Las escuelas normales rurales y su crisis: De Ayotzinapa a San Marcos

* La brutalidad en la desaparición de 43 normalistas y la creación de conciencia

* Fortalecer y transformar el modelo de escuelas normales rurales, una exigencia

* La educación pública, un preciado tesoro que no se debe dilapidar con la violencia

MANUEL IBARRA SANTOS

El horror de la brutalidad plasmado en el secuestro y asesinato de 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa (Guerrero), acontecimiento que nos desliza a todos en el tobogán sin fin de la civilidad a la barbarie, en un hecho traumático que ha sacudido lo más profundo de la conciencia colectiva, vuelve a desempolvar con torrentes de sangre de por medio, en la visión de la historia, el debate sobre el papel que las escuelas normales rurales desempeñan en la promoción de la cultura nacional – a través de la educación- y en la formación de los profesores que México requiere.

La interrogante obvia que se antoja plantear es la siguiente: ¿Sirven o no estas instituciones al país o son efectivamente una carga y un modelo educativo agotado por su crónico abandono?

Las escuelas normales rurales nacieron a partir de 1922 en pleno auge del gobierno de Álvaro Obregón, promovidas, primero, bajo el impulso del renacimiento cultural de las ideas del “Maestro de América”, José Vasconcelos y, luego, bajo la protección de Moisés Sáenz, con el objetivo de impulsar la socialización de la educación pública como arma liberadora y transformadora de la sociedad mexicana.

Fueron durante mucho tiempo orgullo de la política educativa del Estado Mexicano y alcanzaron su esplendor en el régimen de Lázaro Cárdenas, período en que llegaron a ser casi 40 escuelas en su tipo. En la actualidad son tratadas con visión marginal y mantenidas casi en el abandono. Muchas otras ya desaparecieron.

El arribo en 1940 de Manuel Ávila Camacho a la presidencia de la República y la llegada con él de las ideas anticomunistas al gobierno federal, marcó la huella de una nueva trayectoria de olvido y persecución, bajo el argumento de que en las normales rurales, – o también conocidas como escuelas para pobres – sólo se han formado “agitadores” y “guerrilleros”, cosa más falsa porque estas instituciones han sido, también, indiscutiblemente, pilar de la transformación de México.

El primer golpe brutal las escuelas normales rurales lo reciben al inicio de la administración de Manuel Ávila Camacho, al ser transformadas algunas de ellas en escuelas secundarias; el segundo mazazo implacable lo ejecuta el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, quien da la orden para la desaparición de 14 de esas instituciones, bajo el argumento de que éstas estuvieron involucradas en la supuesta subversión comunista estudiantil de 1968, que buscó desestabilizar a la Nación.

En los setentas siguió el clima de persecución y represión en contra de estas instituciones, por sus vínculos con movimientos políticos radicales y la guerrilla. En esta etapa destacan las figuras emblemáticas de los profesores Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.

Las normales rurales: ¿Eslabón perdido de la educación rural mexicana?

Hoy en día solamente quedan  16 instituciones de este tipo (–entre las que se encuentra la Normal de San Marcos, Zacatecas, fundada en 1933), las que operan en la República y que se han convertido en el último eslabón histórico con la tradición de la educación rural mexicana herencia de la Revolución de 1910 y de la enseñanza de tipo socialista de origen y espíritu cardenista.

Las escuelas normales rurales en el contexto de violencia

Las escuelas normales rurales han padecido por años los efectos de una política de desdén, descuido y abandono; pero a eso, se ha agregado un nuevo peligro: la acechanza  de los grupos del crimen organizado que dominan abierta y públicamente las zonas demográficas con altos niveles de pobreza, como lo es la zona serrana donde se localiza la Normal de Ayotzinapa (Guerrero).

Efectivamente, la escuela normal rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos” quedó secuestrada – a la manera de un círculo vicioso – por un contexto controlado por cuatro elementos negativos: el ancestral abandono histórico; la presencia pública beligerante del crimen organizado; el desempeño evidente de policías corruptos; y la actuación de gobiernos inmorales hasta la médula como el de Ángel Heladio Aguirre.

Tenemos que impedir, por eso, que el resto de las escuelas normales rurales del país, entre ellas la de San Marcos, sigan la ruta de la violencia y la criminalización, porque eso no conviene. Al contrario, hay que plantear en este contexto, su rescate y transformación, para que sigan siendo espacios educativos de transformación de la sociedad.

Escuelas normales rurales que sobreviven, hoy en día

Sobreviven en la actualidad las siguientes escuelas normales rurales en el país: San Marcos (Zacatecas), Aguilera (Durango), Cañada Honda (Aguascalientes), El Cedral (San Luis Potosí), Saucillo (Chihuahua), El Quinto (Sonora), Atequiza (Jalisco), Tiripetio (Michoacán), Tenería (Estado de México), Panotla (Tlaxcala), Amilcingo (Morelos), Teteles (Puebla), Tamazulapa (Oaxaca), Helcelchacán (Campeche), Mactumacza (Chiapas) y Ayotzinapa (Guerrero).

Las  normales rurales y en general las escuelas normales en el país, que en conjunto suman más de 450, sobreviven en un contexto de crisis, en donde se ha impuesto la visión  de que no están cumpliendo con el compromiso en la formación de los nuevos maestros que reclama la nación para su desarrollo, ubicando a éste como uno de los grandes lastres de la educación pública y de la sociedad.

Por eso, se debe afrontar el compromiso de abrir con libertad la discusión sobre el tipo de maestros que necesita en estos momentos el país, y contribuir así, a la actualización y funcionamiento de las escuelas normales rurales, para impedir que se atente en contra de ellas.

Y señalar, en este clima de crispación donde ha aparecido la barbarie de la violencia, que ante la intolerancia existen tres recursos certeros por utilizar: La educación, la razón y el derecho.

La escasez y falta de maestros y la reforma educativa

Con la aplicación de la reforma educativa nacional, ha hecho su aparición una nueva crisis sistémica, que tiene que ver con la falta y escasez de profesores con “idoneidad”, lo cual es una paradoja, debido a que existen cientos y miles de profesores sub y desempleados, que no encuentran espacios profesionales para su desempeño laboral.

La reforma misma tendrá que plantear salidas a este problema, mediante una adecuado reordenamiento en el funcionamiento de las escuelas normales en el país.

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