Presupuesto Base Cero 2016

CAMERINO ELEAZAR MÁRQUEZ MADRID
Las reformas estructurales realizadas por Enrique Peña Nieto no surtieron los efectos prometidos y ahora México enfrenta graves problemas que requieren solucionarse de manera inmediata.
La propuesta de solución que propone Peña Nieto es nada más ni nada menos que la aplicación para el 2016 del llamado Presupuesto Base Cero.
Esa sería una magnífica idea si tomamos en cuenta que este presupuesto exige la planeación y presupuestación de todos los programas y gastos del gobierno federal.
Hasta ahí estamos de acuerdo con la medida, porque implicaría hacer eficientes y eficaces las acciones y recursos económicos gubernamentales.
Es decir, se busca hacer productiva la tarea de las autoridades, tema de vital importancia, en especial si tomamos en consideración la disminución registrada en los ingresos petroleros, debido al fracaso de la Reforma Energética, que no trajo las inversiones proyectadas, el decremento en la producción y a la caída en el precio internacional del petróleo.
Entonces, hacer obligatoria la aplicación de los presupuestos en base a una planificación parece ser una propuesta positiva.
El Presupuesto Base Cero contempla la desaparición, compactación y fusión de más de 250 programas presupuestales para el ejercicio del próximo año. Lo negativo es que no sabemos, a ciencia cierta, con qué criterios específicos serán eliminados los programas, muchos de ellos sociales, que benefician a los sectores más necesitados o vulnerables.
Esta estrategia presupuestaria que el gobierno federal pretende implementar para el 2016 tiene como propósito reducir drásticamente el crecimiento del gasto y eliminar programas, con el fin de restablecer el equilibrio presupuestal.
Indudablemente cualquier recorte, eliminación, fusión, compactación o resectorización que se haga del presupuesto tendrá consecuencias políticas,  económicas y sociales importantes, más en un entorno de austeridad, con creciente desigualdad, exclusión social y sobre todo de un crecimiento económico mediocre e insuficiente.
Frente a esta propuesta, que ya es un hecho que se hará realidad en el ejercicio presupuestario del siguiente año, el reto del Poder Legislativo será cumplir con los compromisos de reorientar la política fiscal.
Es decir, deberá encausar los ingresos, gastos y deuda hacia un impulso real e inmediato del crecimiento de la economía, al mismo tiempo que se reducen los niveles de desigualdad y pobreza.
 
Pero ¿Cómo lograr lo anterior, cuando casi el 80 por ciento de la población mexicana no tiene ni la menor idea lo que es el Presupuesto Base Cero?
No únicamente los habitantes carecen de información suficiente sobre el nuevo ejercicio. Los propios diputados federales externaron la carencia de información que tienen sobre la metodología que implicaría su aplicación, por lo que urgieron a una discusión seria y clara con el Gobierno de la República para analizarla.
Es necesario planear con claridad las razones que serán tomadas en cuenta para la sustitución, eliminación y fusión de algunos programas, ajustes que siempre deberán hacerse en observancia de la ley y en aras de lograr una mayor austeridad.
Estamos de acuerdo en que se desaparezcan programas que se hayan duplicado o que fueron distorsionados.
No obstante, todas y todos debemos conocer las razones por las que se decidió su eliminación, a fin de evitar el desvío de los recursos a otros fines o que se presenten situaciones poco claras, porque la eliminación o fusión de programas no necesariamente significa la reducción en el ejercicio del gasto ni en su eficiencia.
Además, es importante tomar en cuenta que los compromisos presupuestales previos necesariamente complicarán la integración y  la estructura del Presupuesto Base Cero.
De acuerdo con datos de la Auditoria Superior de la Federación, los compromisos ineludibles e inerciales  llegan a 78 por ciento del total del presupuesto.
Entre los gastos ineludibles o inerciales, que crecen día con día, están el servicio de la deuda, las pensiones, aportaciones y participaciones estatales, entre otros.
Es necesario y urgente que, ante lo corto de los tiempos para la elaboración y aplicación del presupuesto 2016, se explique y aclara el Presupuesto Base Cero, que nació en 1970 en Estados Unidos para la gestión empresarial, creado por Peter Pyhrry, y que en 1979 fue aplicado por primera vez en la gestión gubernamental federal de ese país.
En conclusión, esta propuesta presupuestaria es un proceso que exige a cada gestor justificar detalladamente la totalidad de sus peticiones económicas y mismas que serán ordenadas según la prioridad, partiendo de cero y sin tomar en cuenta los resultados logrados el año anterior.
Por ello, es prioridad que se explique a la sociedad los motivos que se tomarán en cuenta para eliminar determinados programas presupuestales.
*Consejero Nacional del PRD
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