Democracia y educación: ¿El derrumbe de la escuela autoritaria?

* Sin escuela y sistema educativo democrático, no existe la democracia plena

* La relación educación y democracia es históricamente indisoluble

* La pregunta: ¿contamos con maestros de espíritu democrático, o bien autoritarios?

MANUEL IBARRA SANTOS

Con el inicio de las campañas políticas rumbo a las elecciones del siete de junio próximo, para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión,  se desempolva también la discusión sobre la relación entre educación  y democracia, democracia y educación. ¿Con qué tipo de escuela contamos? ¿Con una institución escolar autoritaria o con una reflexiva y crítica?

Es evidente que las relaciones, a través de la historia, entre educación y democracia son incuestionablemente indisolubles. Una no puede entenderse separada de la otra.

Ha quedado comprobado con  sobradas evidencias que el tipo de modelo educativo es factor determinante del tipo de sistema político y sus prácticas. O a la inversa: el tipo de régimen determina el perfil de la escuela y su criterio reproduccionista.

A inicios del primer tercio del siglo XX el pedagogo y sociólogo norteamericano John Dewey (1859-1952) anticipó la evolución alemana hacia el autoritarismo nazi, al sostener que el sistema educativo alemán inducia rumbo al adiestramiento disciplinario, antes que a la formación humanista de la persona. Las consecuencias las vivió tiempo después la humanidad con el horror del holocausto.

Hoy es tiempo de revisar y reflexionar el tipo de escuela con que cuenta el sistema escolar mexicano y determinar si realmente  tenemos instituciones educativas que formen para la democracia, en la conciencia cívica y en la cultura del respeto a los derechos humanos. O simplemente se sigue imponiendo en la institución escolar el más rancio y tradicional de los autoritarismos, reproducido en el peor de los casos por las  prácticas cotidianas de los propios docentes.

El valor de la educación ante la tentación autoritaria

La democracia es y seguirá  siendo obra de la inteligencia ciudadana, de la voluntad humana, pero sobre todo de la influencia formativa y en valores de la educación pública.

En la construcción de la democracia,  la educación es un elemento decisivo para la formación de una ciudadanía libre, responsable y participativa, y estas virtudes sólo se adquieren en la escuela y en el seno formativo del hogar. La institución escolar tendrá que erigirse en baluarte del sistema democrático y no en pilar del autoritarismo.

 El filósofo y genio ilustrado francés Juan Jacobo Rousseau (1712/1778) en sus obras El Contrato Social y Emilio o la Educación, postuló que para “formar ciudadanos libres, hay que educar integralmente desde la niñez”.

Al respecto existe una realidad categórica: la formación cívica del ciudadano responsable y de espíritu democrático, comienza en la infancia y se consolida con la promoción de los valores que se abrevan y cultivan en la escuela.

Sin una escuela racionalmente crítica, como lo formulara el filósofo alemán Jurgen Habermas (1929…), no puede existir ni crearse un régimen político democrático. O al contrario.

La tradición discursiva en la relación escuela/democracia

La discusión sobre la relación entre educación y democracia no es nueva, y ésta se localiza hace miles de años atrás en la reflexión  clásica de los filósofos griegos.

Sócrates pregonó el cultivo de la virtud civil, si se quiere forjar una sociedad justa; Platón propuso una república diferenciada y ordenada, sustentada en la educación; y Aristóteles pensó al hombre como animal racionalmente político y libre de las ataduras de la ignorancia.

Más adelante los pensadores de la modernidad coincidieron en atribuir  un papel fundamental a la educación en la construcción del Estado y las instituciones públicas, para promover la soberanía democrática.

Al asistir al actual proceso electoral, la interrogante que debemos contestar es si contamos hoy en día con el perfil de ciudadanos formados en el más acendrado civismo para alentar una cultura en los valores de la democracia moderna. Y si al derrumbe del autoritarismo ha contribuido efectivamente la escuela pública y el sistema educativo mexicano.

Finalmente tenemos que afirmar que la democracia y el ejercicio cívico de los derechos ciudadanos, no puede comprenderse al margen de una educación pública de calidad y en valores.

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