¿Por qué tantas iniciativas?
Una de las opiniones más recurrentes que recibo en cafés y puntos de reunión de la clase política es que debería evaluar la pertinencia de presentar menos iniciativas en la Legislatura. Que me “desgasta” presentar tantas y que debería concentrar esfuerzos en menos propuestas.
Me parece que, en principio, es una opinión válida. La política es una aspiración a la transformación de la realidad y no una acción contemplativa. No basta con “ganar el debate” ni obtener victorias morales; se necesita tener vocación de mayoría y de construcción de acuerdos.
En realidad, la idea de presentar una importante cantidad de iniciativas no es producto de la falta de estrategia para generar acuerdos, sino todo lo contrario. Ha sido el punto de partida para llegar a ellos y la acción política que da legitimidad a una narrativa de cambio radical que hemos decidido construir.
Hay una serie de iniciativas para cada tema que actualmente consterna a la sociedad; y de entre ellas, hay la posibilidad de elegir por dónde empezar. Lo que no aceptamos, por ninguna razón del mundo, es que la decisión sea no empezar; no evaluar ninguna; no discutir y no reformar las leyes fundamentales que definen nuestro marco jurídico.
Por ejemplo, en lo que tiene ver con el grado de solidaridad de la sociedad hemos presentado desde iniciativas polémicas que reivindican los derechos de grupos excluidos, como las sociedades de convivencia en el caso de la diversidad sexual, pero también como la iniciativa en materia de obligaciones familiares, fundamentalmente dirigida a familias monoparentales y adultos mayores en situación de abandono.
En lo que tiene que ver con la preocupación ética por frenar la descomposición que vive el Estado mexicano, también tenemos propuestas: desde la ley reglamentaria para fijar topes a los altos sueldos de los funcionarios públicos y privilegios paralelos, hasta la creación de un código de ética para el Poder Legislativo y la iniciativa para eliminar el fuero de los funcionarios públicos.
En esos temas, por ejemplo, la capacidad para generar acuerdos la hemos demostrado sumándonos decididamente a otras iniciativas sin celos políticos como la de la diputada Geovanna Bañuelos, en materia de Adultos Mayores, o la de mi compañera Noemí Luna, en lo que respecta a transparencia.
Volviendo a las iniciativas presentadas, otra importante cantidad están relacionadas con reformas penales. Para nosotros es inconcebible que el sistema de valores que refleja nuestro Código sea uno misógino y pre-moderno. Imaginemos el contrasentido mediante el que se penaliza el adulterio pero no el feminicidio.
En materia de derecho constitucional, hemos presentado propuestas para poner nuestra ley fundamental a la vanguardia, estableciendo el derecho al agua, elevando a rango constitucional los Objetivos del Milenio y sumándonos al importante trabajo que hizo la Comisión de Puntos Constitucionales, encabezada por la diputada Luz Domínguez, en materia de ampliación del catálogo de derechos humanos que cuentan con protección constitucional.
Y respecto a la calidad de la democracia, una propuesta fundamental es que se homologuen las elecciones locales y federales con 3 propósitos: ampliar las ventanas de oportunidad para los acuerdos políticos, reducir el costo de las elecciones e incrementar la participación ciudadana.
Esa es la parte sustantiva de la agenda legislativa que hasta el momento hemos presentado, sin exceptuar otra decena de iniciativas de reforma y las ya aprobadas (como Desarrollo Metropolitano y Verificación Vehicular, avaladas por unanimidad en el pleno).
No creo que esa cantidad de iniciativas deba entenderse como una afrenta para nadie sino como un principio para construir mayorías. El mensaje a la sociedad es claro: sus problemas cotidianos marcan el ritmo de nuestra propuesta parlamentaria.
La democracia que requiere México debe ser eminentemente deliberativa en dos frentes: el interno, entre los propios actores políticos, y el externo, hacia la sociedad en su conjunto.
Proponer es un principio, el debate es la estrategia.
*Diputado local
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