Breves recetas de Economía: ¿Qué es la inflación y cómo se calcula?

JAVIER LARA CABALLERO

La inflación es una de las peores pesadillas para cualquier economía y para cualquier ciudadano. El hecho de que las cosas aumenten de precio constantemente siempre termina por lastimar a quienes menos tienen.

Teóricamente, cuando la inflación es baja; es decir, cuando los precios de los productos se mantienen relativamente estables, es porque existe solidez en la economía. Basta con hacer una revisión de algunos casos para sustentar esa afirmación. Tomemos, por ejemplo, el caso de Venezuela: para el 2019, el FMI pronostica una inflación de 10.000.000 por ciento, lo que es realmente una locura dificil de imaginar. Para el caso de nuestro país, las predicciones se ubican entre el 4 y el 6 por ciento, en el peor de los casos.

La pregunta obligada es ¿Cómo se mide la inflación? En nuestro país, existe un instrumento denominado “Indice Nacional de Precios al Consumidor”, el cual se encarga de medir la variación de los precios de una canasta compuesta de 283 bienes y servicios genéricos, desde los productos más consumidos, hasta aquellos que se encuentran fuera de la órbita de consumo del ciudadano promedio, ya que se consideran “artículos de lujo”.

Cuando se compara la evolución de los precios de esos artículos, entonces se define si los mismos aumentaron 3, 4,5 o 6 por ciento, y esa será la cifra oficial de la inflación en México. Es una forma un tanto engañosa de medir la realidad, porque puede darse que los productos más costosos no suban de precio y los de consumo masivo, si, lo que afectaría mucho más a los pobres que a los ricos.

Para medir el impacto real en los sectores más desprotegidos, un grupo de economistas diseño hace algunos años, lo que se conoce como “la canasta básica”, que se integra de alrededor de 80 productos, y cuyo contenido se acerca mucho más a la realidad de los mexicanos promedio, por lo que cada vez es más tomada en cuenta como el verdadero termómetro de precios, en lugar del INPC.

Obviamente, en la medición de la inflación, existen enormes intereses económicos y políticos. Eso es muy obvio cuando se trata de negociar los aumentos salariales, ya que los incrementos se basan en la inflación. Teóricamente, si los salarios aumentan más que la inflación, el poder adquisitivo se recupera. Las cifras oficiales de inflación también son utilizadas para calcular multas y hasta intereses bancarios.

Esos intereses económicos son tan obvios que, quedan al descubierto a las primeras de cambio. Uno de los argumentos principales para no aumentar el salario mínimo, se basaba en la afirmación de que un aumento significativo podría resultar inflacionario. La lógica presentada es que, si se aumentaba el dinero en circulación, los precios podrían aumentar. En contraparte, cuando se registraron los gasolinazos, el gobierno federal salió corriendo a decir que eso de ninguna manera generaría presiones inflacionarias, cuando todos en este país sabemos que, si sube la gasolina, sube todo lo demás, y no necesitamos ser economistas para saber que eso es cierto.

Considerando lo que aquí hemos expuesto, la próxima ocasión que se encuentren en una negociación salarial, utilicen como argumento la inflación, pero la de la canasta básica, no del INPC. De conseguir imponer su razonamiento, tengan la certeza que estarán en la vía de la recuperación de su poder adquisitivo.

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