Ciudades para la gente

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LUIS GERARDO ROMO FONSECA *

En los últimos 30 años la población urbana del país se ha duplicado y se calcula que para el año 2030 existirán 20 ciudades con más de un millón de habitantes. Al día de hoy, casi ocho de cada 10 mexicanos viven en las ciudades y seis de cada 10 en centros urbanos administrados por dos o más municipios. Así mismo, en México existen 56 zonas metropolitanas que representan la décima parte del territorio nacional y generan las tres cuartas partes del Producto Interno Bruto (PIB); además de que en ellas se encuentra el 14% del total de municipios del país y producen entre el 50 y 80% de la fuerza económica del estado donde se ubican. Así mismo, las zonas metropolitanas comparten una amplia red de servicios hidráulicos y de vialidades, haciendo indispensable planificar las obras de esta naturaleza teniendo en cuenta el impacto que generará en la población.

Desgraciadamente, a nivel general, en México durante décadas la evolución del crecimiento urbano se ha caracterizado por carecer de mecanismos adecuados de planeación, lo cual ha generado una demanda mucho mayor de servicios públicos a la vez de impedir una movilidad urbana ágil y funcional. Muchas ciudades del país tienen una expansión fragmentada y desordenada; sin redes de transporte que privilegien el tránsito de las personas sobre los vehículos. Nos enfrentamos al problema de la proliferación de asentamientos irregulares y, fundamentalmente, a una marcada desarticulación de las urbes.

Esta situación nos obliga a poner freno a la construcción de desarrollos inmobiliarios y de infraestructura urbana que obstaculizan el desarrollo de las ciudades como organismos capaces de brindar servicios de calidad a todos sus habitantes. Motivo por el cual, tenemos que implementar decididamente esquemas de urbanización racionales coordinando esfuerzos entre los distintos órdenes de gobierno y dar respuesta a las cuestiones técnicas de movilidad y ordenamiento territorial: no tenemos más alternativa que convertir los centros urbanos en espacios de integración social; con viabilidad a futuro y donde exista una convivencia armónica entre sus habitantes.

En función de estos objetivos, necesitamos aplicar estrategias de movilidad que permitan disminuir el uso de vehículos particulares y concretar proyectos de transporte público sustentable; a la fecha, en México se han construido alrededor de 156 kilómetros de infraestructura para este tipo de transporte, los cuales son insuficientes para lo que demandan nuestras ciudades. Además, lo más importante es ir generando circuitos para que las personas puedan realizar sus recorridos a pie, en bicicleta o en autobuses articulados con rutas cercanas entre los hogares y los centros de trabajo. Para ello, es preciso ir depurando los marcos jurídicos y renovar la gestión pública a fin de mejorar el ordenamiento territorial, dejando atrás los modelos tradicionales y emprendiendo una planeación urbana de largo plazo y bajo criterios de sustentabilidad.

En particular, en nuestro estado, las administraciones de los municipios (actuales y futuras) que integran la zona metropolitana Zacatecas-Guadalupe no pueden postergar más la implementación de proyectos estratégicos que promuevan el bienestar social. Necesitamos transitar hacia nuevas dinámicas en el hábitat urbano, basadas en la apropiación de los espacios públicos por parte de la población: “si no hay espacio de pertenencia no somos ciudadanos”, como bien señala el doctor Agustín Hernández Aja, secretario del Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.

La ciudad es un patrimonio común y, como tal, debe ser para el goce de la gente: sus calles, avenidas, transportes, parques e infraestructura, como herramientas para procurar un entorno de seguridad, equidad e inclusión. En este sentido, una planeación urbana efectiva posibilita el buen rumbo y el equilibrio de las ciudades, así como la provisión de servicios públicos de calidad y un mejor manejo de los recursos existentes. Afortunadamente, Zacatecas y Guadalupe (sobre todo) tienen un gran potencial de desarrollo en términos de una planeación metropolitana de largo plazo; que de hacerse realidad con voluntad política y mediante la adopción de criterios técnicos, repercutirá en importantes beneficios sociales, económicos, ambientales y culturales para la población.

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