Aborto seguro para no morir

LUCÍA LAGUNES HUERTA

El domingo 28 de septiembre se conmemoró el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, fecha acordada por las feministas desde 1990.

Cientos de actividades se realizaron a lo largo y ancho del continente. En la Ciudad de México el punto de reunión fue el Hemiciclo a Benito Juárez, ex presidente mexicano que defendió el Estado laico y lo consagró en la Constitución.

Muchas de las acciones que se desarrollan se centran en la demostración de las terribles consecuencias de la criminalización del aborto en la vida de las mujeres, y los perfiles de quienes recurren a esta práctica.

Lejos de lo que se cree, diversos estudios y encuestas revelan que las mujeres que se practican un aborto son católicas, están casadas o viven en pareja, y tienen dos hijos en promedio. Nada que ver con la imagen que se ha propagado sobre la supuesta liviandad de quienes recurren a él.

También hoy se sabe que el aborto es la última alternativa a la que recurren las mujeres cuando se enfrentan a un embarazo no deseado. Lejos del mito que se suele difundir, las encuestas revelan que ninguna mujer se embaraza sólo para abortar.

Pero se preguntarán: si no se quieren embarazar, por qué lo hacen. Las respuestas son simples pero complejas. Muchas de ellas relacionadas con la violencia que enfrentan por parte de su pareja.
Violencia que les impide usar anticonceptivos de manera abierta; muchas lo hacen a escondidas de sus parejas porque sus esposos usan el embarazo como medida de control de fidelidad de las mujeres.

Otras porque aun cuando usaban un anticonceptivo, presentaron un embarazo, es decir el anticonceptivo falló. Cuarenta por ciento de los embarazos en el mundo no eran deseados; en América Latina (AL) esta proporción sube al 56 por ciento, de acuerdo con el Instituto Alan Guttmacher.

Sin embargo, la penalización del aborto sigue castigando a las mujeres, quienes ante la persecución y estigma tienen que recurrir a él en condiciones inseguras y aterradoras.

Sobre todo para las más pobres, quienes no pueden pagar un médico. Ellas recurren a las soluciones caseras y peligrosas, se introducen objetos en la vagina que suelen desgarrárselas, usan tampones de algodón impregnados de líquidos cáusticos, que les
quema o se dejan caer por escaleras e incluso de azoteas.

Y se arriesgan tanto porque no pueden continuar con el embarazo, porque no tienen condiciones para que ese producto se logre. Estas condiciones de riesgo y persecución provocan miles de muertes de mujeres cada año.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 47 mil mujeres mueren cada año producto de abortos inseguros. Es decir que cada día 129 mujeres mueren en algún lugar del mundo por esta causa, dejando en la orfandad a miles de niñas y niños.

En AL cada año se realizan 4.1 millones de abortos en condiciones inseguras y se estima que 11 por ciento de las muertes maternas de la región son por esta causa.

En muchos países, como en México, el aborto es permitido en ciertas situaciones, como en casos de violación o por graves riesgos a la vida o a la salud de la madre.

Sólo en la Ciudad de México está despenalizado hasta las 12 semanas de gestación, y en aquellos lugares donde se permite no se tienen los mecanismos claros y expeditos para acceder a él y existe una persecución criminal contra las mujeres.

Ninguna mujer desea abortar, pero si lo necesita debemos garantizarlo en condiciones seguras y dignas.

Hasta la próxima.

Twitter: @lagunes28
 
*Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.

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