Procesión de Viernes Santo en Zacatecas… La original y la actual

En el libro primero de cofradías del archivo histórico de la catedral de Zacatecas podemos encontrar el acta de fundación y ordenanzas de la Cofradía del Santo Entierro de Cristo Nuestro Señor, fundada en el convento de San Francisco de la ciudad de Zacatecas, el 9 de abril de 1590. Es un documento muy interesante que nos revela todas las acciones que se realizarían al interior y al exterior de la cofradía, entre ellas, la procesión del viernes santo.
El investigador y genealogista Bernardo del Hoyo Calzada nos facilitó referencias documentales que prueban que al menos desde el año 1550 ya se realizaban procesiones durante los diversos días de la Semana Mayor en Zacatecas. Algunas de ellas tenían el carácter de disciplinantes, es decir, que los penitentes se iban azotando por la calles. No obstante, sería hasta 1590 cuando se instituye la Cofradía del Santo Entierro que se encargaría de organizar la procesión del viernes santo. Hasta el momento no hemos encontrado una descripción de la mencionada procesión pero al menos contamos con las disposiciones precisas para realizarla y que nos dan una idea de cómo se llevaba a cabo a finales del siglo XVI. Varios de sus componentes han sobrevivido hasta los albores del siglo XXI y enseguida veremos a cuáles nos referimos.
Las ordenanzas que regulaban la vida de la cofradía y de la procesión comenzaban con el objetivo de esta última, a saber, «que todos los años de nuestra vida, en memoria y remembranza de los acerbísimos dolores y angustias de la Sacratísima Reina de los Ángeles, Madre de Dios y Señora Nuestra, sintió en el descendimiento de su Sacratísimo Hijo, Dios y Señor Nuestro, de su sacrosanta cruz, donde por las entrañas de su misericordia quiso padecer y morir por la salvación de todo el género humano, llevándolo a enterrar y dejándolo en el Santo Sepulcro». Ese era su primer objetivo, conmemorar los dolores que sufrió la Virgen María en los momentos de la pasión y muerte de su hijo, así como recordar aquel doloroso cortejo fúnebre que llevaba a sepultar al redentor de la humanidad.
Pero como no hay amor sin interés, los cofrades pretendían conmemorar sino expiar algunas de sus culpas. Por esa razón, en las ordenanzas declaraban que esto lo hacían «en descuento de las penas que por nuestros pecados hemos de padecer en el purgatorio». Y por estas razones, la procesión tendría que efectuarse «el viernes santo, en la tarde, en cada un año, a la una después del mediodía». En la actualidad se sigue llevando a cabo el viernes de la Semana Mayor pero cuando el sol ya ha comenzado a ocultarse.
Después del mediodía se reunían los cofrades en el claustro del convento franciscano. Hoy día, los participantes de la procesión se congregan en torno a ese antiguo monasterio y el templo de Nuestro Padre Jesús. En las ordenanzas se dice que la marcha doliente recorrería el corazón de la ciudad, pasando por la parroquia mayor (donde está erigida la actual catedral). Igual que ahora. Concluye en la catedral.
Desde 1590, los integrantes de la cofradía no podían incorporarse a los actos religiosos ni al recorrido «sin túnica ni capirote». El uso de esta vestimenta aún prevalece entre la mayoría de los que toman parte en la procesión, similar a los atuendos que se utilizan en el sur de España, región donde esta tradición tiene sus orígenes.
Según las ordenanzas podían participar niñas, niños, mujeres y hombres. Igual que ahora. El silencio de la procesión era roto por los instrumentos musicales que iban «tocando de cuando en cuando, triste y dolorosamente». De la misma forma que se hizo en 1969, cuando participó la Banda de Música del Estado de Zacatecas, y como lo hará en este año 2011, contando también con la intervención de la Banda de Música del Municipio de Guadalupe y la Banda de Música de Tacoaleche, quienes interpretarán música procesional de viernes santo en algunos momentos del recorrido.
En las postrimerías del siglo XVI ya se considerada la presencia de un grupo de cofrades que portaran los objetos relacionados con la pasión y muerte de Cristo («treinta dineros», una escalera, el martillo, los clavos, etcétera). Tradición que sigue viva con la presencia de las damas hebreas.
Y desde luego que no podían faltar los cánticos. También se mencionan en las ordenanzas de la Cofradía del Santo Entierro. Unos clérigos cantores acompañarían a la imagen de la Virgen Dolorosa, «donde con los clérigos y cantores [irían] cantando lo que aquel día se suele cantar». Además, se contemplaba la invitación «a los demás sacerdotes y cantores que hubiese en esta ciudad aquel día para que vayan revestidos, cantando y ayudando a llevar el cuerpo de Cristo». Se está haciendo especial referencia a dos imágenes emblemáticas de la procesión y que ambas son acompañadas con cantores. Algo parecido a lo que pretende incorporarse en este año de 2011. Un solo cantor en un solo sitio: frente al teatro Calderón.
Y por último queremos mencionar que en aquella época de Felipe II, el entorno donde se desarrollaban los actos de religiosidad popular asociados a la procesión del viernes santo debían «vestirse» con luminarias, pendones y estandartes. En nuestro tiempo, esto tampoco ha cambiado mucho… observamos estandartes y pendones… y en el 2011 se colocarán gallardetes luctuosos en los balcones de la Avenida Hidalgo.
Investigación del Cronista de la Ciudad, Manuel González Ramírez
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