Tello reconcilia o colisiona

GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ

Mensajes distintos con efectos muy similares: revocación de mandato, o cláusula de rescisión contractual con los zacatecanos, en cualquiera de estos dos enfoques los costos políticos de procesar un tema altamente sensible para la percepción ciudadana, queda claro, fueron calibrados con la menor sensibilidad a su contexto.

Al intentar disminuir el desgaste que representaba mantener el compromiso de “rescisión contractual” de gobierno en la Glosa del informe de labores, y con un proceso electoral en puerta, la ruta jurídica careció de un soporte y una postura oficial conciliatoria que permitiera disolver los efectos inmediatos posteriores.

Quedó en evidencia la desarticulación de la propuesta jurídica, el diseño del discurso y la comunicación asertiva, así como la valoración del ánimo negativo en la percepción pública que carga el gobernador (19.3% de aceptación al pasado mes de julio) para deslizar de la agenda pública, con prudencia y legitimidad, ese instrumento improvisado por asesores electorales que venden “branding” y propuestas porosas.

La periodista, académica e investigadora de la comunicación de crisis, en la Universidad Complutense de Madrid, Dra. María Yolanda Martínez Solana, lo resume en términos elementales: “la gente puede aceptar un error, pero lo que la gente no acepta nunca es sentirse engañada”. La percepción que se ofrece a la ciudadanía, que es la que refrenda con votos el ejercicio del gobierno (figura que rindió sus primeros frutos este fin de semana en Guadalajara), se vincula entonces con un discurso de falsedad, o alejado de la realidad que la sociedad advierte.

El mensaje del contador Tello a los medios de comunicación no ofreció tranquilidad a sus destinatarios (la ciudadanía), sino que por el contrario, en primer lugar el jefe de las instituciones desconoció la iniciativa que el partido en el gobierno acompañó un día antes, y luego desvirtuó cualquier posibilidad de equilibrar el disenso que más tarde mostraría la opinión pública (que no es lo mismo que la opinión publicada, ni la postura de los partidos opositores), puesto que dirigió cualquier intento de inconformidad a una lucha en el terreno de la relación gobierno-medios de comunicación. A partir de entonces la vigencia del “Contrato con Zacatecas” feneció.

Si la finalidad era dar por disuelta esa arma de dos filos (herramienta de golpeo fácil opositor, para mayor referencia de unos cuantos encapsulados) que la atmósfera de excitación electoral produjo, puede decirse que el experimento tuvo su éxito momentáneo, hasta que la propuesta, constitucionalmente inviable pero políticamente no resarcida con el público, retorne en forma de castigo electoral y rechazo en los índices de aprobación.

Me explico: ¿qué ofreció Tello a cambio de dar por letra muerta cualquier proyecto que abriera la posibilidad de evaluar su gobierno? La ficción de que el desánimo ciudadano es cuestión malsana de un par de medios de comunicación: un conflicto.

El mensaje institucional: irresponsabilidad a la hora de concretar los compromisos contraídos; el 80% de la ciudadanía desaprueba el gobierno, pero no están dispuestos a pedir la renuncia del titular del Ejecutivo; libertad de expresión e intelectual siempre y cuando corresponda a mis parámetros de realidad.

Con respecto a ésta última no resta decir mucho después del extraordinario análisis de Lucía Medina publicado ayer en La Jornada Zacatecas, “Matar al mensajero”. Agrego únicamente que serviría un poco a los fines institucionales que persigue el gobernador entender a los medios de comunicación también como empresas que se encargan de la cosa pública.

Los medios de comunicación son un fenómeno muy particular de las democracias puesto que en esos organismos lo público pasa inherentemente a lo privado como modelo de negocios en la producción de información. Tal vez desde su experiencia en la IP el contador asimile con menos politiquería que mientras exista la demanda alguien deberá suplir la oferta; y no me refiero a los lectores, sino a los actores políticos (muchos de los cuales lo acompañan) que ven en los medios una plataforma publicitaria irrenunciable. He ahí su doble función mercantil: informar (el qué) y vender percepciones (el cómo).

Mientras el gobernador se niegue a mirar con menos involucramiento y más claridad estas relaciones que se entretejen entre lo político y lo mercantil, y prefiera entonces escuchar la opinión de quien en vez de dar templanza y prudencia dibuja sus fobias que luego el mandatario “denuncia”, él mismo legitimará y dará valor a la información que, le guste o no, la gente consume cotidianamente.

Con respecto a la irresponsabilidad del compromiso y la evaluación de gobierno, el contador está en tiempo de lanzar una contraoferta que mantenga vigente y proactiva su palabra empeñada. Esto antes de que desaparezca de los medios por la vorágine electoral y permanezca en la memoria ciudadana con sus múltiples negativos. Tello podría decidirse por un informe de gobierno abierto a la conciliación. Le urge “[re]construir confianza”.

Twitter: @GabrielConV

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