¿Por qué seguir en Primero Zacatecas?

Desde el inicio de mi gestión como diputado local he recibido constantemente la misma pregunta: ¿Por qué formar parte de la fracción Primero Zacatecas?
Me interesa, sobre todo, responder a las decenas de amigos que me han cuestionado lo mismo de buena fe. ¿Por qué seguir en la fracción a la que yo mismo he responsabilizado por detener las reformas de largo aliento que han sido planteadas en la LX Legislatura? ¿No sería más congruente denunciar y criticar desde afuera?
Mi respuesta es que no. Y la razón fundamental para pensar así tiene que ver con mi escala de prioridades; no se trata de tomar decisiones políticamente correctas frente a la opinión pública, sino las que sean correctas y útiles a las convicciones programáticas que se defienden.
Para ello, estoy dispuesto a defender hasta el último día de mi gestión como diputado local mi permanencia en Primero Zacatecas; en la coalición de fuerzas políticas y de ciudadanos libres que nos llevaron a obtener la votación más alta en la historia del estado.
Mi permanencia en Primero Zacatecas, es cierto, intenta ser representativa de los miles de militantes de izquierda que decidimos apoyar a Miguel Alonso. Estoy en Primero Zacatecas porque no tenemos por qué renunciar a ser gobierno quienes, habiendo participado en las transformaciones democráticas de los últimos 12 años, decidimos no avalar una imposición irracional.
Intento representar a los miles de ciudadanos que creen que con los dos últimos gobiernos estatales Zacatecas tuvo muchos avances; entre ellos, un crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita del 4% anual y la tasa más alta de generación de empleos que se recuerde. Pero que advirtieron una desviación en el camino y una negativa permanente a plantear las reformas políticas (democracia participativa) y éticas (tribunal de cuentas, transparencia, salarios máximos) que la transición demandaba.
También aspiro a representar a quienes a los miles de zacatecanos de izquierda que defendieron el cambio democrático de 1998 y que creyeron en la consolidación democrática del 2004, pero que nunca fueron cómplices de ningún hecho vergonzante.
A quienes se sintieron identificados con los gobiernos de izquierda, sin tener que obtener contratos millonarios para obras suntuosas, a quienes no aceptaron intercambiar despensas por votos y que ni siquiera intentaron utilizar su cercanía con funcionarios públicos para obtener una licencia para vender alcohol, una concesión de taxi o boletos gratuitos para eventos de gala.
Me identifico con aquellos que no han sido parte de la “burbuja” en ninguna de las administraciones anteriores, y que se rehúsan a que en este gobierno se constituya una nueva burbuja que excluya; a quienes no avalan la exclusión que se intenta hacer de los ciudadanos sin partido, o con una militancia distinta al PRI, y que fueron centrales en la victoria electoral de Miguel Alonso y que serán centrales para que este gobierno tenga el éxito que todos esperamos.
Todos los ciudadanos que antes he enunciado tienen un lugar en Primero Zacatecas y tienen un lugar en el proyecto de transformación sexenal que encabeza Miguel Alonso.
Si esos miles de zacatecanos no aspiraran a transformar Zacatecas desde las instituciones públicas, no habrían decidido conformar la coalición Primero Zacatecas en el 2010. Si hubieran querido adoptar posiciones testimoniales, o garantizar beneficios individuales inmediatos, no hubieran apoyado pública y decididamente a la fuerza política que triunfó el 4 de julio.
Todos esos ciudadanos estaban dispuestos a ser candidatos en sus distritos y en sus municipios, mientras muchos de los políticos de renombre que hoy reclaman espacios se rehusaban a participar en candidaturas y disputaban los lugares de representación proporcional.
Entre esos ciudadanos, existen todavía esperanzas de que las cosas cambien. Esperanzas de que los funcionarios públicos renunciemos a privilegios irracionales y de que construyamos una narrativa de largo plazo para Zacatecas, que permita enfrentar la tragedia histórica del desempleo y la nueva tragedia de la inseguridad.
Muchos de esos ciudadanos son priístas y lo fueron durante todos estos años, por lealtad a su institución. Los priístas que no jugaron doble, que no aceptaron sobornos del gobierno estatal ni promovieron la traición a su partido desde dentro y en silencio, merecen un altísimo reconocimiento por haber aceptado a Miguel Alonso como su candidato.
Pero también lo merecen aquellos que, habiendo sido priístas, decidieron, en su momento, no avalar la imposición que tuvo lugar en 1998. Cuando se utiliza el término “monrealista” como despectivo, se olvida la gran contribución a la democracia que tuvieron miles de zacatecanos en su momento.
Y también merecen el reconocimiento aquellos militantes de izquierda que aceptaron competir permanentemente en elecciones en las que sabían que iban a perder, persiguiendo una utopía. Y que, cuando el partido que habían creado y el gobierno al que habían dado lugar, traicionaron dicha utopía de forma irreversible, tuvieron el valor de renunciar al pedestal de la “izquierda chic” y apostaron por la democracia.
Estas tres fuerzas políticas tienen un denominador común: una preocupación ética que han antepuesto a sus intereses personales. Estas tres fuerzas políticas, más la fuerza mayoritaria de ciudadanos sin partido, deben coexistir los próximos 6 años y tener una agenda programática clara y de largo alcance.
Eso es Primero Zacatecas, y por eso quiero seguir perteneciendo a esa gran fuerza. Es una fuerza gobernante que por definición es una mayoría, y, como todas las mayorías, es compleja y contradictoria (así lo señaló el ex presidente español Felipe González). No debemos perdernos en mezquindades y caprichos personales.
Es tiempo de poner a Zacatecas en movimiento, de poner a nuestro estado en el mapa nacional. Nunca hemos tenido una mejor oportunidad.
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