Jerez… Miel y veneno a la vez

<strong>RICARDO EVODIO CABRAL VERA</strong>

<em>A 15 años de la entrega del premio en Jerez</em>

Fue mucho pelear por parte de algunas voces de la sociedad, amantes de la obra poética lopezvelardeana, opinión pública, medios de comunicación y autoridades, para lograr que la entrega del Premio Iberoamericano de Poesía se trasladara a la cuna del poeta, como para que ahora resulte ser un evento tan desairado.

El año de 1999, el entonces gobernador Ricardo Monreal Ávila, determinó que por justicia para la tierra que vio nacer al autor de la <em>Suave Patria</em>, el premio se entregaría a partir de entonces en su tierra, en el Teatro Hinojosa y esa edición correspondió la condecoración al poeta nayarita Alí Chumacero.

Ojalá la falta de respuesta del público, no lleve al gobierno a centralizar otra vez sus eventos sólo en la capital del estado e incluso llevarlos a otras entidades, menos al lugar donde naciera el cantor de la provincia, como lo definía el declamador zacatecano Baudelio Carrillo Espinoza.

<em>Recurrieron al vil acarreo</em>

La realidad es que desde hace años se ha vuelto costumbre que el Gobierno del Estado monopolice el evento y sólo le deje al municipio el compromiso de llenar el inmueble y, además, le conceda al alcalde en turno una participación como bienvenida a las autoridades estatales y al propio homenajeado u homenajeada.

Ayer se tuvo que recurrir nuevamente al personal de la Presidencia Municipal y del Departamento de Servicios Regionales de Educación, para ocupar el mobiliario del vetusto teatro, pero no conforme con distraer de sus ocupaciones a estos trabajadores, alguien fue capaz de sacar menores de las escuelas y acarrearlos al evento.

En el caso de los de la escuela <em>Ramón López Velarde</em>, al parecer estaba programado de esa manera, por ser una institución que con su nombre rinde homenaje al poeta; pero no así con los de la <em>Margarita Maza de Juárez</em> y otros niños que fueron los que llenaron totalmente el nivel de plateas y una parte de galería o gayola, situación que creíamos ya estaba erradicada e incluso con las nuevas reformas, debe estar prohibido distraer de sus clases a los menores, pero ellos estaban felices por un momento fuera del aula.

<em>Solo las ex alcaldesas respondieron</em>

De los ex alcaldes, sólo las mujeres tuvieron la gentileza de responder a la invitación y en el palco acostumbrado, estaban la priísta Bertha Torres Valdés y su comadre la perredista Alma Araceli Ávila Cortés, la primera, presidenta de los festejos del centenario en 1988 y a partir del siguiente año, como alcaldesa, impulsora del primer programa decoroso para conmemorar año con año al poeta. La segunda, creadora de los <em>Juegos Florales Ramón López Velarde</em>, que este año llegaron a su séptima edición.

Pasó casi desapercibida la presencia entre el escaso público (el no acarreado) del poeta y crítico Evodio Escalante, que hace cinco años –siendo presidenta municipal Alma Ávila–, obtuviera el premio de poesía; al final se vio al duranguense platicando amenamente en el vestíbulo, con ambas ex presidentas.

<em>Un golecillo del alcalde</em>

No obstante que el evento de nueva cuenta fue propiedad absoluta del Instituto Zacatecano de  Cultura (IZC), que de nueva cuenta se apropió por entero del Teatro Hinojosa, el acalde José Manuel de Jesús Viramontes Rodarte no perdió la oportunidad de meter un golecillo protagónico y de la chistera se sacó un par de estatuillas de Ramón López Velarde (que por cierto no se parece) como parte improvisada del programa; entregó así una al galardonado Guillermo Sheridan y otra al propio gobernador Miguel Alonso Reyes, lo que de inmediato acaparó la atención de las lentes que aún permanecían en el recinto.

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