Secuestraron menor del Colegio Montessori, en Toluca; 21 días sin noticias de él

_img_photos_850x0_mvt130306_142043Agencia MVT

Toluca, México.- El menor de edad Carlos Eduardo Martínez Gutiérrez fue secuestrado el pasado 14 de febrero cuando salía del Colegio Montessori, de la ciudad de Toluca, donde cursa el segundo grado de secundaria, denunció el padre del menor, Alfredo Martínez.

El padre del joven de 15 años relató que el pasado 14 de febrero su hijo, quien asiste al grupo B del segundo grado, salió como todos los días de la citada institución tras terminar su jornada escolar.

Carlos es el menor de los 10 hijos de un viudo de 78 años. Padece una enfermedad rara, denominada Síndrome de Kawasaki, que se caracteriza por vasculitis que afecta a vasos sanguíneos de pequeño y mediano calibre, especialmente a arterias coronarias y provoca aneurismas en éstas.

Además de que requiere medicamentos, Carlos necesita dormir en condiciones especiales, rodeado de ventiladores, para evitar las crisis de fiebre alta que caracterizan su enfermedad, que en casos extremos evoluciona produciendo graves complicaciones en las arterias coronarias y tiene un índice de diez a 20 por ciento de muerte súbita.

El 14 de febrero, luego de transcurrido el tiempo habitual en que el muchacho regresaba a su casa, su familia empezó a preocuparse y uno de sus hermanos salió a buscarlo sin éxito. Fue alrededor de las 14:30 cuando uno de los hermanos de Carlos recibió una llamada en su teléfono celular.

Carlos había sido secuestrado, y para liberarlo sus captores pedían a su padre diez millones de pesos. La familia respondió que no contaban con esos recursos. De inmediato Don Alfredo denunció los hechos ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, donde se inició la carpeta de investigación número 201740005813.

Las llamadas de los secuestradores continuaron. En una de ellas, reducían su petición de rescate a dos millones de pesos. El padre de Carlos les respondió que tampoco tenía esa cantidad, pero que estaba dispuesto a negociar.

Sin embargo, las llamadas sucesivas se limitaron a mentadas de madre. La última llegó el lunes 18 de febrero. Desde ese día nada se sabe de Carlos ni de los delincuentes.

Fue ese mismo 18 de febrero cuando el padre del joven se dirigió a las autoridades del Colegio Montessori, que lo dejaron ver el video de vigilancia en que se aprecia una camioneta sin placas que se acerca al joven, quien caminaba sobre la calle de Matamoros en dirección hacia Morelos.

Un hombre se avecina a él, le dice algo. Alguien desde el interior del vehículo abre la puerta. Carlos no se resiste y sube a la camioneta. Por las imágenes se intuye que el adolescente conoce a quien está en el interior del auto.

Hasta ahora, Don Alfredo ha seguido al pie de la letra las instrucciones de la Fiscalía Antisecuestros de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México: cero información a los medios de comunicación para no entorpecer las investigaciones y continuar una vida normal, porque de otra forma, le advirtieron, «las autoridades no se harán responsables de lo que le ocurra a Carlos». Sin embargo, después de 21 días sin su hijo, el angustiado padre decidió dar a conocer lo que ocurrió.

Hasta ahora, las religiosas del Colegio Montessori han pedido a Don Alfredo que haga lo posible porque el asunto no salga a la luz pública, por temor a afectar «el nombre de la escuela». Sin embargo, informes de algunos padres de familia indican que desde enero las responsables de esa escuela privada despidieron al anterior vigilante, cuyo trabajo era «impecable», porque conocía a la mayoría de los alumnos y a sus papás, y a las horas de entrada y salida hacía una especie de «carrusel» y se cercioraba de que los estudiantes entraran y salieran con seguridad de las instalaciones del Colegio.

Ahora, la vigilancia corre a cargo de una empresa de seguridad privada que, a decir de los padres de familia, no se ocupa eficazmente de cuidar a los menores, lo cual quedó de manifiesto con el secuestro de este menor.

El padre de Carlos afirmó que las religiosas no quieren que se cree un escándalo y que incluso argumentan que él mismo autorizó al Colegio para que el niño se fuera solo. Sin embargo, Don Alfredo apunta que no hubo ningún acuerdo de ese tipo y que siempre confió ciegamente en que las monjas cuidarían de su hijo, no obstante lo que considera un sistema de «seguridad relativa» en que cualquier otro menor podría correr la misma suerte del adolescente.

El llamado a los medios de comunicación, dice Don Alfredo, es un intento desesperado por tener noticias de su hijo, porque considera que ya no tiene nada qué perder, ahora que hasta su salud se ha visto minada y que solamente piensa en saber la suerte que corrió su «Rubio», como lo llama cariñosamente.

Finalmente, pidió a sus captores que se apiaden de su hijo, de la familia, que lo devuelvan para que puedan cuidar de su salud.

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