¿Qué se juega en el Estado de México?
Normalmente, cuando se decide titular un artículo con una pregunta, se desarrolla un planteamiento que termina justificando una respuesta final usualmente ubicada en el último párrafo. Esta vez no es así: en el Estado de México se definirá la narrativa que acompañará la elección del 2012.
Si seguimos los comentarios más recurrentes sobre la elección próxima en el Estado de México (el padrón electoral más grande del país) encontramos algunas claves, pero no todas. Por ejemplo, que la alianza entre el PAN y el PRD exhibe el pragmatismo en el que están sumidos ambos partidos y el desdibujado contenido programático que los caracteriza.
Hace un año, le pregunté a Manuel Camacho Solís cuál era la narrativa o el programa de los cuales estarían acompañadas las coaliciones PAN-PRD. “No perder frente al PRI”, me contestó sin vacilar.
Es falso que las alianzas PAN-PRD sean detestables porque se trata de partidos antagónicos en términos ideológicos. Nada más sano en una democracia que el diálogo y el acuerdo entre fuerzas políticas que se oponen entre sí.
Lo verdaderamente condenable es que estas coaliciones se ciñen estrictamente a motivaciones electorales, sin que haya una agenda común en ninguna de las cámaras del Poder Legislativo a nivel federal. Tampoco hay una plataforma mínima respecto a temas centrales en las entidades, como la transparencia, las finanzas públicas, el sistema político y la política social. Se unen, como bien dijo Camacho, con el único objetivo de que “no gane el PRI”.
Sin embargo, en el otro lado del cuadrilátero no se construye algo muy distinto. Si bien es cierto que no hay ningún programa articulado que unifique de forma legítima los intereses del PAN y el PRD, también es cierto que algo parecido sucede en el PRI.
¿Cuál es la narrativa programática que el PRI construye rumbo al 2012? No queda muy claro en medio de la dirigencia colegiada que, en los hechos, integran: Manlio Fabio Beltrones, Humberto Moreira, Beatriz Paredes, Enrique Peña Nieto y Emilio Gamboa Patrón.
Beltrones ha esbozado algunas ideas y propuestas específicas en temas como la Reforma del Estado, que apuntan hacia un sistema semi-parlamentario. Ideas totalmente distintas y casi opuestas a lo que Enrique Peña Nieto ha escrito sobre la necesidad de propiciar las mayorías que fortalezcan al régimen presidencial.
Humberto Moreira encabeza una visión popular sobre el deber ser del gobierno: uniformes escolares gratuitos, medicinas a bajísimos costes y un rol preponderante de la inversión pública en circuitos económicos estratégicos; Emilio Gamboa representa la visión de los servidores públicos como “facilitadores” de los intereses privados.
Y este panorama, de forma global, se refleja en el Estado de México.
En el PAN y en el PRD se desdeñan las trayectorias de sus principales figuras (José Luis Durán, Luis Felipe Bravo Mena, Alejandro Encinas, Yeidckol Polevnsky) y se afirma, públicamente, que están “en espera” de que algún priísta inconforme encabece su opción electoral. (Sueñan con que el popular alcalde de Ecatepec, Eruviel Ávila, decida romper con el PRI)
Pero en el PRI conviven proyectos que, sin ser antagónicos, tienen implicaciones muy distintas rumbo al 2012. Veo muy pocas coincidencias entre los programas sociales “de la gente” que impulsó Humberto Moreira en Coahuila, y los proyectos de gobierno que podrían identificar a Alfredo del Mazo o Luis Videgaray.
Y aunque los partidos políticos sigan evidenciando un gran desprecio sobre la propuesta programática, creo que la clave del 2012 radicará en dicho apartado.
Con o sin alianza PAN-PRD, habrá un buen sector del electorado (el llamado electorado “switcher”) que votará opciones liberales y democráticas que dichos partidos presenten (básicamente, del perfil de Marcelo Ebrard o Josefina Vázquez Mota) siempre y cuando,haya detrás de sus candidaturas una consistencia programática tal que garantice un punto de inflexión entre la alternancia y la ansiada transición que la vida pública de México reclama.
Por otra parte, el partido que arranca como gran favorito para ganar las elecciones del 2012 podrá pavimentar su camino a Los Pinos en la medida en que pueda convencer a los votantes “switchers” de que Enrique Peña Nieto tiene tras de sí un programa claro y detallado para la reactivación económica y la restauración del Estado de Derecho.
Desde mi punto de vista, si el PRI logra armar una propuesta que conjunte la sofisticación programática que ha esbozado Manlio Fabio Beltrones, que reivindique las causas populares privilegiadas por Humberto Moreira y que construya los puentes políticos que naturalmente despliega Beatriz Paredes, la elección será un día de campo para el tricolor.
Esta conjunción tiene que hacerse evidente ante la opinión pública en las candidaturas a la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores, y así evitar entrar en la narrativa PAN-PRD que intenta colocar al 2012, de nueva cuenta, como un referéndum entre “lo nuevo” y “lo viejo”.
Sin programa, no hay paraíso.