6 de julio de 1988

JAIME ENRÌQUEZ FELIX 

Habían asesinado a los coordinadores electorales de la entonces corriente democrática transformada en una especie de coalición de partidos paraestatales, paleros del gobierno (el PARM, el PPS, el Partido del Frente Cardenista, los históricos miembros del partido comunista que lucharon solos durante muchos años) y Cuauhtémoc Cárdenas como figura central para competir por la presidencia de la República, contra un PRI añejo, dinosáurico y corrupto. Habíamos iniciado esta lucha de manera casual. En el rancho Los Barandales en Ocoyoacac, Estado de México, entre Toluca y el DF, convocados por personajes importantes a una comida generosa en este bello lugar. Una vez terminada la comida, se levantó de manera espontánea -o no- un campirano, para promover a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a presidente de la República. El rostro de Manuel Moreno Sánchez, el de Porfirio Muñoz Ledo, las caras de los hermanos Sánchez Aguilar, entre otros, no mostraron sorpresa. La reunión había sido planeada con cuidado y daba la impresión de que la mayoría no sabía que había sido convocada para algo como esto. El entonces secretario del Trabajo Pedro Ojeda Paullada, sorprendido, huyó casi de inmediato, y fue parte de la nota del día siguiente.

Se configuraba una alternativa democrática con la mira de derrotar al ancient regime, al PRI y su presidente, Miguel de la Madrid Hurtado.

El escándalo en la prensa del día siguiente fue impactante: una prensa oficial y morbosa informaba de una nueva alternativa de la competencia electoral. A pesar del control informativo oficial, la información fue una bomba. De allí salimos una centena de invitados extrañados y hasta temerosos porque el Estado mexicano fue y es terrible para reprimir. Allí iniciamos un peregrinar nacional abriendo espacios en las entidades federativas, siempre con la represión de los gobernadores priistas que eran todos.

Cuauhtémoc en una suburban blanca, casi siempre llena con algunos invitados que tenían influencia o nombre en el lugar visitado. Otro vehículo que transitaba un día antes, buscaba organizar lo que era prácticamente imposible. Acompañé al ingeniero Cárdenas y al grupo -Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martinez, el ex embajador Martínez Corbalà- el embajador de España González Guevara hacía declaraciones desde la península ibérica.

En la bizarra capital zacatecana nos reunimos con los dirigentes de los partidos paraestatales, algunos priistas que se desprendieron de su partido, otros que estaban fuera de la jugada, y preparamos la visita de Cuauhtémoc Cárdenas. Nos reunimos en una librería en el centro histórico de la ciudad. Proponía yo que el evento central de la visita del ingeniero que fuera en un lugar discreto y pequeño, pero los líderes paraestatales presionaban para que fuera en la Plaza de Armas, de tamaño bastante regular en la capital. Nos vencieron, dando la impresión de que más que recibir al ingeniero Cárdenas, querían presumir la debilidad de la candidatura. Mágicamente apareció un gran presídium, un buen sonido, de espaldas a la catedral zacatecana y de frente al Palacio de Gobierno fue citado el evento.

Había más personas en el pódium que en la plaza. Fue un verdadero fracaso y una vergüenza para quienes no habíamos participado en política, pero que teníamos una gran dignidad para enfrentarnos al gobierno federal.

En las calles de la ciudad aparecieron mantas con frases como “Zacatecas no recibe a los traidores de la Revolución”. El gobernador Genaro Borrego, parte del grupo de Miguel de la Madrid, había colocado las mantas en diferentes zonas.

El mitin se dio con la intervención de Cuauhtémoc Cárdenas, cuyo rostro nunca muestra ni preocupación ni alegría. Iniciaba una lucha a pesar de la adversidad.

Visitamos varios municipios. Me pidió que, en el mitin más importante del sur del Estado, fuera yo el orador. Yo era un buen académico, había sido profesor del ITAM y era Director General de la Universidad Tecnológica de México, UNITEC. Era un orador de auditorio, pero no de masas. Pregunté acerca del tono del discurso a pronunciarse. Yo era amigo de Genaro Borrego, vecino prácticamente de calle en la avenida Morelos y la Plaza Zamora y había que confrontar al gobierno zacatecano y al gobierno federal que habían convocado a una reunión paralela en Villanueva rifando tractores para los campesinos.

Así transitamos con poca gente y fue el inicio para nosotros de la Corriente Democrática que era una escisión del PRI, pero la mayoría éramos ciudadanos que convocados por el apellido Cárdenas nos uníamos con el nuevo líder sin sonrisa, con frialdad y sin carisma de orador.

Recorrimos el país. Organicé la primera conferencia de prensa con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, y Fernando Pineda que trabajaba para mí en el área de difusión de la UNITEC. El recinto fue el restaurante El Taquito. Marcos Guillén hijo de los hermanos Guillén que habían fundado en el Barrio del Carmen una taquería que se convirtió en un santuario que los aficionados al toro y de los toreros, que visitaban este lugar como su casa. Le señale que necesitábamos el espacio difícil de encontrar, para realizar la rueda de prensa. Él de manera ingenua aceptó. Era un alumno becado en la Universidad. La reunión se llevó a cabo exitosamente, pero una cosa era la convocatoria y otra la difusión de la noticia, que siempre estaba bloqueada por el gobierno. Marcos Guillen me habló en la tarde preocupado por el evento, en virtud de que Jacobo Zabludovsky, vocero pestilente del gobierno de aquel tiempo, le había explicado la gravedad de involucrar un negocio con líderes de la nada. Él conocía el motivo, pero no la consecuencia.

San Pedro de las Colonias en Coahuila fue un parteaguas de la campaña. Fue un lleno absoluto en una comunidad pequeña y allí empezamos a caminar con más firmeza. Imposible entrar a las universidades. Las plazas de armas se ocupaban con antelación. Invité al ingeniero Cárdenas a la Universidad Tecnológica de México, que fue la primera universidad que pudo visitar en el país. Para ello hubo que disfrazar el evento como un debate, para que la Junta de Gobierno de la institución me permitiera efectuarlo. Estuvieron en tiempos distintos Heberto Castillo, Rosario Ibarra de Piedra, el Maquío… Salinas no llegó, pero mandó representante, y Cuauhtémoc Cárdenas. Fue un éxito universitario. La prensa agresiva, pero divulgó bien el acontecimiento.

La campaña seguía siendo igual. La suburban, un carro adelante y todos pagábamos nuestros propios gastos. Los partidos paraestatales prestaban los logotipos, pero no soltaban un solo centavo.

Llegó el 6 de julio. No teníamos estructura para representación de casillas ni tampoco experiencia, pero el pueblo estaba de nuestro lado y sin espectaculares, spots y demás, ganamos la elección. Con el asesinato de los custodios electorales de la contienda hubo desorden. Y configuramos en la UNITEC el centro de cómputo con una máquina 4381 semejante a la que tenía Gobernación para contar los votos. Recuerdo que cuando Cuauhtémoc iba en 37 por ciento del cómputo, Salinas en segundo lugar con 23 y Maquío en tercero, se cayó el sistema y nunca más se levantó. El mago de esta tropelía, Manuel Bartlett, Secretario de Gobernación y hoy senador de la República por el partido Morena.
En esta lucha no estuvo López Obrador: el andaba en otros quehaceres.

El triunfo era absoluto, nadie dudó de la derrota del PRI. Cuauhtémoc convocó a un mitin, yo había sido electo como diputado federal a pesar de mi resistencia por mi vida profesional, y así nació un gran movimiento El pueblo enardecido nos pedía tomar Palacio Nacional y nos pedían armas para defender el triunfo. La serenidad de Cuauhtémoc ayudó a que los desórdenes no fueran provocados por los grupos radicales o por el mismo gobierno infiltrado.

Este domingo viene otra contienda fundamental para la vida de México ya en este nuevo siglo. Coaliciones de partidos, todos con presupuestos gigantescos, con líderes contaminados por los gobiernos municipales, estatales y federales que intentan fundar la Cuarta República a la que convocó De Gaulle. Este es un chistorete, desde luego, porque De Gaulle fue líder de la resistencia francesa cuando el país fue invadido por los alemanes y artífice de la nueva Francia, uno de los héroes más importantes de la Segunda Guerra Mundial.

Así, a 30 años de la primera lucha democrática después de la que encabezó Francisco I Madero.

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