Monreal se eleva

ENRIQUE BERNÁLDEZ RAYAS

Toda persona que sea depositaria de la presidencia nacional de un partido político tiene obligaciones legales y éticas relevantes. Independientemente de sus responsabilidades y atribuciones en materia de dirección política, se espera que sea un factor de unidad entre los militantes y no generadora de discordias estériles. Caso contrario el de Yeidckol Polevnsky que no se muestra imparcial en el proceso extraordinario de nominación en Puebla.

Extraña su actitud porque además Polevnsky, como Presidenta del Partido en el poder, se atreve a utilizar generalizaciones con adjetivos infamantes para militantes de Morena: sabandijas.

No hay espacio para interpretaciones, Yeidckol afirma conceptualmente que hay personas perjudiciales y despreciables lo cual es sumamente lamentable. El artículo 3 de los Estatutos de Morena, indica en su inciso j que se tiene como fundamento partidista:

“El rechazo a la práctica de la denostación o calumnia pública entre miembros o dirigentes de nuestro partido, práctica que suele ser inducida o auspiciada por nuestros adversarios con el propósito de debilitarnos o desprestigiarnos. Si existe presunción o prueba de faltas graves cometidas por un/a militante o dirigente, quienes pretendan que se investiguen, y en su caso, se sancione, deberán acudir a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, la que resolverá de acuerdo con los principios y normas de nuestro partido”. 

Con estas referencias, es desconcertante la ligereza con la que Yeidckol acusa a militantes con todo y el derecho que tiene de acudir al órgano jurisdiccional de Morena. Pero esta actitud de auto sabotaje me parece que tiene dos vertientes. La primera es porque tuvo la insensibilidad de asegurar que Miguel Barbosa sería de nuevo el candidato de Morena a Gobernador en Puebla, cuando las cenizas en el lugar del helicopterazo aún estaban tibias.

El bloque de senadores de Morena que planteó de manera legítima otra alternativa de postulación en Puebla, fue porque identificó un desgaste y polarización en la figura de Barbosa. El perfil proveniente de la Cámara Alta Alejandro Armenta, representa un rostro fresco, altamente competitivo, con prestigio, alejado del escándalo y de la dinámica belicosa que se empeñan en reproducir Yeidckol y Barbosa.

El otro frente abierto que tiene Yeidckol es que en octubre culmina su etapa como Presidenta de Morena y es evidente que le urge reflector porque no tiene certeza alguna: no se reelegirá y tampoco tiene espacio que asumir en el Congreso Federal. Durante este periodo menguante de la dirigencia en Morena, las baterías de Yeidckol se concentrarán en alcanzar la suficiente notoriedad como para desplazar a alguien del gabinete federal. Por su actitud, se nota que jamás aceptaría un papel secundario en el gabinete ampliado, por eso hace rounds de sombra, porque además nadie le ha comprado el pleito a pesar de sus declaraciones irresponsables.

Si Morena postula  a Armenta, Yeidckol pierde porque se resistió a una opción triunfadora y moderada. Si Morena postula a Barbosa, Yeidckol también pierde porque habrá herido a muchos nobles militantes del proyecto social del Presidente López Obrador.

Mientras tanto, en cualquier escenario el senador Ricardo Monreal Ávila gana, porque como parlamentario ha demostrado sus extraordinarias habilidades y como militante fundador de Morena, ha sido congruente en construir alternativas que fortalezcan al Movimiento. Monreal se eleva porque ha sido caballeroso y prudente ante el tono irascible y perdona vidas que posee a Yeidckol.

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