¡Qué alguien le explique!

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR *

Si como lo expresara el filósofo, escritor, historiador y abogado Voltaire, la política es el arte de mentir a propósito, la pregunta es ¿cuál es ese propósito? engaño que nunca llevará a buen fin como toda mentira; así hemos visto cualquier tipo de mentiras volverse “leyendas” en la política mexicana y todos los días quienes hacen o pretenden hacer política nos llenan de promesas vacías con la pretensión de engañar. Aquí algunas de las más famosas mentiras, sólo para que veamos hasta dónde llegan los políticos, claro ellos no siempre tienen la culpa, la responsabilidad es nuestra por creerles o por no desmentirlos a tiempo:

“Defenderé el peso como un perro” de José López Portillo; “La pobreza en México es un mito”, de Pedro Aspe Armella ex secretario de Hacienda; “Si, es mi voz pero no soy yo”, de Mario Marín; “En México no hay presos políticos sino delincuentes comunes”, Adolfo López Mateos, y otras igualmente famosas y tan creíbles que muchas de ellas son parte de la historia nacional llena de mitos. Pero como dicen por ahí de eso solo tenemos la culpa quienes creemos y no investigamos lo que expresan los políticos, muchas veces porque nos resulta cómodo creer en lo que dicen, tanto que cada año hacen un compendio de estadístico de sus obras y basta con mirar a profundidad para darnos cuenta que mucho de lo que ahí revelan son mentiras.

Desde el 4 de octubre pasado está publicado en el Periódico Oficial el decreto 1328, la reforma y adiciones a diversos artículos del Código Penal para el estado de Oaxaca y con ello, después de poco más de un año de jalones y estirones, finalmente en Oaxaca el feminicidio es un delito autónomo.

Aunque todas las personas debemos conocer la ley, quienes son primeras obligadas son aquellas personas que trabajan por la procuración de justicia y en el sistema de justicia, para que no digan ni mucho menos crean otra cosa diferente a lo que establece la ley. Simple y sencillo.

Entonces para que nos quede claro, debemos saber qué es el feminicidio de acuerdo como se estableció en el Artículo 411 del capítulo III del Código Penal: “Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. Se entiende por razones de género cuando ocurra cualquiera de las siguientes circunstancias:

“I.- La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;
“II.- A la víctima se le hayan infligido heridas, escoriaciones, contusiones, fracturas, dislocaciones, quemaduras, mutilaciones con implicaciones sexuales o que le genere sufrimiento;
“III.- Existan antecedentes o indicios anteriores de amenazas, acoso o maltrato del sujeto activo en contra de la víctima;
“IV.- El cadáver o restos de la víctima hayan sido enterrados u ocultados;
“V.- El cadáver o restos de la víctima hayan sido expuestos en lugar público;
“VI.- La víctima haya sido incomunicada o privada de su libertad, y
“VII.- Por desprecio u odio a la víctima motivado por discriminación o misoginia.

“Se entiende por misoginia las conductas de odio contra la mujer que se manifiestan mediante actos violentos o crueles contra ella”.

Eso es feminicidio y no otra cosa.
Y ustedes se preguntan ¿dónde quedó el arte de mentir a propósito? Lo que sucede es que no se entiende la razón o razones que existan para decir que de los 72 asesinatos cometidos contra mujeres hasta el 30 noviembre de este año, sólo el 15 o 16 por ciento “pueden considerarse feminicidios, porque en el resto de los casos no existe relación directa con el agresor”.

No es una broma lo que acaba de leer, de acuerdo con la nota periodística titulada: 72 mujeres asesinadas en el año (El Imparcial/11 de diciembre 2012/Azahar Mabeth Bolaños) la Subprocuradora de Atención para Delitos contra la Mujer por Razón de Género, Ileana Hernández Gómez, pretendió minimizar los hechos y, lo que es peor, mintió. Tal vez lo hizo por ignorancia o tal vez con ese malsano interés político de engañar. Por eso hago votos que alguien le explique o le regale un periódico oficial del 4 de octubre porque es bien claro que para ser feminicidio no es necesaria una “relación directa con el agresor”.

Lo que sí establece el Artículo 412 del mismo Código Penal es que la pena se agrava cuando existe una relación de parentesco por consanguinidad o afinidad entre la víctima y el victimario, “hasta un tercio más de la misma” y, por otro lado, indica que la pena aumentará dos tercios más a quien se haya desempeñado dentro de los cinco años anteriores a la comisión del delito como servidor público integrante de las corporaciones de seguridad pública, de las instituciones de procuración e impartición de justicia o de las fuerzas armadas.

Por otra parte, de acuerdo con el recuento hemerográfico de Consorcio-Oaxaca, sin excepción, las víctimas habrían sufrido como establece el numeral II -como una las razones para considerarse feminicidio-: “…heridas, escoriaciones, contusiones, fracturas, dislocaciones, quemaduras, mutilaciones con implicaciones sexuales o que le genere sufrimiento…”. Sin duda todas esas mas de siete decenas de víctimas sufrieron o fueron torturadas mientras eran asesinadas, por la forma tan brutal y la excesiva crueldad (características de la misoginia) que emplearon sus victimarios.

Valdría la pena reconocer el fenómeno del feminicidio no sólo con encendidos discursos cada vez que es posible o llenarse la boca diciendo que con dinero y un centro de justicia la violencia contra las mujeres disminuirá y menos señalar que se han emprendido acciones de prevención a la violencia ¿yo preguntaría dónde exactamente?

Y digo lo del dinero porque la subprocuradora Hernández Gómez se acaba de reunir con las diputadas locales de la Comisión Permanente de Equidad y Género para solicitar su intervención y que el Centro de Justicia para las Mujeres cuente con un presupuesto de 128 millones de pesos. El famoso centro es una especie de reunión de dependencias que estrictamente no todas tienen que ver con la justicia, donde hemos de suponer cada una llega con su propio presupuesto. Así que pues nos tendrán que explicar a detalle muchas cosas. El beneficio para las mujeres víctimas de violencia no se ve a simple vista, sobre todo porque parte de estas instituciones son de beneficencia pura y nada más.

Sin duda fue muy desventurada la declaración de la Subprocuradora de Delitos contra la Mujer por Razón de Género de quien no se entiende qué gana con decir que sólo el 15 o 16 por ciento de los asesinatos cometidos este año contra mujeres son feminicidio, pareciendo más abogada de delincuentes que de la sociedad oaxaqueña. Lo peor del caso es que Hernández Gómez sigue empeñada en contradecir lo que se publica en los medios y con ello a las organizaciones no gubernamentales, bueno incluso en la reciente reunión con diputadas se atrevió a decir que las cifras de asesinatos de mujeres cometidos en Oaxaca son muy altos, porque las organizaciones ponen hasta los casos de muerte materna. Lo cual, por supuesto, hay que aclarar a las diputadas es otra mentira.

A mi se me ocurre, y no es ocurrencia, que así como es necesario que el profesorado oaxaqueño entienda que debe ser evaluado, el funcionariato debería pasar por pruebas de conocimiento y confianza de vez en cuando. Ya me imagino a la funcionaria preguntando si la difunta -asesinada a tiros, de 80 puñaladas, golpes, degollada, echa cachitos o ahorcada, como son las formas más comunes de asesinar mujeres- tenía algo que ver con el presunto victimario, porque si nada tenían que ver no habrá feminicidio. Una pena ¿verdad?
Por eso digo que cuando el gobernador Gabino Cué apunta, incluso con alarde, que se avanza en la procuración de justicia, también dice una verdad incompleta (si es que existiera esa clasificación). No es para menos, veamos las cifras (que ya no sabemos si son reales) que da la Subprocuradora, cuando dice que de los 72 asesinatos de mujeres, de los cuales por cierto será el Poder Judicial quien determine si son o no feminicidios, en 49 se iniciaron averiguaciones, diremos que bien, lanzaremos vivas, porque estamos hablando del 68 por ciento de los casos, pero luego viene la triste realidad, solo en 17 de los asesinatos se identificó al victimario, es decir, del total sólo el 23.6 por ciento se sabe quién mató a estas mujeres.

Pero eso no es todo, según datos de la Subprocuradora, únicamente el 16.6 por ciento ha sido resuelto, con un total de 12 casos. Exactamente no sé qué significa “fueron resueltos” pero la verdad es que esas cifras nos hablan entonces de que el 83 por ciento de los casos están sin resolver. Entonces cuando se conoce esa realidad me pregunto ¿de qué habla el señor gobernador Gabino Cué cuando dice que se ha avanzado en materia de procuración de justicia?

Las mentiras políticas y no las acciones son las que habrán de trascender a los gobiernos. Pero lo imperdonable es que la ciudadanía tolere tantas mentiras juntas, tanto de los que se fueron como de los que llegaron. Si permitimos que nada pase con las mentiras, bueno crearemos uno que otro Frankenstein, como el recién nombrado director de Liconsa Héctor Pablo Ramírez, quien tiene detrás una enorme cola que aunque se la pisan no parece importarle porque le apuestan a la corta memoria y al abrigo del Caudillo del Copete para no sufrir con el sol. Y de nueva cuenta vienen las preguntas ¿cómo es posible esto? La respuesta está en Voltaire: la política es el arte de engañar. Y tal parece que nos gusta el engaño, ya vimos como se anunció con bombo y platillo el ascenso del cachorro Alejandro Murat a la dirección del Infonavit, bueno algunos ya hasta se ven con su casa propia, pero ¿quién es Alejandro Murat, además de ser hijo de su padre?

Y pasando a otros terribles casos de engaño ahí tenemos al presidente municipal, Luis Ugartechea, el muchacho chido de la película que no puede con el paquete, “no es lo mismo que lo mesmo” y no tiene ninguna autoridad sobre sus colaboradores que hacen y deshacen con Oaxaca está querida ciudad que a cada paso revela la desidia de los que la gobiernan. Desgobierno total en el municipio.

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