectivamente, hay que ir con verdadero ahínco. Todo lo demás es demagogia. El tiempo ha llegado. Veremos.

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