¿Tres tercios? El 2012 se juega en los estados

20120223-094914.jpg

JORGE ÁLVAREZ MÁYNEZ *

En los últimos días, la opinión publicada se ha dividido en dos posturas respecto a los escenarios de competencia electoral que podrían darse en el 2012. Mientras algunos creen que la contienda presidencial será una especie de “final entre dos” (Peña Nieto vs. Vázquez Mota), otros creen que la elección es una “carrera de tres” (en la que también se conceden posibilidades a AMLO).

El principal argumento de quienes optan por la primera hipótesis (yo me cuento entre ellos) tiene que ver con la incapacidad real de López Obrador para crecer en las encuestas.
Aunque el grado de aversión hacia AMLO ha disminuido, la mayoría de los electores (especialmente las clases medias y los jóvenes) lo siguen viendo con desconfianza.

Esta desconfianza se da, básicamente, porque López Obrador sufre de varios obstáculos que son producto de los demonios que él mismo ha creado.
El primero de esos demonios es la capacidad de AMLO para convertirse en su propia parodia.

Todos recordamos aquella divertidísima serie que lanzara Televisa hace seis años con el nombre de “El Privilegio de Mandar”, en la que, sin duda, el más cómico de todos los personajes que ahí aparecían era El Peje; y lo era, en buena medida, porque no hay otro político en el concierto nacional que se desenvuelva con tanta intensidad como López Obrador (como lo documentó magistralmente Jorge Zepeda Patterson en su artículo: “El cansancio de Andrés Manuel”).

Con López Obrador hay tela de sobra para cortar porque su intensidad lo hace menospreciar que, tanto las campañas políticas como el ejercicio de gobierno, se han convertido en una batalla que se gana con tiros de precisión y no a base de terquedad.

Cuando AMLO anunció que en su gabinete se integrarían un político audaz como Marcelo Ebrard (en Gobernación), un académico destacado como Rogelio Ramírez de la O (en Hacienda) y un servidor público con autoridad moral y prestigio como Juan Ramón de la Fuente (en Educación), envió las señales correctas.

Sin embargo, al anunciar nombramientos por doquier, incluyendo los de nuevas secretarías y hasta el de quien sería su Consejero Jurídico, terminó haciendo de su audacia política un chiste, tal y como sucedió en 2006, cuando el digno Movimiento de Resistencia Civil Pacífica en el que participamos millones de mexicanos se terminó subordinando a la rancia idea de un “Gobierno Legítimo”.

Otro de los fantasmas de Andrés Manuel es el que tiene que ver con sus aliados.

Cuando el mensaje que más insiste en la renovación ética de la clase política proviene de un hombre que comparte el templete con Alberto Anaya, Dante Delgado, Martí Batres y compañía, el mensaje pierde credibilidad.

Nadie sabe explicar, a ciencia cierta, por qué Andrés Manuel rechazó pactar con algunos gobernadores del PRI en el 2006, en defensa de su puritanismo (que en lo que a él respecta ejerce congruentemente, debo aclarar), y sí aceptó nexos políticos con personajes como José Guadarrama, en Hidalgo, como los que ahora establece con Manuel Bartlett, en Puebla.
Sin embargo, en ese rubro, el Andrés Manuel López Obrador del 2012 sí ha superado al del 2006.

Este año, Andrés Manuel ha tenido la humildad necesaria para buscar aliarse y ser solidario hacia movimientos locales, como el de Enrique Alfaro en Jalisco (a quien se han sumado el exalcalde de Guadalajara panista Fernando Garza y el diputado federal priísta Salvador Caro), con grandes posibilidades de triunfo.

Si López Obrador hubiera actuado con esa sensatez, no solamente contaría con aliados como Alfaro, Manuel Clouthier (quien será candidato al Senado en Sinaloa) y Fernando Canales Stelzer en Nuevo León, sino que la coalición que lo postula habría ganado las gubernaturas de cuando menos tres estados: Nayarit, Zacatecas y Baja California Sur.

Aunque AMLO hoy se muestra preocupado por relanzar su relación con grupos ciudadanos locales, sus aliados lo han alejado de otros actores de primer nivel, como Raymundo Cárdenas y Tomás Torres, en el caso de Zacatecas.

Son demasiados los lugares en los que se ha equivocado terriblemente en sus aliados, como son los casos (además de Zacatecas): el Estado de México, Coahuila, Puebla, Hidalgo, Quintana Roo, Sonora, Chihuahua, Veracruz y Aguascalientes que son entidades que concentran casi la mitad del padrón electoral y en donde prácticamente tiene asegurado un lejano tercer lugar.

En teoría, López Obrador tendría tiempo de recomponer el camino y ser un candidato competitivo, pero tanto él como Josefina Vázquez Mota enfrentan un gravísimo problema: la mayoría de los votantes de AMLO no tienen a Vázquez Mota como su segunda opción, sino a Enrique Peña, y la mayoría de quienes apoyan a Josefina preferirían votar EPN que por López Obrador.

Por eso, el dato más importante a seguir de aquí a la primera quincena de abril es la intención de voto por AMLO. Si para esa fecha, no aparece en porcentajes cercanos a 25 puntos (que hoy ya alcanza Vázquez Mota) volveremos a tener (como en 1994, 2000 y 2006) una elección entre dos.
Sería lamentable que la izquierda mexicana cerrara así el polémico capítulo que se abrió con el fraude electoral de julio de 2006. Pero por la forma en que se desenvolvió su Consejo Nacional, parece que su intención (incluyendo a los “modernos” de Nueva Izquierda y a los “radicales” de Morena) es salvar su pellejo (llámese regiduría, diputación o delegación) aunque para ello tengan que renunciar a gobernar el país.
Hasta el día de hoy, tristemente, López Obrador parece estar de acuerdo con la idea.

* Diputado local
[email protected]

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x