Del toro: creador de la nueva mitología

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

En 1938, una versión radiofónica de “La Guerra de los Mundos” fue tan realista que sembró el pánico entre miles de oyentes, al hacerles creer que realmente la Tierra estaba siendo invadida por alienígenas.  El autor de este programa es el mismo que el de una de las obras maestras de la cinematografía; “El Ciudadano Kane”, que cuestiona y critica la figura de William Randolph Hearst.

Ambas obras son indispensables en la filmografía mundial.  Las innovaciones van desde el empleo de efectos de sonido, el movimiento de la cámara, el empleo de objetivos angulares, planos picados y contra picados y una gran profundidad de campo.  El estilo visual es impresionante, su iluminación es francamente dura y la estética es expresionista.

El autor no puede ser otro que Orson Welles, quien escribió, dirigió y protagonizó “El Ciudadano Kane”.  Se habla de que, un amorío con la mexicana Dolores del río cuando ella estaba en el pináculo de su carrera provocó el fracaso sentimental de la diva, que la hizo refugiarse –para bien de nuestro cine nacional- en su país de origen y acogerse a la dirección del enorme Indio Fernández.

La referencia de este autor es, sin duda, articulada a la de Guillermo del Toro Gómez, quien, habiendo nacido en Guadalajara en 1964, hoy se ha convertido en uno de los más importantes cineastas del mundo.  Director y guionista de “Cronos” y “Mimic”, director y productor de “El Espinazo del Diablo” en coproducción con España, que lo ubica en la mente de los críticos de modo sobresaliente. Director de 3 películas de The Hobbit, una obra clásica de la lectura novelada y de la cinematografía mundial. Sin duda se afianza, paso a paso, como uno de los más prometedores directores del nuevo siglo.

Del Toro dirigió “Hellboy”, creando también un personaje extraño y de personalidad única: tierno y contrastante en un film que ya ha pasado a la historia.  Sin embargo, su consagración –y no en virtud de los Oscar- que no es sino consecuencia de su enorme calidad, es sin duda, “El Laberinto del Fauno”, que se ubica en el año de 1944, en el contexto de la Guerra Civil española.  Muestra de manera concreta y rápida el rostro del ejército franquista en uno de sus momentos más crueles, ante la resistencia republicana escondida en los montes de la zona donde se ubica la película.

El descubrimiento de Ofelia, una niña de 13 años, del laberinto del Fauno, una extraña criatura que rebasa en mucho a la mitología griega, con su dulzura tan alejada de los horrores mitológicos, con su voz medida, que impacta a la pequeña, que no es sino una princesa, última en su generación, tanto tiempo esperada por los suyos. Las pruebas de la luna llena, plena de magia y de realismo, hacen una película exitosa desde sus primeras exhibiciones y alrededor de todo el mundo.  Los más entendidos y los neófitos la aclaman por igual.

Guillermo del Toro tuvo el valor de emigrar de su natal Jalisco, para enfrentar a los monstruos de la cinematografía internacional. Hoy triunfa riendo ante las cámaras elevando al cielo mitológico que él mismo ha creado, sus dos muy personales y preciados Oscar: Mejor Director y Mejor Película: no hay mejor recompensa a un trabajo meticuloso que ha sacado a la luz pública sus miedos y amores interiores. “La sombra del agua”, una película elusiva y potente que nos mete en el mundo de sus sueños y sus pesadillas: conociendo al autor tan íntimamente, valoramos su trabajo y volteamos hacia nuestro propio interior para descubrirnos en Del Toro en aquellos momentos en que vencemos nuestros terrores cotidianos y nos enfrentamos con plenitud al descubrimiento de la cotidianeidad.

México tiene hoy ya una nueva generación de cineastas como Cuarón y González Iñárritu, que gracias al exilio reproducirán el éxito de la época de oro del cine mexicano en las décadas de los 40´s y 50´s, rescatando una tradición perdida gracias a la desidia gubernamental y la falta de estímulos, que han generado una generación de exiliados de la cultura, que han debido demostrar allende las fronteras, que los mexicanos tienen con qué y pueden, cuando hay condiciones y retos para su desarrollo.

Nuestro reconocimiento para esta triada de directores, que, junto a nuestros héroes anónimos, los migrantes del campo mexicano y a muchos hombres y mujeres que se desenvuelven en las más distintas profesiones, demuestran en otras naciones lo que en nuestro país se les niega: el derecho al trabajo, a la educación de sus hijos y a un mejor porvenir.

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