El rostro violento queda en video de cazadores

León, Gto.- “Este recuerdo debe de quedar para la posteridad”, dice una voz que parece sentenciar el destino de los cazadores del Coecillo. La luna brillante, el placer de cazar y el rostro más violento del país quedaron grabados en una misma cinta.
Con el transcurrir de los minutos, el video que difundió la Procuraduría General de Justicia de Zacatecas (PGJE) encontrado en una casa de seguridad pasa de de una laguna en Guanajuato, a las montañas Zacatecanas y a una casa de seguridad de sicarios en el municipio de Tabasco.
Con la misma cámara, víctimas y victimarios grabaron fragmentos de sus vidas.
El caminar lento de un cazador abre el video, él mismo, suena un silbato que atrae a la presa. Los chillidos agudos contrastan con lo sigiloso de sus pasos, se congela la imagen, sólo hay sonido. La imagen se corta y cambia inmediatamente, es otro día, el sol delata la tarde, es otro cazador.
El sonido del video es pacífico, aves, el soplar del viento que resbala sobre el agua, insectos que rechiflan y en primer plano un pato, un gran rifle, cambia la imagen y aparece una mano sosteniendo el ave. Alguien presume la presa.
La tranquilidad del video es por un segundo interrumpida por un disparo. Al parecer falla. El proyectil zumba, vulnera el paisaje de Guanajuato y al instante desaparece.
Unos segundos y también desaparece el lugar. Un corte y la locación cambia. Un venado revela que es el viaje del 6 de diciembre, un venado cola blanca y un lince son las víctimas.
Es la imagen viva de uno de los cazadores, son las voces de los que llevan cuatro meses desaparecidos y que hoy únicamente se mantienen en el recuerdo de sus familiares con la esperanza viva al no existir rastro de los cuerpos.
El protagonista es Alan Bocanegra, tiene a sus presas y las muestra, pide que lo graben e intenta saber con certeza que especie es cada una de los animales muertos, “cuantos meses tiene, seis, es un lince, le están saliendo los bigotitos, esta chamaco, todavía no tiene su pinche barba que les salen a los dados. Salude a la cámara mi chingón”, se escucha una voz que graba.
Aunque las autoridades aseguran que no está editado, hay cortes, la imagen se va a negro, sólo un sonido de gis repica y regresa una imagen del lince acostado. Desamarran las presas, comentan, las muestran y con una imagen borrosa hay un corte y reabre la imagen, es el mirador, sólo se detuvieron a tomarse la fotografía del recuerdo, “Y los cazadores en Zacatecas” presume una voz, sin saber que minutos después un auto que paso delante de ellos, los delataría.
Con la imagen de Alan Bocanegra sobre unas rocas se termina el viaje.
La locación ahora es tenebrosa, aunque festiva, el ambiente es de muerte, de impunidad e incluso de cinismo. Sólo son poco más de 3 minutos en que los presuntos sicarios que desaparecieron a los cazadores se graban, con la misma cámara, sin remordimiento.
Es una pared la primera imagen, de fondo se escucha que alguien da o recibe instrucciones por radio. Nuevamente se corta la imagen, ahora es azul. Regresa la actividad con alguien manipulando la cámara.
La cámara es colocada sobre su estuche, olvidan apagarla y sigue grabando mientras revisan otra cámara de video propiedad también de los cazadores. Y mientras corre la grabación revisan sus armas y sarcásticamente celebran obtener un artefacto de esas características “ahorita le compramos la pila, tiene night vision es de francotirador, de aquí a una gasolinera te mato un wey como a un kilómetro, es para cazadores… sabe”, concluye el video mientras intentan encenderla.
Pedro Domínguez
Milenio
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