Orgullo LGBTTTIQA: adoctrinamiento vs movimiento por la dignidad

HERACLIO CASTILLO

Cada 28 de junio se conmemora el inicio de un movimiento que desde 1969 pugna por el reconocimiento de derechos humanos para la comunidad Lésbico Gay Bisexual Transgénero Transexual Travesti Intersexual Queer y Asexual (LGBTTTIQA). A nivel mundial se realizan marchas por el llamado “Orgullo Gay” (aunque la palabra “gay” no alcanza a abarcar el abanico de identidades sexuales ya expuesto). Y me temo que mientras siga habiendo resistencias al reconocimiento de estos derechos (actualmente, un privilegio reservado solo para la población heterosexual), estas manifestaciones continuarán.

No son pocos los artículos y columnas de opinión que se han escrito para cuestionar dicho movimiento, con argumentos que van desde lo religioso hasta lo científico e incluso en algunos casos los autores se declaran víctimas cuando se les acusa de homofobia por oponerse a los objetivos que persigue la comunidad LGBTTTIQA. Ni muy muy ni tan tan. Sin embargo, expondré algunos puntos que me parecen dignos de comentar, en especial cuando se asegura que se pretende “adoctrinar” a las nuevas generaciones sobre la ideología de género. Descuide, lector. No somos una religión ni una secta.

Recientemente leí un artículo de opinión cuyo autor afirmaba que las políticas públicas en contra de la discriminación y la violencia por orientación sexual son un “adoctrinamiento sobre la ideología de género, enseñando que el sexo no tiene nada que ver con la biología, sino que se trata de una construcción cultural y que, por tanto, cada quien es libre de elegir el género que más le guste de entre la gran variedad que existe”.

Habría que aclararle al autor que solo existen el género masculino y femenino, que distan mucho de la orientación sexual (heterosexual, homosexual y bisexual) y la identidad sexual (LGBTTTIQIA). Y que, en efecto, el sexo (hombre/mujer) no está directamente relacionado con la biología, como lo demuestra la ciencia a la que tanto apelan, pues también está comprobado que hay especies animales que cambian su sexo para adaptarse al entorno.

No obstante, lo preocupante en esta afirmación es que se minimiza el problema de los crímenes de odio y se traslada el conflicto hacia un aparente “adoctrinamiento sobre la ideología de género”. La prensa amarillista durante años ha documentado este tipo de crímenes, perpetuando en el estilo de redacción un discurso de odio hacia la comunidad LGBTTTIQA, mientras que en el Código Penal no se reconocen este tipo de crímenes, como sí se ha logrado en el caso de la tipificación del feminicidio.

Pero es igualmente grave el homicidio de una mujer por el hecho de ser mujer que asesinar a una persona por tener una orientación sexual no heterosexual. También hay rasgos que distinguen este tipo de delitos y que, lamentablemente, al no ser reconocidos como tales por la ley, trascienden a la prensa como “crímenes pasionales”.

El hecho de que los gobiernos de distintos países incluyan estos temas en sus agendas no es una conspiración contra la heterosexualidad, es el inicio del reconocimiento de derechos como el matrimonio, la adopción, la seguridad social, el acceso a servicios de salud e incluso la posibilidad de heredar, por mencionar algunos derechos hasta ahora reservados solo para la población heterosexual. Un privilegio, si cabe la expresión. No somos evangelizadores; atendemos a una realidad, a diferencia de la religión. Una persona no nace con una religión, se le impone.

Habría qué preguntarse si una persona no heterosexual puede poner en práctica valores como el amor, la amistad, el respeto, la lealtad, la confianza o la solidaridad. ¿O es que acaso los valores también están reservados únicamente para la población heterosexual? Además, hasta donde la religión católica me ha enseñado, la reproducción de la especie (única finalidad del matrimonio, como sugieren quienes discrepan de este movimiento) no es un valor y los tiempos actuales nos han dado muestra de que ya ni siquiera es una aspiración de vida generalizada.

No me quiero extender mucho en mi comentario. Solo finalizar con la siguiente reflexión: cuando ser heterosexual sea un delito; cuando se registren homicidios por tener dicha orientación sexual; cuando se les prohíba adoptar, tener hijos, visitar a su pareja enferma en el hospital, heredarle un patrimonio; cuando se les practique una lobotomía o se les aplique una terapia de electroshock para “curarlos” de su heterosexualidad, entonces sí, me uniré a su movimiento. Queremos todos los derechos para todas las personas.

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