Políticas públicas sin seguimiento

JUAN GÓMEZ

La colonia Gavilanes, un complejo de edificios habitacionales o multifamiliares, creado por el Infonavit con un concepto similar al de las grandes concentraciones poblacionales, con espacios pequeños que derivaron en un hacinamiento familiar y social. 

El espacio habitacional enclavado en el corazón de la zona conurbada Guadalupe-Zacatecas, se ha caracterizado por sus altos índices de inseguridad, pandillerismo, consumo de drogas, sobre todo inhalantes y “piedra”, en donde han fallado las políticas públicas, tanto municipales como estatales, de atención social. 

Cuando los clientes de la carnicería La Reyna llegan a comprar sus productos, a un costado del refrigerador se levanta un altar con una veladora permanentemente encendida, en memoria del señor Antonio Frausto, quien fue asesinado frente a clientes y familiares a sangre fría, luego de un fallido intento de secuestro en el local comercial. 

La escena grabada todavía se encuentra en video en redes sociales y por la característica del hecho, impactó a la opinión pública nacional. 

Hombre de esfuerzo Don Antonio Frausto había logrado consolidar un pequeño patrimonio con su esposa e hijos, después de trabajar muchos años en el oficio de la carnicería. 

El asesinato del empresario zacatecano se realizó a finales del mes de agosto de 2017 y para el 2 de septiembre de ese año, el procurador (hoy Fiscal) Francisco Murillo Ruiseco, ya presentaba ante los medios de comunicación a Jonathan “N” alias el “Juárez” de 17 años de edad, uno de los presuntos implicados en el crimen. 

La semana pasada en mi entrega semanal abordé el preocupante tema de la inseguridad en el estado de Zacatecas y su crecimiento, fenómeno que no ha podido ser contenido por las autoridades federales, estatales y municipales. 

Precisamente en ese lapso se reportó la desaparición a través de la Alerta Amber de la niña San Juana Romo en la colonia Gavilanes. La información circuló profusamente en las redes sociales zacatecanas, pues la niña apenas tenía nueve años de edad y sus padres estaban muy preocupados. 

San Juana había ido a una tienda en la Plaza Flamingos, en donde se han llevado a cabo crímenes y balaceras, y ya no regresó a su casa. Su cuerpo fue encontrado horas después al parecer en un lote baldío en las inmediaciones de la misma colonia. 

Independientemente de las fallas, errores y violación al protocolo de información en materia de seguridad, el caso de San Juana ha impactado fuertemente a la sociedad zacatecana y a un sector de los mexicanos. 

¿Cómo llegamos a este nivel de violencia y descomposición social en Zacatecas? 

Si analizamos un poco la información reciente nos daremos cuenta que la colonia Gavilanes se ubica, junto con otras, en uno de los polígonos de alto riesgo que tienen bandera roja en el consumo de enervantes y pandillerismo. 

Presenta también otro tipo de comportamiento en consumo de alcohol, violencia intrafamiliar y otros fenómenos sociales derivados de las condiciones socioeconómicas, culturales y emocionales. 

Pero hay algo que las autoridades estatales y municipales deben tomar en cuenta: han fallado las políticas públicas de atención social en la colonia Gavilanes, en donde por cierto, el pasado cinco de mayo de 2016 en una gira de trabajo de la Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Rosario Robles Berlanga, verificó las acciones emprendidas en esa colonia, considerada de alta vulnerabilidad, en donde se rehabilitaron 131 edificios con resellado y pintura; se impermeabilizaron 131 azoteas y se benefició a más de 1200 departamentos. 

También en aquella ocasión se restauraron 600 metros lineales de banquetas y guarniciones y se repararon 250 luminarias. 

Ante los medios de comunicación Robles Berlanga afirmó entusiasmada por la entrega de las obras: “vamos a regresar un día en la noche para ver si ya pueden salir con tranquilidad.

Ahora las mujeres estarán más tranquilas porque sus hijos están más seguros”. 

Los últimos acontecimientos criminales constatan que no se ha cumplido el deseo de la funcionaria y que al contrario, los habitantes de ese complejo habitacional popular cada vez se siente más vulnerables y en riesgo de convertirse en una víctima más de los hechos vandálicos y de violencia que ahí se generan. 

Evidentemente no basta pintar edificios, rehabilitarlos y poner banquetas o reparar luminarias, si es que no existe un compromiso de las autoridades municipales y estatales por regenerar el tejido social. 

Naturalmente que la vigilancia es uno de los servicios públicos más ausentes en la zona, porque no hay seguimiento para procurar la integridad física de los colonos y sus familias. 

Es urgente que gobernantes y políticos dejen de posar para la foto y se comprometan a fondo con el bienestar social, económico, cultural y emocional de los gobernados. 

¿Cómo llegamos a estos niveles de descomposición social en Gavilanes? 

Esta historia comenzó hace más de 30 años pero ningún gobernante le ha puesto la atención debida para ofrecerle a los habitantes mejores condiciones de convivencia social. No hay seguimiento en las políticas públicas.

 Al tiempo.

Twitter: @juangomezac

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