ETN: Un capital transnacional

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Dueño de Enlaces Terrestres Nacionales (ETN) y de la aerolínea VivaAerobús y del Grupo Prisa, editor del diario español El País: su empresa tiene importante presencia en Zacatecas a través de ETN.  Hoy Roberto Alcántara ha innovado con camiones ingleses de dos pisos, que allá se usan en servicios de Gran Turismo, que transitan a 20 kilómetros por hora.  Hoy los camiones de ETN son armatostes que raspan los árboles de las ciudades por las que transitan y tienen una estabilidad relativa: son muy altos y poco anchos.

Este domingo salimos de la Central Camionera a las 10:50 de la noche, prácticamente con el camión lleno.  El autobús haría el recorrido Zacatecas-Central del norte en la Ciudad de México, sin ninguna escala (ni en Aguascalientes, ni en el Estado de México)  El servicio era directo, lo que garantiza mayor rapidez y evitar las escalas en Aguascalientes y en la zona próxima a Tepeji del Río.

Al transcurrir de Querétaro al Distrito Federal, en una región llamada Soyaniquilpan, de pronto el camión tuvo dificultades: brincó el camellón para ubicarse en el sentido contrario (hacia Querétaro en lugar de hacia México)  Acababa de bajar al baño, como a las 4:30 de la mañana.  Subí a mi lugar que era el número 15, pero al existir dos asientos libres en la parte del fondo, allí me ubiqué.  No me había alcanzado a poner aún el cinturón de seguridad.  Sentí un golpe seco que me aventó a la parte posterior del asiento de enfrente, sin que me causara mayores dificultades. Habían pasado cinco o seis segundos cuando el camión convulsionó mucho más fuerte y salí despedido hasta la ventana anterior del camión.

Se escucharon llantos y cristales rotos: la gente había quedado lastimada.  No era fácil brincar desde el segundo piso, en medio de cristales rotos y sin organización.  Logramos, al fin, terminar de romper los vidrios y brincar del segundo piso.  Yo lo hice con la ayuda de algunos pasajeros que ya estaban abajo y que tenían contusiones menores.  Me dolía la espalda y no podía mover el brazo derecho.

Nos sentamos en el borde de la carretera, cubriéndonos la cuneta, pues era visible que el camión estaba por explotar.

La mayoría de la gente quedó lastimada: no sabíamos si hubo murtos adentro, pero hay gente de afuera que señala haber visto personas desmembradas y restos esparcidos del otro lado de la carretera.

Nos trasladaron en ambulancias al Hospital Privado San José en San Juan del Río. Fuimos atendidos en el área de emergencia.  En mi caso tomaron radiografías y me dieron medicamentos para el dolor y para posibles fracturas dadas las contusiones, -que afortunadamente no sucedieron- muchos de los pasajeros tuvieron fracturas de brazos, en la cara.  Todo ello desde las 6 de la mañana.

A mi vecina de cama, esposa de un arquitecto prestigiado, un cirujano le dedicó casi siete horas a sacar de la cara pedazos de cristales y de objetos que la dejaron sangrante en demasía.

A las 12 del día se terminó el servicio, ya que la aseguradora Qualitas no acertaba a mandar a su ejecutivo y había solamente una señora de la compañía camionera que no estaba en posibilidad de tomar decisiones. Se limitaba a informar que el jurídico “iba en camino” y que estaban detenidos para comer una barbacoa, porque “ellos son barbacoyeros” y la comen con pómpano, una hierba que le quita el sabor a la grasa en el paladar de quienes de consideran “barbacoyeros” de tradición.

Nunca llegó nadie: pero ante esa ausencia nadie podía salir tampoco, así le hubieran puesto solamente yodo en alguna herida.  El hospital era tajante: si no se presentaban los pagadores, los heridos se mantendrían prácticamente en calidad de rehenes.

Seis de nosotros estábamos en terapia intensiva, tres más en quirófano y los pasajeros (unos 14) con fracturas o heridas menores, estaban sentados en el piso o en sillones del área de entrada.

Me comuniqué con un amigo zacatecano para pedirle que ayudara a estos paisanos, y mágicamente en 20 minutos se hizo el milagro. El señor gobernador asignó a uno de sus ejecutivos para resolver el tema de 22 zacatecanos retenidos en un hospital con heridas mayores o menores, viendo correr las horas sin que nadie “con autoridad”, ni de la aseguradora ni de la compañía ETN se presentaran a pretender atender el caso.

Desde esta tribuna quiero agradecer al señor gobernador su buena fe y su eficiencia para resolver este conflicto que no requería dinero, pues es una obligación del camionero otorgar un seguro a quien transporte, tener vehículos eficientes y hospitales que atiendan en las condiciones que permitan preservar la vida y la salud de los pasajeros.

El día de mañana estaré ocupando mi seguro familiar de gastos médicos mayores para estar en el Hospital Ángeles de Interlomas, a fin de que sea revisado el golpe en mi hombro, mis diversas contusiones y la inmovilidad casi total de mi brazo derecho.

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