¿Se fue el 2011… Y?
Se ha ido el 2011 y en el recuento de los daños, prevalece la percepción de que las cosas en Zacatecas no mejoran de manera importante. Sin duda, el gobierno de la esperanza que encabeza Miguel Alonso Reyes tiene que replantear muy bien cómo afrontar un año electoral como 2012, sin renunciar al progreso y al desarrollo.
Los casi 21 mil millones de pesos que se aplicaron en el presente ejercicio no se vieron reflejados en la economía de las y los zacatecanos. Inseguridad, desempleo y la sequía azotaron con furia al Estado. Negarlo, es engañarse a uno mismo.
Terminar literalmente el 2011 con una balacera en el municipio de Vetagrande no es algo de lo que Zacatecas deba que sentirse orgullo, por el contrario, el tema de inseguridad encabeza hoy día la agenda de prioridades de todo gobernante.
Se ha ido pues el 2011 con más preguntas que respuestas. Si el año que está por concluir ha sido particularmente complicado el 2012 pinta para ser igual o peor, sin embargo, nunca hay que renunciar a que la realidad pueda mejorar. El inicio de la construcción del gasoducto puede cambiar parcialmente la realidad.
Muchos son los retos y desafíos que vienen para Zacatecas. La administración actual debe dar respuestas claras a problemas concretos, la sociedad espera que el cambio que ofreció el gobernador sea real y no sólo de discurso.
A un año y casi cuatro meses de gobierno, me parece que el jefe del Ejecutivo, de manera razonada debe darse el tiempo para comenzar un 2012 con renovados bríos para que Zacatecas salga gradualmente del rezago y la desigualdad. No se falta a la palabra cuando decimos que las cosas no marchan bien.
Sostenemos aún la idea, de que el gobernador se encuentra ante una inmejorable oportunidad histórica de trascender, aunque para ello, irremediablemente deben de venir cambios en su gabinete. Pero cambios serios, no cambiar por cambiar.
Lo más fácil para quienes tenemos la oportunidad de contar con un espacio para expresarnos es destrozar todo, no estar de acuerdo con nada, afortunadamente no es nuestro caso.
Las modestas reflexiones que semana a semana lanzamos no tienen otro fin que consignar la realidad para que esta mejore, a partir de una crítica seria y propositiva, motivada siempre por la consulta seria que hacemos a los diferentes sectores productivos.
Me queda perfectamente claro, que Zacatecas es más grande que sus problemas, pero también los gobiernos del nivel que sean deben hacer su tarea, no hacerlo es faltarle el respeto a la inteligencia de una sociedad tan noble como la nuestra.
Por supuesto, que terminar con el rezago y la desigualdad, no se da de un sexenio para otro, pero con los “presupuestos históricos” que ahora goza Zacatecas, lo menos a los que se puede aspirar es a cambiar esa tristeza realidad de los que ahora hablamos.
Retos y desafíos:
En algunas entregas pasadas, consignamos con oportunidad los retos y desafíos que tendrá que afrontar el -gobierno de la esperanza-. Hoy, a unas horas de que fenezca nos parece pertinente recordarlos. No hay nada nuevo que la sociedad de Zacatecas no esté esperando.
Es claro, que el ciudadano gobernador Miguel Alonso Reyes, tendrá que centrar sus baterías en el 2012 en los siguientes rubros, pero con políticas públicas serias y eficaces. No debe haber cabida para la improvisación y la frivolidad.
a) Irremediablemente, el combate a la inseguridad pública debe continuar, así sea una responsabilidad del Gobierno Federal. El gobernador debe darle certeza a la sociedad de que se está actuando.
b) Zacatecas requiere empleos para que los jóvenes y los adultos no sean presa fácil de la inseguridad. Al haber empleo bien remunerado, por añadidura, los índices delictivos bajan de manera importante.
c) Como nunca antes, el campo zacatecano requiere de apoyos urgentes, pues la prolongada sequía que vive el campo zacatecano demanda políticas públicas y estrategias serias para afrontar este fenómeno.
d) La obra pública es y seguirá siendo el principal generador de empleos, ojalá y que con la construcción del gasoducto mejore este rubro. No está demás señalar que urge una gran alianza entre el Gobierno del Estado y los empresarios. Hay que facilitarle las cosas a los generadores de empleos.
e) El turismo zacatecano requiere de ser revisado. Urge replantear las estrategias que ahora mismo ya no son opción para los visitantes. Mejorar los servicios y dar seguridad a los visitantes, es parte de la solución.
f) Aunque se depende de otros factores externos, el envío de las remesas debe ser alentado, de entrada, con la garantía de que llegarán a su destino. Por años, el envío de dólares movió buena parte de la economía zacatecana. Hoy, ya no es así.
g) Si un sector requiere de apoyos, ese es el del comercio, pero también debe haber un mayor compromiso de quienes se dedican a esta actividad. Una buena alianza entre los microempresarios y Gobierno del Estado podría reactivar a este sector.
Como se podrá observar, los retos y desafíos no son los únicos, pero sí de los más importantes que tiene en puerta la administración alonsista. El problema que vemos en este momento, es que el 2012 será un año electoral, vamos a esperar pacientes si hay voluntad del gobernador para no confundir una cosa con la otra.
Nos queda claro que Zacatecas merece mayor suerte. ¿O que tienen estados como Aguascalientes, Durango, San Luis Potosí, Jalisco, Guanajuato, Querétaro o Coahuila?, que no tengamos nosotros.
Reflexionemos.
Para el anecdotario:
1) Lo dicho: cerrar el 2011 con una balacera en Vetagrande que dejó como saldo 4 personas muertas, como que no es buena señal para 2012. Aún y con todo, se le debe apostar a que la realidad cambiará para miles de ciudadanos que están a la espera de un mejor año, de un Zacatecas más próspero, justo y democrático.
2) El Gobierno de la esperanza de Miguel Alonso Reyes tendrá con la mezcla de recursos federales como 25 mil millones de pesos como presupuesto para ejercer en 2012.
Aunque insuficiente, pero sí dinero para ir sentando las bases del Zacatecas justo que prometió en el Plan Estatal de Desarrollo 2011-2016.
¡Feliz y próspero 2012!
Es mi opinión.