Adiós al fuero

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El pasado martes presenté, junto al diputado Xerardo Ramírez Muñoz, una iniciativa de Reforma Constitucional, y de Reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo, para eliminar el fuero de los diputados locales y transitar hacia un esquema de inviolabilidad parlamentaria simple.
Entre las disputas internas del Partido Convergencia, y la estridencia que caracteriza los denominados “Asuntos Generales”, nuestra iniciativa recibió poca atención por parte de nuestros compañeros y, consiguientemente, de la opinión pública.

Sin embargo, en redes sociales y medios alternativos, la propuesta fue recibida con beneplácito. Aracely Valenzuela, por ejemplo, escribió en Facebook: “Me parece perfecto, ya que todos somos ciudadanos con derechos y obligaciones, y con esto del fuero los diputados se olvidan de eso y solo ejercen sus derechos y abusan del poder”.

El comentario de esta joven de 26 años resume perfectamente el sentir social con respecto a este tema. El fuero, concebido originalmente para fortalecer el esquema de división de poderes (y que tuvo su origen en las monarquías absolutistas) es hoy percibido por la sociedad como un privilegio inmerecido de ciertos servidores públicos para trasgredir la ley.

No es que la inmunidad parlamentaria se haya vuelto innecesaria. Por el contrario, la propia Organización Global de Parlamentarios contra la Corrupción (GOPAC, por sus siglas en inglés), de la cual formo parte, ha establecido que: “La inmunidad parlamentaria es esencial para la independencia parlamentaria eficaz”.

Sin embargo, esa misma organización también ha señalado con contundencia que: “Un sistema de inmunidad parlamentaria que obstaculice la acusación legítima por acciones criminales puede ofrecer protección a parlamentarios corruptos que abusan de su afiliación al parlamento para beneficio personal”.

Y es ahí en donde nuestra iniciativa pretende inscribirse: en resolver la tensión entre un mecanismo necesario de inviolabilidad para que los legisladores conservemos nuestra autonomía frente al resto de los Poderes, pero que al mismo tiempo no origine un estado de excepción en el que seamos nosotros, como integrantes de un Poder, los que podamos cometer delitos impunemente frente a miembros de otros Poderes o, peor aún, de la sociedad en general.
En una democracia tan golpeada por la desconfianza ciudadana como la mexicana, es crucial que este tipo de debates sean resueltos de cara a la sociedad, pues cada privilegio que la clase política adquiere, ensancha el déficit democrático y acrecenta la brecha entre ciudadanos y gobernantes. Y ese fenómeno, tarde o temprano, se traduce en un menor bienestar social.

Máxime, cuando nuestra historia reciente cuenta entre sus anécdotas más bochornosas con la toma de protesta como Legisladores de políticos vinculados al crimen organizado. Tal es el caso del michoacano Julio César Godoy Toscano, quien fuera evidenciado a nivel nacional sosteniendo tratos con uno de los jefes de la banda criminal conocida como “La Familia”.

Para resolver esta tensión entre inmunidad e impunidad, la propia GOPAC ha generado una declaración durante la segunda conferencia mundial que se celebró en Arusha, Tanzania, en la que se establece que:
“Los parlamentarios deberían adoptar sistemas funcionales de inmunidad parlamentaria que proporcionen protección de acusaciones injustificadas y motivadas políticamente pero que también garanticen que se les impute a los parlamentarios responsabilidad ante la ley”
Nuestra iniciativa, precisamente, parte de esta resolución de la GOPAC, y trata de ser pertinente en el momento histórico en el que vivimos.

Ya hemos presentado propuestas para ampliar el tiempo efectivo de trabajo de la Legislatura, y también un Código de Ética para el Poder Legislativo que obedece a los lineamientos de vanguardia en la materia.

Y no vamos a cesar en nuestro empeño de reconstruir las relaciones de confianza entre la sociedad y una institución fundamental para el buen funcionamiento de nuestro régimen, como es el Congreso del Estado.
Nunca más queremos que se repitan frases, acuñadas por los propios diputados, como aquellas que rezan que “el cargo dura 3 años y la vergüenza toda la vida”. Basta de cinismo y de privilegios a costa de la sociedad.

Es tiempo de decir adiós al fuero y de fortalecer la división de poderes en otros terrenos y con otros cambios legales, como la migración a un sistema político semi-parlamentario.
Decir adiós al fuero es darle la bienvenida a una nueva oportunidad para cerrar la brecha entre gobernantes y gobernados en una época en la que la confianza en los demás se presenta como la única alternativa para que florezca la seguridad ciudadana.

*Diputado local
[email protected]

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