La Casa de los Perros: Saltimbanqui

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Era una llamada desesperada, la angustia lo agobiaba, dijo él. Estaba sin trabajo y sus hijas no tenían ni para comer. Ocupaba ayuda y quien se la podía proporcionar no era otra persona que David Monreal Ávila, entonces precandidato a la gubernatura de Zacatecas por Morena.

Recurría al engaño, como suele hacerlo, para integrarse en las filas del que era, en ese momento, la mejor y más fuerte opción para hacerse de la gubernatura. El desprestigio del PRI jugaba en contra de cualquiera que compitiera bajo la bandera tricolor.

Así, agazapado y en la obscuridad, como la mayoría de los asesores gubernamentales, suplicó por una cita con Monreal Ávila, quería ser su jefe de prensa porque Miriam Serrano «no tiene idea de nada». Pero jamás contó con que el precandidato de Morena le diera un no rotundo. «Todos, absolutamente todos, menos él. Es un traidor». David ni siquiera la reunión le aceptó.

Hoy, el calificativo y el emisor cambió: «Ese cuate es un malagradecido. Le ayudé cuando me lo pidió. Es un traidor. Pero así como me traicionó a mí, lo hará después». Y es que mientras cobraba 24 mil 492 pesos mensuales, que puntualmente le pagó Miguel Alonso Reyes hasta el 1 de febrero del 2016, buscaba jugar contra quien le tendió la mano, contra quien el gobernador dispusiera fuera el candidato del Revolucionario Institucional.

Una historia que se repite… y se seguirá repitiendo.

1 hectorCuando Amalia García deja la gubernatura, fue de los pocos colaboradores «cercanos» a quien ella le dio la espalda. Por ello no le quedó otra que refugiarse en el PRD, como un gris comunicador que, al no lograr que los perredistas le dieran una regiduría «donde sea», abandonó para irse con los oficiales.

Las aspiraciones ahora han cambiado, ya no quiere una regiduría, su objetivo es ser diputado por el PRI, así tenga que pasar por encima de quien sea, léase el mismo Juan Francisco del Real, hoy jefe de la oficina del gobernador, para quien, en público y en privado, vierte comentarios negativos. «Sólo está ahí para servir café y yo no quiero eso. Poder tenía Rafael Medina Briones, él era el vicegobernador. Juan sólo lleva la agenda».

Pero en su loca, ambiciosa e irracional carrera ha olvidado para lo que fue contratado. Hoy, Alejandro Tello, a siete meses de gobierno, carga a cuestas con una pesada loza. La estrategia «copia y pega» de los lineamientos para los medios de comunicación que, en otro contexto y bajo diferentes circunstancias, tiene la Secretaría de Gobernación, se le han revertido. No se puede medir con la misma vara un diario de circulación nacional con un medio regional zacatecano.

Así, ante el embate que sufre el gobernador por la falta de una política de comunicación social, ha logrado que, extrañamente, no sean los periodistas quienes pidan su cabeza. En esta ocasión es el gabinete «en pleno», como se dice, los que han solicitado a Tello Cristerna ponga un freno a esta situación ya insostenible.

«Yo no tengo por qué tapar el sol con un dedo; además lo que publican es verdad. Las ejecuciones diarias ahí están», reviró el iluso aspirante a diputado a un funcionario de primer nivel.

Por ello, ahogado en la presión, ha optado por dedicarse a descalificar a los periodistas que día a día sí hacen su trabajo. Ya dijo que a los Franciscos, Esparza y Elizondo, «nadie los escucha. ¡Que digan lo que quieran!».

Ya lo dijo del diario Página 24, al que «nadie lee, como tampoco a La Jornada, en donde sólo se dedican a hacer política para su beneficio».

Y además, pide que a través de otros medios se desprestigie a periodistas como Rosy Robledo, esposa del también comunicador Jesús Romero, a quien «mantenemos, y bien, en el Instituto Zacatecano de Cultura». Sin dejar de lado a Guillermo Correa, a quien espera que Rosy Campos, subsecretaria de Desarrollo Artesanal, «ya lo ponga a trabajar».

Todo esto sin contar los comentarios contra el también periodista Rubén Valdez, quien «cobra en la Seduzac, escríbelo para que la gente lo sepa. Todos los que se dicen independientes no son más que unos mediocres a los que mantiene Pedro de León».

La comunicación social, para los últimos mandatarios –excepto Ricardo Monreal que para ello se pinta solo–, ha sido el talón de Aquiles. No han logrado encontrar a esa persona que no solo sepa del tema, sino que además respete el trabajo de los periodistas.

Los terribles errores de comunicación cometidos tras la balacera en Nochistlán se los adjudicaron al vocero Marco Vargas, pero se debe saber que el trabajador de la Secretaría de Seguridad Pública no emite un solo comunicado si no lleva el visto bueno de la oficina de Comunicación Social.

De ahí que contradecir al gobernador, que en entrevista, muy mal coordinada por cierto, aseguró que no se tuvo una «respuesta oportuna, inmediata”, y después enviar el comunicado 621 para asegurar que según el procurador Francisco Murillo Ruiseco «desde que se tuvo conocimiento de los sucesos que se presentaron (en Nochistlán), se movilizaron tanto la Policía Estatal Preventiva, como la Policía Federal y el Ejército, en una clara muestra de coordinación entre las distintas esferas de Gobierno», no nos habla más que de descuido, inoperancia e ineficacia total.

Alejandro Tello, por lo que se sabe, es un hombre de buenas intenciones, pero colaboradores como Héctor Alberto Alvarado Gómez, experimentado saltimbanqui con ambiciones que sobrepasan sus muy limitadas capacidades, tienen a su gobierno sumido en un desprestigio más que innecesario.

Twitter: @lasnoticiasya @claudiag_valdes

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