Ciudad de México: Asfixia automotriz

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Los capitalinos están esperando el fin de junio como nunca antes. Será entonces cuando se termine el “doble Hoy No Circula” que tiene a todos: peatones, autoridades de tránsito y vehículos a punto del colapso. El asunto es complejo desde todo punto de vista: para los usuarios habituales del transporte público la competencia por un lugar en la “micro”, el metro o el metrobús se ha incrementado; para las autoridades las oportunidades “de oro” para detener en flagrancia a los “no circulantes” son evidentes, mientras que los propietarios de automóviles y motocicletas llenan crucigramas para estar seguros del día en que circulan y de cómo moverán a la familia hacia el trabajo, la escuela, la compra, las visitas médicas y otras actividades que antes realizaban con planificada regularidad.

Es cierto que el tránsito fluye mejor: un gran alivio en la época de calor, pero también es verdad que los niveles de ozono no bajan y que es palpable la nata que hace gris el paisaje y que tiene a la gente con influenza o molestias crónicas en los ojos, la piel y el aparato respiratorio.

No hay cifras oficiales que cuantifiquen los problemas de proveeduría que sufre la ciudad: los transportistas de perecederos hacen milagros para entregar sus artículos en tiempo y forma, mientras que quienes trabajan cualquier otro tipo de mercadería han entrado en interminables negociaciones con los clientes para programar la entrega de sus bienes y servicios: “Mañana no circulo… será otro día cuando ponga el vidrio de su casa, le entregue el artículo que solicitó, le visite para cerrar la venta…” El Producto Interno Bruto sufre afectaciones que tienen que ver con este nuevo orden de cosas.

Quienes también están preocupados por el futuro próximo son los vendedores de vehículos nuevos: ya no existe la ventaja estratégica de ofrecer a sus potenciales compradores la calcomanía doble cero por dos años y con ello la no verificación y la seguridad de circular todos los días del año. Deberán ser muy creativos para vender sus automóviles con plazos, seguros, ascensos de categoría, precios reducidos y mil monerías más.

Los más ocupados a pesar de todo, son los funcionarios del gobierno de la ciudad de México. Tienen ante ellos el problema de la contaminación pero, más que eso (aunque no lo digan públicamente) la enorme crisis de vialidad y la insuficiente infraestructura de transporte público.  Todos esos son problemas que no tienen una solución de corto plazo, que requieren de una inversión muy alta y que no pueden cortarse de tajo con decretos de ley.

La implantación del Hoy no Circula originalmente, fue una medida poco popular pero que la ciudadanía consideró importante e imprescindible.  El programa se desvirtuó con las componendas entre las autoridades y la poderosa industria automotriz que exigió impulsar sus ventas y que implicó la introducción de los hologramas diversos y que la autoridad vendió con el pretexto de “mejorar la edad promedio del parque vehicular”.  Surgieron los coches nuevos, sobre todo los baratos, accesibles a una gran capa social que empezó a adquirir el primero y el segundo coche familiar… y luego el tercero para los jóvenes que poco a poco se incorporaron a la exigencia social de contar con su propio vehículo y de aumentar el tránsito en las “vías rápidas”.

El doble Hoy no Circula ha democratizado el paisaje en calles y avenidas de la metrópolis: los Porsche y los autos de colección –que antes se guardaban en las cocheras de los más pudientes para deleite de sus coleccionistas- han tenido que salir a relucir ahora que los vehículos “de uso diario” de sus propietarios no lo son ya. Junto a ellos milímetro a milímetro aparecen las llamadas “carcachas” que han puesto a circular los menos poderosos y que mantenían en las banquetas de sus casas en desuso, con problemas de verificación o mecánicos.  Todos juntos, todos los posibles,  para resolver en lo posible la restricción de circular.

El futuro pocos lo conocen. Pareciera no existir un escenario viable y sustentable de mediano plazo. Lo que hace falta ahora es el debate; las ideas y las propuestas de reorganización de fondo de una megalópolis que es devorada por sus propias fauces.  Así las cosas.

Twitter: @jaimenriquez

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