Mara y la simulación

GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ

¿Por qué Mara Muñoz no fue capaz de mostrar el mismo aplomo con el que ahora evidencia supuestos claroscuros dentro de la Procuraduría de Justicia del Estado cuando aún estaba al frente del Centro de Justicia para las Mujeres en Zacatecas? ¿Por qué esperar a la renuncia para salir a los medios de comunicación a dar la cara como ciudadana ofendida, ya fuera de toda responsabilidad?

Alude la ex directora que ni el gobernador Alejandro Tello, ni el procurador estatal Francisco Murillo, hicieron caso a sus señalamientos cuando así tuvo la oportunidad de comentarlos –que no es lo mismo que denunciarlos- con ambos funcionarios.

Sin embargo, como encargada de un organismo que vigila y promueve la no violencia y la no discriminación hacia las mujeres, especialmente en los procedimientos de procuración de justicia, agotó su institucionalidad en simples e inocuos comentarios.

Con sus cartas credenciales pudo acudir en su momento a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al Instituto Nacional de las Mujeres, a la Procuraduría General de la República, entre otras, para darle cauce a la serie de anormalidades que había detectado desde hace tiempo en distintos espacios y procedimientos al interior de la Procuraduría de Justicia

¿Apostaba al desgaste de las figuras que ahora señala con índice flamígero y no al resarcimiento de los derechos de las víctimas que fueron violentadas? ¿La prioridad era politizar el tema a su salida? ¿Por qué no privilegiar la institucionalidad desde el momento que identificó la presumible complicidad con que Jesús Manuel Valerio Pérez blindaba a miembros de la Policía Ministerial? ¿Por qué optar por la simulación y no por el debido proceso?

Si su intención no era politizar un tema administrativo, ahora sus señalamientos lo han llevado a esa franja de acción. Peor aún, debe de hacerlo desde un espacio fuera de la administración, ya no como promotora de la no violencia y la prevención de la discriminación de la mujer, especialmente en lo correspondiente en los procesos de denuncia e investigación de delitos contra el género.

En un abrir y cerrar de ojos, y con una estrategia mediática que envidiaría el mismo Alejandro Tello, ahora la función para la que fue nominada en el sexenio de Miguel Alonso ha quedado en un plano secundario, lejano. Hoy se trata de Mara Muñóz la ciudadana ofendida y agraviada por la “corrupción” que únicamente mediatiza, pero no enfrenta institucionalmente la realidad que otras mujeres zacatecanas viven cotidianamente.

¿No es también una ofensa a su mismo género preferir la victimización que el empoderamiento desde los espacios de toma de decisión? ¿No deviene en discriminación a las víctimas de violencia la actitud que pretende distanciarse de supuestos actos de corrupción que no son procesados administrativamente? Otra vez ¿por qué como ciudadana ofendida y no como ex directora del Centro de Justicia para las Mujeres en Zacatecas? Su compromiso era con la población femenina, no con los funcionarios que, dice ella, evadieron sus advertencias.

Los argumentos de Mara pudieran ser tangibles y contener veracidad suficiente, empero, el no haberlos procesado como responsable de la transversalidad de las políticas de género para la procuración de justicia y la prevención de la violencia con enfoque de género ¿le permite hoy erguirse como la víctima de la misma simulación en la que ella ha caído?

¿Los grupos de mujeres en Zacatecas piensan que Mara agotó la vía institucional antes de abrir un frente de guerra contra las decisiones del gobernador y el procurador? ¿De qué forma diagnostican las féminas organizadas el fenómeno: como la habitual victimización o como parte de la simulación de las políticas públicas y sus ejecutores –entre ellos Mara- para poner en práctica los esquemas de equidad de género en la entidad? ¿Esas organizaciones a su vez invitarán a Mara a que no marginalice su lucha en denuncias mediáticas?

Ahora bien, Gobierno del Estado debería estar al tanto de las irregularidades que posiblemente se presenten en los procesos de procuración de justicia que la ex funcionaria pretende evidenciar, pues el conflicto público que agenció Mara Muñoz no va a detenerse en este primer movimiento táctico.

La administración de Tello está a tiempo de ponderar la existencia y el peso de la red de complicidades que presumiblemente existen al interior de la Procuraduría. En dicha premisa pesa más la complicidad que el interés particular. Nuevamente el contador Tello queda en la línea de fuego ante los polvorines mediáticos de su gabinete.

Mara juega al desgaste político de la administración actual cuando en realidad Jesús Manuel Valerio Pérez ingresó y se afianzó en la Procuraduría durante el sexenio de Miguel Alonso. Pretende además que la renuncia abone a la pugna entre alonsistas y el grupo de trabajo de Tello; ahí donde el contador no debe jugar.

Twitter: @GabrielConV

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