El gobernador no debe compartir el poder

Al término de la glosa del primer informe gubernamental el gobernador Miguel Alonso tendrá que hacer una evaluación sobre el comportamiento, manejo, oficio político y sobre todo, capacidad  argumentativa de los funcionarios que desfilaron frente a los diputados en el congreso local, y que fueron ametralladospor algunos legisladores de oposición.

En un primer balance sobre el resultado de este primer escarceo parlamentario de los funcionarios públicos, el mandatario estatal seguramente tiene una radiografía sobre las capacidades de sus colaboradores, y en base a ello, tomar la decisión de enviar a la lucha electoral a los más capaces o bien, darles las gracias por participar a quienes no han mostrado capacidad político-administrativa.

El mes de diciembre será decisivo para definir la permanencia de algunos funcionarios que no han podido, ni podrán, contribuir a la conducción de la política estatal, puesto que carecen de facultades para lograr los objetivos políticos del mandatario estatal y del Plan Estatal de Desarrollo.

Sin embargo Miguel Alonso no necesita designar a un “malo de la película” para que ponga orden al interior del gabinete, puesto que de hacerlo en ese sentido, estaría cediendo una parte esencial de sus atribuciones, no solo constitucionales sino políticas.

La suplantación de la autoridad significa la cesión del poder y  Miguel Alonso no debe caer en ese esquema que quizá, operó en otros tiempos y circunstancias pero que en nada abonaría al fortalecimiento político y social del mandatario en turno.

La sola mención de que se necesita un “funcionario de mano dura que ponga orden” al interior del equipo de trabajo del gabinete, podría interpretarse como un signo de debilidad que seguramente, el gobernador no estaría dispuesto a consentir, sobre todo cuando apenas lleva un año en el ejercicio del poder público.

 En este contexto habría que tomar en cuenta que Miguel Alonso Reyes conformó un gabinete con los compromisos contraídos con el viejo PRI y con el monrealismo que fue el origen de su inclusión en la política estatal y que, con el correr de los primeros meses del año, marcó distancia con el mandatario estatal.

Además de los compromisos con estas dos corrientes, Alonso Reyes contrajo compromisos políticos con el ex gobernador Genaro Borrego Estrada, a quien le ha cedido algunos espacios menores, pero con quien mantiene una comunicación que podría crecer en los próximos días.

Lo anterior significa que el mandatario estatal no ha podido conformar un gabinete que vaya más acorde a su visión política y por lo tanto, ello se interpreta que aún se está en la fase de reacomodo institucional.

La primera cernida se dará cuando se entre al tiempo límite para la designación de precandidaturas a puestos de elección popular, en la que quizá algunos funcionarios tendrán que renunciar a la dependencia que encabezan, o bien, solicitar licencia para separarse indefinidamente de la presidencia municipal o la diputación local.

La designación de candidaturas a puestos de elección popular será una dura prueba política para el mandatario en turno, puesto que al interior del priismo zacatecano podría generarse un ruido ensordecedor, si es que no se hacen las negociaciones y consensos con oficio político, y por lo tanto, tendrá que ser muy cuidadoso en los nombramientos de quienes se incorporen a su gabinete.

Pero la responsabilidad en el ejercicio del poder y de las atribuciones que le confiere la Constitución, es única y exclusiva del mandatario en turno y no de un “malo de la película”.

Pero es Miguel Alonso Reyes quien decide compartir o no, una parte del poder.

 

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