El reformismo en el PRI

JUAN GÓMEZ *

El Partido Revolucionario Institucional entró en la ruta del reformismo estructural en el que abre sus puertas a las candidaturas ciudadanas, reduce sus órganos de dirección política y redime a quienes renunciaron a sus siglas para afiliarse y competir por otro partido antagónico.

No es nada menor.

El Revolucionario Institucional ha transitado del dogmatismo partidario al pragmatismo reformista, con la intención de mostrar un aperturismo en el que prevalezca la inclusión ciudadana.

El PRI transitó en la vida democrática nacional como un partido hegemónico, poseedor de la sustancia exclusiva para gobernar, para entender el país, para ganar las elecciones en un México en el que se apropió de la democracia, de sus reglas, de sus organismos conductuales, de los votos, de los candidatos, de los triunfos electorales.

Fuera del PRI no había candidato que pudiera competir. El llamado “aparato priista” era depredador y cooptador de las voluntades ciudadanas opositoras, o bien, perseguidor de los luchadores por la democracia. A veces represor.

Hoy la 21 Asamblea Nacional priísta decidió modificar sus documentos básicos en los que, por ejemplo, se restringía la participación en los procesos electorales a los miembros del gabinete, en especial, a los tecnócratas que carecían de trayectoria y militancia partidista.

El PRI ahora le abre la puerta para ser postulados a un puesto de elección popular a los ciudadanos en general, e incluso, a quienes hayan militado en otras organizaciones partidistas o bien, a los priistas que abandonaron sus filas para ser postulados por otros partidos políticos.

En cuanto a los métodos de selección de candidatos, además de la consulta a la base que ha sido uno de los instrumentos en la democracia interna partidaria, el Revolucionario Institucional admite la aplicación de encuestas como método de selección de candidatos a puestos de elección popular.

Al intervenir como el principal orador en la clausura de su 21 Asamblea Nacional, Enrique Peña Nieto afirmó que “El PRI ha iniciado una nueva era en la Presidencia de la República, el priísmo está de fiesta”, dijo entusiasmado ante más de cuatro mil delegados a dicho evento.

Peña Nieto fue más allá al afirmar que esta etapa que vive el país requiere un cambio de pensamiento de los priistas, quienes tendrán que ser más comprometidos desde la posición que representen.

También bajo la presidencia de Peña Nieto se han quitado los candados  que impuso el tricolor en el 2001 a sus documentos básicos, para que se evitaran reformas fiscales que proponían el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a alimentos y medicinas, así como la inversión privada en áreas estratégicas de Pemex.

Las reformas que fueron impulsadas por los gobiernos panistas hoy se ubican en la antesala priista, para que sean sometidas a la discusión, análisis y en su caso aprobación del congreso federal.

Los priístas están dispuestos a asumir los costos sociales y electorales de estas medidas, pero no son acciones que no hayan sido analizadas y calculadas por los nuevos estrategas y asesores de la Presidencia de la República, en donde esperan que su antiguo aliado, Acción Nacional, se adhiera a la causa.

El reformismo priista deberá traer esos aires renovadores a los comités estatales del interior del país, en donde hace mucha falta adaptarse a la nueva corriente de pensamiento que impulsa Peña Nieto.

En Zacatecas hay titubeos en la conducción del priismo zacatecano, el viejo esquema discursivo no ha sido adaptado a las nuevas formas de participación social, y tampoco han podido conectar con las propuestas de la dirigencia nacional a cargo de César Camacho.

La dirigencia estatal a cargo de Juan Carlos Lozano deberá adaptarse al nuevo pensamiento que propone el Presidente de la República, so pena de ser arrastrado por el reformismo que pretende una mayor inclusión ciudadana.

El aperturismos facilitará la incorporación de los cuadros del gobernador Miguel Alonso Reyes, quien tendrá que consensuarlos con los priístas de viejo cuño, hombres y mujeres que reclaman también una mayor participación en los procesos electorales y en la estructura de gobierno, tanto municipal como estatal.

Más allá de alianzas estratégicas electorales, el priismo alonsista tiene la oportunidad de conducir con mayor tranquilidad el actual proceso electoral que renovará las 58 ayuntamientos y el congreso estatal.

No hay obstáculos ni candados.

Todo dependerá de la oferta electoral, de la estrategia y de la estructura territorial que se ha construido para enfrentar este reto, frente a una oposición que se está fortaleciendo en una alianza electoral que puede darle resultados cuantitativos.

¿El nuevo PRI en Zacatecas dará los resultados que espera el Presidente Enrique Peña Nieto?

Por el momento, no hay nada seguro para nadie.

Aún no hay candidatos.

Pero la contienda interna ya empezó.

Al tiempo.

* Periodista

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