¿Para qué alcanzan seis mil pesos mensuales?

El  secretario de Hacienda y Crédito Público declaró hace unos días que es necesario mantener bajas las tasas de inflación porque hay familias que con seis pesos mensuales pagan hipoteca inmobiliaria, carro y envían a sus hijos a escuelas particulares.
Evidentemente la afirmación es insostenible. Las hipotecas más modestas en una ciudad media son de por lo menos dos mil pesos, la colegiatura más económica cuesta no menos de mil pesos y pagar un auto subcompacto seminuevo se lleva mil quinientos pesos o más. Quedaría un resto de mil quinientos pesos, que es absolutamente insuficiente para pagar los servicios básicos de agua y luz, la alimentación y los gastos de transporte.
Esta parte de la declaración de Cordero, por ser tan clara en su error acaparó la atención y los comentarios. Sin embargo, la otra parte de la frase es lo más preocupante. Después de más de 15 años de estabilidad de precios con escaso crecimiento económico, Cordero sostiene que es necesario mantener la inflación baja como primera prioridad económica.
Nadie puede estar en contra de tan loable objetivo. El problema es todo lo que se ha sacrificado para mantener baja la inflación en nuestro país. El principal instrumento ha sido una política laboral que ha castigado de manera salvaje al salario. Algunos economistas sostienen que permitir la recuperación salarial equivale a desatar una carrera inflacionaria.
Frenar la inflación ha sido el principal objetivo de la política económica desde el inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en 1988. Se logró frenar la espiral inflacionaria. Sin embargo esto no se ha traducido en un mejor nivel de vida de la población.
La clase media ha aprendido a vivir cada día con  menos recursos. Además la otra cara de la moneda ha sido una reducción drástica de la capacidad del Estado para proporcionar servicios públicos de buena calidad.
La salud, la educación y los cuerpos de seguridad tienen un grado tal de deterioro que están  sumidos en una verdadera crisis. Las respuestas del gobierno han sido desafortunadas y de corto plazo. Si la población se queja de que la educación pública no sirve, al gobierno sólo se le ocurre declarar como deducibles de impuestos las colegiaturas, en lugar de mejorar las escuelas.
Es urgente un cambio de política económica que voltee hacia la clase trabajadora de este país. La prioridad debe ser recuperar el salario en la misma proporción en que se ha incrementado la productividad laboral. Una recuperación salarial basada en productividad permitiría dar dinamismo al mercado interno y recuperar la economía al nivel micro.
Es posible que en los primeros meses veamos un ligero aumento de la inflación, pero como la recuperación de los salarios estaría basada en la productividad, no estaría en riesgo la estabilidad económica de largo plazo.
Ante esta propuesta que han lanzado diversas voces académicas del campo económico, es en el marco en que se da la declaración de  Ernesto Cordero. El mensaje fundamental del Secretario de Hacienda es que no se va a modificar la política de salarios bajos porque hacerlo implicaría un riesgo de inflación. El debate de fondo es ese. La anécdota de los seis mil pesos no es lo fundamental.
La insistencia del gobierno en mantener un rumbo que ha fracasado, es lo que debe estar en el centro del debate.
Muchos de los problemas de violencia que vivimos en este momento se deben a los pocos satisfactores que ofrecen los empleos formales. Cuando a un joven lo obligan a trabajar ocho horas diarias por un salario que no cubre sus necesidades más básicas, lo lógico es que busque alternativas y desgraciadamente la delincuencia es una muy peligrosa pero económicamente opción muy redituable.
El problema de México, al contrario de lo que dicen algunos, no es únicamente de valores (aunque también son fundamentales), sino de estructura económica y oportunidades.
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