Tener fe cuesta caro

Por Benny Díaz

Aguascalientes, Ags.- Su nombre es Josefita (así le gusta que le digan) y pide que sus apellidos sean omitidos por miedo, ya que se dice una víctima de la Iglesia Universal del Reino de Dios, donde le prometieron “que mis problemas acabarían, que tendría dinero y una vida feliz si hacía todo lo que ellos decían, al principio todo fue bonito… pero después me di cuenta que por mucho que creyera y comprara los amuletos que nos venden a la fuerza y exigen el diezmo a todos, aunque no tengamos ni para comer al día siguiente; mi sufrimiento fue mayor porque mi hijo siguió drogándose, mi marido se fue y yo me quede sola, sin dinero y con muchas deudas”.

En otras palabras, Josefita no “paró de sufrir”, al contrario, por más horas que iba al tempo, “ese que está en el centro, por 5 de mayo”, cantara, orara, compra el agua del Río Jordán, una parte del manto sagrado traído de Jerusalén, la rosa de Sharon, arena de la playa del mar de Galilea, entre otros artilugios que le costaron miles de pesos, al final nada sirvió porque su vida se fue a pique y con ella su fe.

“Mire –cuenta-, yo me encontraba desesperada porque mi esposo me engañaba con varias mujeres, mi hijo no trabaja, es vicioso y por lo mismo me quita el dinero, no hace caso de nada, no tengo familia, véame, soy mayor y mis padres ya se fueron al cielo, mis hermanos no están aquí y tampoco me procuran, así que estoy sola (llora); no tenía a quien recurrir y un día pasé por ese templo y vi que había una cajita sobre una mesa que decía oraciones de las madres, pedían que escribiera mis peticiones para que oraran, lo hice en un arranque de desesperación para que todo cambiara”.

En la propaganda que cuelga en la pared de dicho templo, ubicado donde antes era una tienda de muebles, cuentan casos extraordinarios de personas que estaban en la ruina y con sólo acercarse a la Iglesia Universal del Reino de Dios tuvieron residencias, autos último modelo, dinero a manos llenas, una vida idílica.

Sin embargo, en la realidad de Josefita no hubo nada de eso: “Al contrario, todo fue de mal en peor. Mi esposo un día ya no volvió a la casa, me pasa a las mujeres por enfrente de mi casa, no sé ni dónde ni con quién viva; mi hijo sigue en el vicio y más agresivo conmigo, gasté lo que tenía y hasta lo que no, porque pedí prestado en todos lados donde pude para comprar la rosa de Sharon, el agua del Jordán y no sé qué tantas cosas más… pero nada funcionó”, mientras vuelve a llorar.

Ahora tiene una deuda de 15 mil pesos, los cuales no puede pagar porque a sus 55 años “ya nadie me ocupa, ahora vendo lo que puedo, bolsas, perfumes, pinturas, pero no me alcanza para todo porque sostengo mi casa y aparte mi hijo me quita el poco dinero que junto”.

Josefita vive en una colonia al norte de la ciudad, donde habita gente trabajadora, pero tiene tanto temor que pide no publicar sus datos porque “me siguen llamando los “obreros” para exigirme que vaya al culto, la verdad es que yo no quiero volver, no sé qué estaba pensando cuando me metí ahí si mis padres me enseñaron la religión católica… pero la desesperación a veces hace a una torcer el camino y tomar malas decisiones”.

Acudimos al templo de la Iglesia Universal de 5 de mayo para conocer la versión de los pastores, sin embargo los tres que estaban ahí se negaron a hablar.

Con su acento portugués nos dijeron que “no podemos decir nada, si quiere saber cualquier cosa de nuestra iglesia comuníquese con la licenciada Olga a la Ciudad de México al 55743266, ella es quien puede hablar sobre cualquier cosa que quiera usted saber”.

De inmediato llamaron a los “obreros”, que son fieles que trabajan de manera voluntaria en la asistencia de los pastores, estos brasileños, que son los que dirigen las iglesias en las provincias y son quienes llevan a cabo las reuniones con las personas que logran “convertir”.

Estos pastores dependen de los obispos, brasileños obviamente, que son los encargados generales de las iglesias en cada país.

Esta congregación religiosa tiene un reporte del gobierno federal realizado en abril de 2008, está acusada de no registrar a cerca de 76 pastores en el apostolado mexicano. Varios de estos individuos llegan al país con visas de negocio (por lo comprobado) por lo que la entrada al país se hace aún más fácil.

En territorio mexicano se les acusa de engaños y métodos turbios, blanqueos de dinero, y denuncias agresivas en contra de otras instituciones religiosas, como la Iglesia Católica y organizaciones de quienes defienden derechos de la comunidad gay.   

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