El día en que Amalia vio caer al alonsismo 

RAÚL SILVA TORRES
Zacatecas, Zac.- Seis años atrás, Amalia García recibió una de las embestidas más duras que haya recibido, y fue por uno de sus ex pupilos: Miguel Alonso Reyes.
En ese entonces no se inmutó pero sintió como el filo de la venganza le intentaba cercenar el cuello. Era 12 de septiembre de 2010.
Acudió a la toma de protesta de Miguel Alonso como gobernador de Zacatecas. Ese fue el principio de su destierro y del odio que muchos de sus ex colaboradores le profesaron.
Hoy, la ex mandataria regresó al estado para presenciar la caída de Miguel Alonso. No dio muestras de placer al ver el rostro desencajado y cabizbajo de su enemigo. Sin un gesto de gusto ni risa.
Ella, Amalia, apareció inesperadamente en el Palacio de Convenciones y fue recibida como la mujer política que es. Sin seguridad privada y sin la compañía de nadie. Sola impuso su  poderío.
Alejandro Tello invitó a «la señora» -como se le decía cuando era mandataria- para que lo acompañara a iniciar el desempeño de su papel más importante en su vida política.
En el interior del Palacio de Convenciones, ese que Amalia construyó y que muchos adversario del tricolor le criticaron, fue el confín del sexenio de Miguel Alonso, y ahí estuvo ella presente.
Alejandro Tello la nombró como una invitada especial y el recinto se cimbró por los aplausos que los asistentes le rindieron a la perredista; la cara de Miguel Alonso era tétrica, aunque mantuvo el control de sus emociones.
Miguel vio cómo su enemiga era recibida como una jefa de estado, junto cuando él ya no era más que el simple ex gobernador, sin poder y sin séquito de lambiscones.
Muchos gritaron «¡Bravo!», y Amalia recobró la popularidad en su tierra, en medio de la cúpula priista, mientras que Alonso Reyes se tuvo que conformar con aplausos tibios.
Amalia traía el mismo estilo de corte de cabello, el traje sastre de falda y saco, el collar y aretes de perla recitaba sus días de gloria un sexenio atrás.
Los medios la entrevistaron y le cuestionaron que Miguel Alonso la siguiera culpando de los problemas de Zacatecas. Ella como buena política evadió el tema inteligentemente y deseó lo mejor para Zacatecas.
En su primer oratoria como gobernador, Miguel Alonso criticó a su antecesora acusándola de endeudar las finanzas del estado y de no combatir a la inseguridad, aunque este terminó con los peores índices de delincuencia  y contrató tres empréstitos financieros.
«La sociedad está agraviada por la insensibilidad, el abuso del poder, la indolencia, el nepotismo y la corrupción», frase que lanzó en ese entonces como dardo envenenado.
La enemistad entre los ahora ex gobernadores inició en 2008, cuando Alonso Reyes deseaba ser el candidato para la diputación federal por el Distrito III de Zacatecas, por el PRD, y le fue denegada, en su lugar designaron a Heladio Verver.
A partir de entonces, el pupilo perredista gestaba su propio movimiento político en aras de conseguir la gubernatura junto con los diputados perredistas José María González, Artemio Ultreras Cabral, Jorge Luis Rincón Gómez, y el panista Arnoldo Rodríguez.
Alonso Reyes, con estas figuras legislativas, se reintegró en 2009 a las filas del PRI. Todo para hacerle la guerra a la perredista, pues no le gustó sentirse desdeñado y por capricho planeó su venganza.
Desde siempre, Miguel Alonso fue consentido de Amalia, lo nombró secretario de Turismo cuando dejó de ser alcalde capitalino. Luego lo impulsó para ser candidato a diputado local.
La vida da muchas vueltas y hoy estuvieron muy cerca, y muy lejos, Amalia García y Miguel Alonso. La historia es única, y uno y otro vieron caer sus cabezas; pero es bien sabido que la venganza es dulce, muy dulce…
LNY/RST
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