El vinillo

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

El vino a lo largo de su historia ha sido muy bien aceptado por la sociedad en general; se le ha relacionado estrechamente con los reyes, mercaderes y sacerdotes, principalmente. Se desconoce a ciencia cierta la fecha exacta de la aparición del vino como tal, sin embargo se cree que la parte fundamental de este: la uva, existió antes que el ser humano. En las sagradas escrituras se menciona constantemente a la vid, que es vista como una fuente de riqueza y placer.

También se sabe que las primeras huellas de la relación entre el hombre y el vino datan del año 8000 A.C. Diversos historiadores aseguran que la primer borrachera de la historia se dio en el Arca en el Monte Ararat, en donde Noé cultivó vides y elaboró el vino que se bebió. Partes trascendentes de la historia de la humanidad están relacionadas con el vino, el cual, se dice, el hombre bebió antes de que aprendiera a cultivar las uvas.

Históricamente, tanto la cultura griega como la romana han estado muy asociadas con el vino, y es que ambas culturas siempre le dieron gran importancia, tanto que adoraban a Baco – ó Dionisio- entre otros dioses del vino. Los griegos introdujeron viñas y produjeron vino en sus colonias del sur de Italia y, por su parte, los romanos practicaron más tarde la viticultura en todo su imperio. El emperador Julio César fue una pieza clave para el desarrollo de la vinicultura europea, ya que era un apasionado del vino, de manera que así como se crecía el territorio del Imperio Romano, se difundía el cultivo de la vid.

Posteriormente, tras la caída de dicho Imperio, la producción de vino disminuyó, y se convirtió en una actividad exclusivamente de los monasterios, ya que cualquiera que fueran las circunstancias, el vino fue siempre necesario para los sacramentos cristianos.

Su referencia es milenaria, Cristo lo multiplicó en las bodas de Cana, los egipcios y los romanos lo utilizaban para sacar los demonios y estimular el alma; en la cultura prehispánica, el pulque tuvo una función fundamental –e incluso su diosa, Mayahuel- , igual sucedía con el vino del maíz.  No hay cultura –japonesa, inglesa, etc.,- que no tenga sus propios brebajes para estimular al cuerpo.

Se habla de que los países bebedores de alcohol en sus diversas formas, son más longevos, que aquellos que no tienen esa costumbre tan arraigada. Una copa de vino al día es vasodilatador, permite hacer circular la sangre más fácilmente, bajar las grasas del tubo gástrico y muchas otras bondades.

Una de las partes de la vida que yo más disfruto, son “los vinillos”.

Desde luego, el aperitivo, como el tequila – el Herradura, el Tres Generaciones, el Tres Magueyes no tienen igual, a mi parecer, ni qué decir del Tesoro de Don Felipe, ó del Centenario reposado -.  De los zacatecanos, el huitzila y aquel que venden por la zona de Juchipila.  Todos ellos son grandes estimulantes digestivos que, en forma graduada  bien dosificada, provocan bienestar al hombre.

De los vinos de mesa, me encanta el Beaujolais francés, y sobre todo, el Beaujolais Nouveau, que tiene un día al año para beberse el tan tierno vino de esta rica región.  La festividad es en todo el mundo. La frase: “el Beaujolais Nouveau arrivé!!!”.  Desde luego, de la zona de Anjou me encanta el Rosé, acompañado con quesos fuertes como el Camembert, el Port Salut, el de Chevre o el Brie. No puedo dejar de mencionar los vinos espumosos de Portugal y la Ribera del Duero, tanto el blanco como el rosado.  Caben aquí los tintos españoles deliciosos, como el Marqués de Riscal y ahora los vinos manchegos que son una innovación para el mundo, pono Verde.r tratarse de una región que daba quesos, más que vinos.

Disfruto el vino italiano como el Chianti, el Astís otro espumoso delicioso; el Strega como digestivo, y hasta el mismo amargo Fernet, que mata una buena comida, mata el café y ayuda a la digestión.

Otro vinillo que me agrada, es el Oporto Ferreira, el oscuro, nunca el blanco, que también con quesos o como digestivo no tiene parangón. Hace unos meses lo degusté en Lisboa y disfruté también del Verdes.

Me olvidaba del Chablis, que pruebo siempre que puedo en el Café de la Paix, junto a la Ópera de París -donde los  hermanos Lumiere presentaron al mundo el cinematógrafo- con el plato de Frute de Mare que con doscientos mariscos para degustar resulta una experiencia irrepetible.

De los anises, sólo el español de marca Asturiana, tiene una calidad competitiva.  Los Chinchones son para elaborar “La Monja Blanca”, que era la bebida predilecta de Obregón –anís con agua mineral- y “como sentencia divina, una monja lo asesina”. Pero el rey de la categoría, indudablemente, es el Marie Brizard, francés, que casi se mastica cuando se bebe.

Otro digestivo excelente es el Mandarín Napoleón, la bebida con la que Josefina embelesó al conquistador de Europa.  Los franceses, con su natural rencor, lo consumen pero lo embotellan en Bélgica.

Los “coñaquitos”, sin duda, son excelentes, cualquiera sea la marca, siempre que venga antecedida con el apelativo X.O.

Desde luego, los brandies españoles, como el cardenal de Mendoza, o el Felipe II, entran en esta lista que hace agua la boca.

De los vinos del Rhin poco hay que hablar: en Alemania se consume cerveza, y estos son prácticamente “pepsicolas” embotelladas, a excepción del Blue Nun.

Había una joya zacatecana, el vino blanco “Pioneros”, que se constituyó en el vino de la casa en el Maxime’s de París en el Presidente Chapultepec. Una vieja y bella historia.

Otra gema es el rosado de Santo Tomás, que venden en Rosarito, Baja California y que acompaña a las baby lobster, que se sirven con arroz quebrado y frijoles.  ¡Qué delicia de vino! Es una lástima que no se distribuya suficientemente en el resto del país.

De las cervezas, la Corona es la reina, aunque finalmente fuera de albañiles y arrieros, cuyo gaznate la descubriera al mundo.  La Pacífico tiene su encanto ¡como no!, y de las yucatecas, la Montejo.

Mi cava en el rancho de Villa del Carbón, es testigo de mi afición por los diferentes vinos.  Desde luego, un buen anfitrión no es sólo el que brinda una gran comida, sino aquel que la acompaña de una excelente bebida.

El vino con moderación, prolonga la vida, endulza el alma y sobre todo, el vino es también cultura.  Se puede leer “La Isla del Tesoro”, el nuevo libro de Mao o la investigación más reciente sobre la vida de Napoleón, con un rico cognac que, calentando la copa con la mano, permite disfrutar hasta del bouquet de la bebida.

A las damas se les derrota o se les entusiasma con una nueva bebida.  La pareja es más feliz cuando en su íntima vida tiene una buena copa de champagne Dom Perignon.

P.D. De los chilenos, y argentinos hay excelentes, pero debe conocérseles para seleccionarlos y las marcas que llegan a México son pocas, como el Santa Helena.  Son también magníficos los australianos y los del sur de África. A los que nunca les entro, por caros –no por malos, pues se han vuelto muy buenos- son a los mexicanos – menos a los californianos, que a pesar de sus grandes inversiones, no han podido emular la calidad europea-.

Zacatecas se consagra hoy en el mundo con un delicioso tequila –que no es mezcal, aunque nos obliguen a llamarlo así-. La tradición de esta bebida es centenaria en el Estado: grandes productores crean con amor y fervor este brebaje: lo hacen dar a luz para luego amontonarlo en sus bodegas y no poder venderlo a pesar de su alta calidad.  El gobierno les consiguió los fondos para fabricar sus destilerías, pero aún no puede enseñarlos a vender la producción. Hay empresas que tienen un millón de botellas acumuladas que no pueden sacar.  Tampoco existe la cultura de entregarlos a un distribuidor –que puede quedarse hasta con el 60 por ciento del precio de venta del producto- pues nuestros paisanos no comprenden que allí va incluida la comercialización, el transporte y un sinfín de cosas que son necesarias para acercarse al mercado de consumo.

El tequila zacatecano lo consumen en exceso nuestros jóvenes que, festejando tres o cuatro veces al hijo de Tony Aguilar, celebran la llegada de Juan Gabriel, de Joan Sebastian o a la obesa muerta en trágico accidente aéreo.  Todo el alcohol: todo es tequila zacatecano diluido con Freska o Squirt. Echándolo a perder, nunca se aprenderá a beber. Requerimos de una política agresiva del gobierno para comercializar nuestro tequila o capacitar a los productores en la venta de tan excelente producto.

¡Salud!.

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