Cambiar el contenido de los medios: meta

SARA LOVERA

El primero de septiembre, desde este espacio, reclamé al Presidente Enrique Peña Nieto su falta de enjundia al hablar de sus grandes transformaciones. Olvidó que si algo caminó en este país fue la política de género. Sucede.

El caso es que yo he observado cómo en muchas instancias y secretarías opera el proceso de transición, digamos, con toda caballerosidad, pero nada más. Incluso en algunos asuntos es tremenda la parafernalia, donde Morena pone y defiende sus puntos de vista contrarios al régimen que terminará en la madrugada del primero de diciembre.

Se dicen cosas como ésta, “no quedará ni una coma en la reforma educativa” y acabo de presenciar en el Senado, la propuesta de Martí Batres para eliminar el párrafo 3, del artículo tercero de la Constitución, eliminar la evaluación educativa, prevista para elevar el nivel de los educandos. Asunto que con la mayoría en congresos locales, pronto la veremos cómo una nueva reforma Constitucional. Pero eso es harina de otro costal.

Esto viene a cuenta porque ha sido sorpresivo y muy elocuente lo que apenas ayer sucedió en las instalaciones del Instituto Nacional de las Mujeres, creado por ley general en 2001, a instancias de los grupos de mujeres y feministas, en alianza con las diputadas y senadoras de entonces, de todos los partidos, que dio lugar, después de años a una política en favor de los derechos humanos de las mujeres, una política de Estado, indicativa para toda la República y obligatoria para el gobierno federal.

Y bueno han pasado 18 años, desde entonces, y mucha agua ha corrido. Lo trascendente ha sido que precisamente en el sexenio que está por terminar y a contracorriente de la idea machista de personajes de gobierno y los enormes obstáculos en la sociedad, se ha avanzado. Hay una transformación no aquilatada aún, que dará frutos en el futuro, si no cambia, si en lugar de tratar de quitarle hasta la última coma, se mejora y profundiza.

Lo sorprendente son el escenario y las palabras. Las encargadas de la transición en este importante asunto, que involucra al 50 por ciento de la población y obliga al otro 50, son, como se sabe Martha Lucía Micher –ex directora el Instituto de las Mujeres capitalino-  y la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, hasta ahora invitada a ser la Secretaria de Gobernación. Ambas senadoras. Ellas ayer en Inmujeres dijeron lo increíble.

En Inmujeres las recibió la maestra Marcela Eternod Arámburu, quien por ley se encarga del despacho, con todo el equipo. Se recibió a la prensa, pero antes hora y media de reunión.  La maestra Eternod Arámburo  fue clarísima, dijo entre otras cosas: “Nos da un enorme gusto tener a Olga, ex ministra de la Suprema Corte, ahora senadora, la doctora Sánchez Cordero y la senadora Malú Mícher que están coordinando el equipo de transición y sin duda un equipo de transición que tomará la estafeta de este trabajo del Inmujeres que es el alcanzar la igualdad, garantizar todos los derechos de las mujeres y las niñas de este país” y luego de decir el gusto de estar con ellas explicó : “tenemos la instrucción de hacer una transición eficiente, eficaz, completa. Y en el Inmujeres nos hemos dado a la tarea de documentar lo que hicimos en esta administración” ello “en este tema y muchos otros tenemos que pasar la estafeta con todas nuestras deficiencias”, para señalar que los asuntos “en donde no pudimos avanzar conforme nos hubiera gustado o que hubiéramos pensado que podíamos impulsar más, pero también en donde sí logramos avanzar donde se necesita la continuidad”.

A cualquiera le parecerá lógico esto. Pero fue levemente un anuncio de que mucho se hizo, digan lo que quieran.

Pero más. Eso es lo más significativo, del lado de Inmujeres, Malú y Olga, son: “dos aliadas estratégicas, dos luchadoras incansables y dos de las personas con más sensibilidad, tanto en el tema legislativo como en el tema de la impartición de justicia”, fantástico. El tema es que entre mujeres en la lucha de 4 décadas, en diferentes espacios, nos conocemos muy bien. Eternod Arámburo dijo sin cortapisa: “estamos seguras de que en la agenda de la igualdad, de la inclusión, de la no discriminación y de la prevención y del combate de la violencia contra las mujeres y las niñas va a ser reforzado, lo vamos a poder robustecer”.

 Y es que con razón marcó nuestro pesar, porque en este país el agravio, ese cotidiano, ese de la violencia, es producto de muchas deficiencias estructurales, de los escollos tremendos entre el pensar en el gobierno o sus agentes y en la sociedad, y lo que evidentemente es hacerse cargo, urgentemente. Bajo las cifras inaceptables de la violencia contra las mujeres está la cultura, las creencias retrógradas y la falta de conciencia sobre la desigualdad. Cierto, pero también la impunidad y el pésimo sistema de justicia. La insensibilidad en quien manda y quien atiende en una ventanilla. ¿Cómo se puede desarticular el pensamiento de miles de años, la opresión y discriminación contra las mujeres si no empezamos por algún lado?.

Bueno pues ahí lo inusitado. Me dirán que soy gobiernista, no me importa, lo cierto es que en esta administración se caminó, quedaron atrás los preludios de hace casi 6 años, de que Lorena Cruz Sánchez, y un equipo cuidadosamente conformado por personas responsables y comprometidas, no iba a rendir buenas cuentas. Desde el comienzo, sin conocerla entonces, Lorena se hizo acompañar de Marcela Eternod Arámburu, como Secretaria Ejecutiva, y seguro leyeron bien la ley y se lo tomaron en serio. No me alcanza la razón para contar los convenios, las arengas, los manifiestos, los trabajos para mover a gobernantes y al funcionariado de todos los niveles. Claro, había que mover estructuras inertes durante décadas.

Vean lo que textual dijo Olga Sánchez Cordero: “para mí también ha sido un privilegio estar esta mañana con nuestra queridísima Marcela Eternod y con su equipo de trabajo, con todas ustedes. Quiero hacerles un reconocimiento que normalmente no hago a muchas de las instituciones, pero a esta en particular lo hago desde lo más profundo de mi convicción. Yo creo que si algo tenemos que reconocerle a este Instituto es y lo voy a poner en estos términos; una cruzada, porque es una cruzada, es una cruzada para la igualdad, es una cruzada para la inclusión, para la no discriminación, para el combate a la violencia de todas las mujeres en este país. No podemos, y hay que estar muy consientes en lo que han avanzado, muchísimo”, y luego agregó: “el Instituto de las Mujeres ha hecho esfuerzos enormes en todas estas materias y me consta porque yo he estado cerca del Instituto en todos estos años, los pendientes y los retos siguen estando presentes así que de la mano, porque yo les acabo de decir que ellas serán y seguirán siendo nuestras aliadas, y desde luego desde esta cruzada común están presentes porque no podría ser de otra manera, reconociendo todos los avances que se han hecho en este instituto. Seguirán con nosotras, acompañadas en estas luchas permanentes en esta cruzada común”.

Desde luego se habló del gran pendiente: los feminicidios, la trata, el acoso sexual, el sistema patriarcal –textual así lo llamó la ministra- y por supuesto la discriminación y el abuso contra las niñas.

Sin ir más allá, porque el equipo de transición se comprometió a continuar con la transversalidad y los programas, especialmente el que trabaja por disminuir y eliminar el embarazo en niñas menores de 15 años, cifras que van bajando lentamente. Lo destacable es que mientras las voces populares insisten en que todo, en este sexenio, es horrible y vomitable, la política de género avanzó, a pesar de los pesares.

EL CAMBIO CULTURAL

Sí que hay problemas serios. Cuando la próxima Secretaria de Gobernación habló de los medios, dijo que se va a trabajar, primero en casa, en los medios del Estado, porque se sabe que en los medios se reafirma y se reproduce la discriminación femenina, se consciente la violencia y se la reanima. Importante, aunque no me contestó si planea revisar la ley y adecuar el contenido de los medios, su propaganda, sus decires, la a las leyes que garantizan los derechos y la no discriminación de las mujeres. Algo habrá que hacerse. También en la reforma educativa, que ahora desaparecerá: “no quedará ni una coma”, eso a mí, me horroriza.

Máxime si, dentro de MORENA, se sabe, claramente que algo sustancial es la relación de los medios y el gobierno. Tomo textual de un querido amigo, de ahí dentro: transformar esa relación, erradicar los fenómenos de corrupción, fortalecer a los medios de comunicación y los canales de comunicación del gobierno hacia los diversos sectores de la sociedad, es uno de los mayores retos. Porque en estos momentos de transición, la credibilidad y la confianza ciudadana en las instituciones de la República es baja, reprobatoria, y se refleja en las percepciones ciudadanas sobre la actividad política y sus actores. Existe un sentimiento de que la información que proporcionan las instituciones del gobierno y del Estado no es creíble, y se juzga su desempeño como corrupto e ineficiente.

O sea hay claridad teórica. Y si es cierto no está mal que se empiece por casa, en las televisoras federales y los sistemas estatales de radio y televisión; en la capacitación de sus operadores/as y de sus direcciones. Básico si queremos influir en el cambio estructural, de fondo, de las relaciones entre hombres y mujeres. Para hacer posible que las niñas no se embaracen a los 12 años, para hacer posible que las mujeres sean tratadas como personas. Si de verdad, como dijo Olga Sánchez Cordero queremos continuar en la cruzada por la igualdad, no podemos dejar en manos irresponsables micrófonos y cámaras, redes sociales con expresiones indignas y lastimeras para la mitad de la población. Mi lucha, una que ha parecido sin resultados, tiene hoy una oportunidad. También hay otras mil cosas que hacer. Ojalá.

Terminar con el oprobio, pasa por relevar a primer plano, lo que ya es chunga en algunos medios, el caso de las “nuevas juanitas” o el tema tremendo de la omisión sobre la trascendencia de la paridad electoral o el desprecio a lo cimentado, hecho, con visión de futuro, como sucedió en Inmujeres y algunas excepcionales actitudes y acciones de algunos funcionarios que se repudian en las redes o medios, o el caso de algunos gobiernos estatales, tampoco aquilatados. En fin, veremos, si acaso en Morena, podemos tener esperanza real, que comience ahí, en cumplir con la Constitución y hacer crecer lo sembrado en política de género. También depende de nosotras, donde la rapiña por ocupar los puestos, no sea el signo. Sería detestable.

SemMéxico, 13 septiembre 2018.- El primero de septiembre, desde este espacio, reclamé al Presidente Enrique Peña Nieto su falta de enjundia al hablar de sus grandes transformaciones. Olvidó que si algo caminó en este país fue la política de género. Sucede.

El caso es que yo he observado cómo en muchas instancias y secretarías opera el proceso de transición, digamos, con toda caballerosidad, pero nada más. Incluso en algunos asuntos es tremenda la parafernalia, donde Morena pone y defiende sus puntos de vista contrarios al régimen que terminará en la madrugada del 1 de diciembre.

Se dicen cosas como ésta, “no quedará ni una coma en la reforma educativa” y acabo de presenciar en el Senado, la propuesta de Martí Batres para eliminar el párrafo 3, del artículo tercero de la Constitución, eliminar la evaluación educativa, prevista para elevar el nivel de los educandos. Asunto que con la mayoría en congresos locales, pronto la veremos cómo una nueva reforma Constitucional. Pero eso es harina de otro costal.

Esto viene a cuenta porque ha sido sorpresivo y muy elocuente lo que apenas ayer sucedió en las instalaciones del Instituto Nacional de las Mujeres, creado por ley general en 2001, a instancias de los grupos de mujeres y feministas, en alianza con las diputadas y senadoras de entonces, de todos los partidos, que dio lugar, después de años a una política en favor de los derechos humanos de las mujeres, una política de Estado, indicativa para toda la República y obligatoria para el gobierno federal.

Y bueno han pasado 18 años, desde entonces, y mucha agua ha corrido. Lo trascendente ha sido que precisamente en el sexenio que está por terminar y a contracorriente de la idea machista de personajes de gobierno y los enormes obstáculos en la sociedad, se ha avanzado. Hay una transformación no aquilatada aún, que dará frutos en el futuro, si no cambia, si en lugar de tratar de quitarle hasta la última coma, se mejora y profundiza.

Lo sorprendente son el escenario y las palabras. Las encargadas de la transición en este importante asunto, que involucra al 50 por ciento de la población y obliga al otro 50, son, como se sabe Martha Lucía Micher –ex directora el Instituto de las Mujeres capitalino-  y la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, hasta ahora invitada a ser la Secretaria de Gobernación. Ambas senadoras. Ellas ayer en INMUJERES dijeron lo increíble.

En INMUJERES las recibió la maestra Marcela Eternod Arámburu, quien por ley se encarga del despacho, con todo el equipo. Se recibió a la prensa, pero antes hora y media de reunión.  La maestra Eternod Arámburo  fue clarísima, dijo entre otras cosas: “Nos da un enorme gusto tener a Olga, ex ministra de la Suprema Corte, ahora senadora, la doctora Sánchez Cordero y la senadora Malú Mícher que están coordinando el equipo de transición y sin duda un equipo de transición que tomará la estafeta de este trabajo del INMUJERES que es el alcanzar la igualdad, garantizar todos los derechos de las mujeres y las niñas de este país” y luego de decir el gusto de estar con ellas explicó : “tenemos la instrucción de hacer una transición eficiente, eficaz, completa. Y en el INMUJERES nos hemos dado a la tarea de documentar lo que hicimos en esta administración” ello “en este tema y muchos otros tenemos que pasar la estafeta con todas nuestras deficiencias”, para señalar que los asuntos “en donde no pudimos avanzar conforme nos hubiera gustado o que hubiéramos pensado que podíamos impulsar más, pero también en donde sí logramos avanzar donde se necesita la continuidad”.

A cualquiera le parecerá lógico esto. Pero fue levemente un anuncio de que mucho se hizo, digan lo que quieran.

Pero más. Eso es lo más significativo, del lado de INMUJERES, Malú y Olga, son: “dos aliadas estratégicas, dos luchadoras incansables y dos de las personas con más sensibilidad, tanto en el tema legislativo como en el tema de la impartición de justicia”, fantástico. El tema es que entre mujeres en la lucha de 4 décadas, en diferentes espacios, nos conocemos muy bien. Eternod Arámburo dijo sin cortapisa: “estamos seguras de que en la agenda de la igualdad, de la inclusión, de la no discriminación y de la prevención y del combate de la violencia contra las mujeres y las niñas va a ser reforzado, lo vamos a poder robustecer”.

 Y es que con razón marcó nuestro pesar, porque en este país el agravio, ese cotidiano, ese de la violencia, es producto de muchas deficiencias estructurales, de los escollos tremendos entre el pensar en el gobierno o sus agentes y en la sociedad, y lo que evidentemente es hacerse cargo, urgentemente. Bajo las cifras inaceptables de la violencia contra las mujeres está la cultura, las creencias retrógradas y la falta de conciencia sobre la desigualdad. Cierto, pero también la impunidad y el pésimo sistema de justicia. La insensibilidad en quien manda y quien atiende en una ventanilla. ¿Cómo se puede desarticular el pensamiento de miles de años, la opresión y discriminación contra las mujeres si no empezamos por algún lado?.

Bueno pues ahí lo inusitado. Me dirán que soy gobiernista, no me importa, lo cierto es que en esta administración se caminó, quedaron atrás los preludios de hace casi 6 años, de que Lorena Cruz Sánchez, y un equipo cuidadosamente conformado por personas responsables y comprometidas, no iba a rendir buenas cuentas. Desde el comienzo, sin conocerla entonces, Lorena se hizo acompañar de Marcela Eternod Arámburu, como Secretaria Ejecutiva, y seguro leyeron bien la ley y se lo tomaron en serio. No me alcanza la razón para contar los convenios, las arengas, los manifiestos, los trabajos para mover a gobernantes y al funcionariado de todos los niveles. Claro, había que mover estructuras inertes durante décadas.

Vean lo que textual dijo Olga Sánchez Cordero: “para mí también ha sido un privilegio estar esta mañana con nuestra queridísima Marcela Eternod y con su equipo de trabajo, con todas ustedes. Quiero hacerles un reconocimiento que normalmente no hago a muchas de las instituciones, pero a esta en particular lo hago desde lo más profundo de mi convicción. Yo creo que si algo tenemos que reconocerle a este Instituto es y lo voy a poner en estos términos; una cruzada, porque es una cruzada, es una cruzada para la igualdad, es una cruzada para la inclusión, para la no discriminación, para el combate a la violencia de todas las mujeres en este país. No podemos, y hay que estar muy consientes en lo que han avanzado, muchísimo”, y luego agregó: “el Instituto de las Mujeres ha hecho esfuerzos enormes en todas estas materias y me consta porque yo he estado cerca del Instituto en todos estos años, los pendientes y los retos siguen estando presentes así que de la mano, porque yo les acabo de decir que ellas serán y seguirán siendo nuestras aliadas, y desde luego desde esta cruzada común están presentes porque no podría ser de otra manera, reconociendo todos los avances que se han hecho en este instituto. Seguirán con nosotras, acompañadas en estas luchas permanentes en esta cruzada común”.

Desde luego se habló del gran pendiente: los feminicidios, la trata, el acoso sexual, el sistema patriarcal –textual así lo llamó la ministra- y por supuesto la discriminación y el abuso contra las niñas.

Sin ir más allá, porque el equipo de transición se comprometió a continuar con la transversalidad y los programas, especialmente el que trabaja por disminuir y eliminar el embarazo en niñas menores de 15 años, cifras que van bajando lentamente. Lo destacable es que mientras las voces populares insisten en que todo, en este sexenio, es horrible y vomitable, la política de género avanzó, a pesar de los pesares.

EL CAMBIO CULTURAL

Sí que hay problemas serios. Cuando la próxima Secretaria de Gobernación habló de los medios, dijo que se va a trabajar, primero en casa, en los medios del Estado, porque se sabe que en los medios se reafirma y se reproduce la discriminación femenina, se consciente la violencia y se la reanima. Importante, aunque no me contestó si planea revisar la ley y adecuar el contenido de los medios, su propaganda, sus decires, la a las leyes que garantizan los derechos y la no discriminación de las mujeres. Algo habrá que hacerse. También en la reforma educativa, que ahora desaparecerá: “no quedará ni una coma”, eso a mí, me horroriza.

Máxime si, dentro de MORENA, se sabe, claramente que algo sustancial es la relación de los medios y el gobierno. Tomo textual de un querido amigo, de ahí dentro: transformar esa relación, erradicar los fenómenos de corrupción, fortalecer a los medios de comunicación y los canales de comunicación del gobierno hacia los diversos sectores de la sociedad, es uno de los mayores retos. Porque en estos momentos de transición, la credibilidad y la confianza ciudadana en las instituciones de la República es baja, reprobatoria, y se refleja en las percepciones ciudadanas sobre la actividad política y sus actores. Existe un sentimiento de que la información que proporcionan las instituciones del gobierno y del Estado no es creíble, y se juzga su desempeño como corrupto e ineficiente.

O sea hay claridad teórica. Y si es cierto no está mal que se empiece por casa, en las televisoras federales y los sistemas estatales de radio y televisión; en la capacitación de sus operadores/as y de sus direcciones. Básico si queremos influir en el cambio estructural, de fondo, de las relaciones entre hombres y mujeres. Para hacer posible que las niñas no se embaracen a los 12 años, para hacer posible que las mujeres sean tratadas como personas. Si de verdad, como dijo Olga Sánchez Cordero queremos continuar en la cruzada por la igualdad, no podemos dejar en manos irresponsables micrófonos y cámaras, redes sociales con expresiones indignas y lastimeras para la mitad de la población. Mi lucha, una que ha parecido sin resultados, tiene hoy una oportunidad. También hay otras mil cosas que hacer. Ojalá.

Terminar con el oprobio, pasa por relevar a primer plano, lo que ya es chunga en algunos medios, el caso de las “nuevas juanitas” o el tema tremendo de la omisión sobre la trascendencia de la paridad electoral o el desprecio a lo cimentado, hecho, con visión de futuro, como sucedió en Inmujeres y algunas excepcionales actitudes y acciones de algunos funcionarios que se repudian en las redes o medios, o el caso de algunos gobiernos estatales, tampoco aquilatados. En fin, veremos, si acaso en MORENA, podemos tener esperanza real, que comience ahí, en cumplir con la Constitución y hacer crecer lo sembrado en política de género. También depende de nosotras, donde la rapiña por ocupar los puestos, no sea el signo. Sería detestable.

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