El oficio de ser periodista

LUCÍA LAGUNES HUERTA *

La periodista Ana Lilia Pérez documentó profusamente la corrupción en la paraestatal más importante para las finanzas mexicanas, PEMEX. Su investigación evidenció la corrupción de personajes de alto nivel dentro del gobierno calderonista. Por su trabajo periodístico ha sido perseguida, hostigada, demandada y amenazada. Hoy, por su propia seguridad, radica fuera de las fronteras nacionales. La ciudadanía mexicana perdió una guardiana.

La ausencia de las periodistas comprometidas con ser el “perro guardián” de la sociedad ante el Estado, sólo beneficia a quienes no desean ser descubiertos, evidenciados ante la población, quienes intentan mantener la impunidad de la sanción social y de la justicia.

Como Ana Lilia, otras periodistas mexicas han tenido que dejar el territorio nacional, la razón es la misma, se han convertido en reporteras incómodas de la clase política y económica que tranza desde su lugar de poder para mantenerse en él.

Ellas forman parte de la lista ominosa de la violencia hacia el trabajo periodístico que se realiza en México. Más allá del crimen organizado está la vinculación permanente de la violencia ejercida por agentes del Estado, una y otra vez se documenta en los informes que se realizan en México sobre la vulnerabilidad del derecho a la libertad de Expresión.

Durante los primeros años de la documentación de la violencia contra periodistas, las mujeres prácticamente fueron inexistentes, ¿sería acaso porque a ellas no las violentaban o porque los ojos de quienes estaban documentando no las veían?

Las respuestas a estos cuestionamientos están dadas en el Primer Informe Diagnóstico Violencia contra mujeres periodistas, elaborado por Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC), la casa que durante 23 años ha empujado por la visibilización de la condición social de las mujeres, la no discriminación y el respeto a los derechos humanos de la población femenina, todo desde la labor que nos apasiona todos los días, el periodismo.

Cómo demostrar sin victimismo la condición de vulnerabilidad que conlleva ser mujer y ejercer uno de los oficios y profesiones más peligrosas en nuestro país. Habría que construir una metodología que permitiera desterrar de la invisibilidad masculina lo que ocurre con las periodistas a lo largo y ancho de nuestro país. Metodología que puede ser replicada en cualquier lugar del mundo para proteger la vida de las periodistas.

Desde la década de los años ochenta en que surgen la mayoría de las organizaciones civiles internacionales que promueven y protegen  el derecho a la libertad de expresión consagrada en la Carta Universal de los Derechos humanos, no ha habido un informe específico sobre lo que ocurre con las periodistas.

Ante  la brutalidad de la violencia han surgido en los últimos dos años informes con abordajes específicos, por ejemplo el de la violencia sexual, desde la violación en mujeres periodistas en territorio en guerra, dejando oculta la violencia cotidiana del acoso y el hostigamiento.

Desmenuzar la condición de género que marca a las periodistas aquí y en cualquier parte del mundo es necesario y fundamental para poder proteger a las guardianas.

¿Qué ha pasado en estos años con las periodistas en nuestro país? ¿Cómo viven la violencia y quién las protege? Son revelaciones de este Primer Informe Diagnóstico que se presentará el próximo Jueves 4 de octubre a las once de la mañana, en el Museo  Memoria y Tolerancia, en la Ciudad de México.

Las reflexiones sobre estos y otros hallazgos estarán a cargo de las periodistas Elia Baltazar, Anabel Hernández, Lydia Cacho y la doctora Marcela Lagarde y de los Ríos. La entrada es libre.

* Directora general de CIMAC.

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