En el fortalecimiento de los municipios está la clave del desarrollo

gerardo romo fonsecaLUIS GERARDO ROMO FONSECA

La economía de México no camina y permanece estancada, al mismo tiempo que las condiciones de vida en la  mayoría de la población se deterioran más en un escenario de violencia creciente. Con preocupación, hoy somos testigos de la debilidad del Estado para hacer frente a la criminalidad e imponer el estado de derecho y la justicia. La desigualdad aumenta, lo mismo que la falta de oportunidades y las carencias: México se ubica ya entre los países de América Latina con salarios más bajos, según lo muestra el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la situación laboral en la región. Sus resultados muestran que durante la primera mitad de 2013, los salarios reales de los trabajadores mexicanos crecieron menos de medio punto porcentual respecto al mismo periodo del año pasado; cifra que contrasta  con el aumento de entre un punto y 4.5 puntos porcentuales que registraron las percepciones de sus pares de Uruguay, Brasil, Colombia, Chile y Panamá

A estas adversidades de orden material, tenemos que agregar otro problema añejo de nuestro país: el de la cultura política centralista y vertical. La incipiente y débil democracia mexicana se topa una y otra vez con la dificultad de consolidarse en el seno de una sociedad con resabios y vicios heredados de una tradición autoritaria. Motivo por el cual, lejos de dar pasos hacia atrás en el desarrollo institucional y democrático de México al permitir que afloren pretensiones y acciones políticas centralistas; en México tenemos que profundizar el proceso de descentralización emprendido durante las dos últimas décadas y ampliar las facultades y el margen de acción de los gobiernos municipales.

Conviene recordar, por otra parte, que las luchas municipalistas fueron uno de los elementos que desgastaron al viejo régimen de partido de Estado y lo empujaron a una transición política. Estas luchas también fueron las que permitieron consolidar gobiernos locales de oposición, a través de los cuales las fuerzas democráticas del país ganaron terreno en la geografía electoral.

La viabilidad  de México como nación está estrechamente ligada al fortalecimiento institucional de sus municipios; sin embargo, actualmente éstos acarrean una serie de limitaciones de índole política, técnica, financiera y operativa. Como problema adicional, la inseguridad ha lastimado su desempeño: “al menos el 10 por ciento de los municipios del país se han perdido en manos del crimen organizado”, tal como lo señala Ricardo Baptista González, director ejecutivo de la Asociación de Autoridades Locales de México.

El municipio es la institución más antigua de nuestro sistema político, pero la menos favorecida y la más debilitada. A final de cuentas, los avances en torno al fortalecimiento de esta esfera de gobierno en México ha resultado insuficiente, y sus administraciones permanecen atrapadas en una dinámica de supervivencia coyuntural.

Ante esta situación, debemos seguir trabajando en temas como la regulación del endeudamiento,  la rendición de cuentas por parte de los gobiernos municipales, así como el mando único de la policía (que son muy importantes); pero también en la elaboración de una agenda municipalista dirigida a construir un nuevo diseño institucional.

Es preciso ir más allá dentro de la discusión de la reforma del Estado, a fin de ampliar las capacidades de los ayuntamientos en el marco de un nuevo federalismo. En otras palabras, esto implicaría transformar de raíz la estructura municipal para que dejen de ser instancias proveedoras de servicios básicos únicamente. La capacidad del orden de gobierno más cercano a la gente no puede quedar reducida a recibir las demandas y reclamos de la población; pero sin poder resolverlos, cancelando con ello la posibilidad de procurar bienestar a la ciudadanía.

A partir de una perspectiva y una ética integradora, el gobierno municipal puede erigirse como un eje democratizador en México; reorientar el rumbo nacional desde el ámbito local y regional; convertirse en un factor de  cohesión social y territorial capaz de robustecer el régimen de libertades, lo mismo que nuestras potencialidades y los lazos de identidad colectiva.

Apostar por el municipio significa reconocer la diversidad de ámbitos sociales, hacer valer la voz de todos y participar en la construcción de soluciones para resolver nuestros problemas específicos.

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