Silencio y miopía gubernamental sobre feminicidio

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

El feminicidio crece en México y no se detiene tampoco en Oaxaca.

En esta entidad, de acuerdo al recuento hemerográfico de Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca, han ocurrido hasta este día 210 asesinatos de mujeres en la actual administración pública que encabeza Alejandro Murat Hinojosa. Es decir, en lo que va de agosto se han sumado 10 actos de feminicidio más.

Pese a todo, aun cuando resulta alarmante para algunos sectores de la sociedad civil, sobre todo organizaciones feministas, el fenómeno del feminicidio no parece ser urgente para el gobernante en turno. Ni una sola declaración seria al respecto en los últimos meses.

También se ha postergado, inexplicablemente, la declaratoria de Alerta de Género contra las Mujeres que sería para todo el territorio de Oaxaca, es decir, los 570 municipios de la entidad por parte de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM).

Únicamente para recordar citaré parte de una nota publicado por SemMéxico el pasado 9 de agosto. En ella, menciono los informes publicados por la asociación civil Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad-Oaxaca, que revelan que durante el gobierno de José Murat Casab (diciembre de 1988-noviembre de 2004), ocurrieron 429 asesinatos contra mujeres en los 72 meses que comprendió esa administración, lo que equivale a 5.9 asesinatos violentos contra mujeres por mes.

En la administración de Ulises Ruiz Ortiz, los datos del recuento hemerográfico señalan que ocurrieron 283, es decir, 3.9 por cada mes de los 72 meses que gobernó. Con Gabino Cué Monteagudo, el único que ha sido mandatario de Oaxaca, por siglas distintas al PRI, se contabilizaron 419 feminicidios en Oaxaca, 5.8 por cada mes de su administración.

Hoy, en solo 19 meses de gobierno de Alejandro Murat, se registraron 195 asesinatos de mujeres. Es decir, en 19 meses de gobierno –hasta julio-, se han cometido 10.5 asesinatos de mujeres por mes en Oaxaca. A lo que se suman entonces otros 15 asesinatos contra mujeres en agosto.

En estos sexenios concluidos y en lo que va del actual suman mil 346 asesinatos de mujeres en esta entidad.

Todo ello, insisto, resultado prioritariamente de la ausencia de una política pública destinada a prevenir y erradicar la violencia feminicida y el feminicidio en Oaxaca, mismo mal que ocurre en el resto del país.

Las cifras nos sirven para mostrar el tamaño del problema, que es sumamente grande y grave, y que la miopía institucional, en específico del gobernador en turno, no ve por ningún lado.

Son años y años de poner el dedo en el renglón. Un día sí y otro también sabemos del feminicidio de una o varias mujeres, por las sin razones que ustedes ya conocen. Ninguno de los cuatro gobernadores aquí mencionados hizo absolutamente nada y nada es nada y a eso hay que sumarle la ineficacia, falta de sensibilidad y sobre todo falta de conocimientos de quienes han tenido la responsabilidad de emprender acciones a través de las instituciones que se han creado para ello.

Hoy hay silencio. Un grave silencio que debe ponernos a pensar ¿qué hemos hecho mal las mujeres que vivimos en Oaxaca para merecer el desprecio de un gobernante como Alejandro Murat que tiene en sus manos un estado atravesado por la violencia, la corrupción y el narcotráfico?

Una condición con efectos que derivan en conflictos y asesinatos misóginos contra mujeres por problemas político-electorales, disputas por el territorio (entre comunidades o de comunidades con empresas mineras, eólicas y todo lo que signifique saqueo de recursos) y el crimen organizado que incluye narcotráfico-trata.

Tropiezos que la gente ve todos los días y que contrastan con una actitud vana y superflua de quien se pavonea en actos atléticos, en la defensa de la denominación de origen del mezcal, los actos partidistas como XLIII Sesión Extraordinaria del Consejo Político Nacional del PRI y en la gran fiesta comercial que no cultural de la Guelaguetza pero ni una sola declaración sobre la violencia que cada día le cuesta la vida a las mujeres en Oaxaca.

Sobre sus hombros pesa el grave significado que implica que hoy hablar de mujeres asesinadas en Oaxaca: reconocer que ha duplicado el número por mes con respecto a su antecesor Gabino Cué Monteagudo o que ha triplicado a Ulises Ruiz.

Para eso sirven las estadísticas para develar, como en este caso, una triste verdad:

Tanto el padre José Murat como el hijo Alejandro Murat registran durante sus gestiones las cifras más altas de feminicidios por mes durante sus administraciones, las cuales han estado separadas por 12 años de gestiones de los otros dos gobernadores. ¿Sintomático o coincidencia?

Lo que vemos es un claro desinterés. Porque el grave problema de Alejandro Murat es que todavía le restan meses de gestión más de 50 meses de ahí la urgencia de dejar de bailar, subirse al torito, cantar, correr en competencias irrelevantes y otras de esas actividades que le encanta hacer, el músculo hay que mostrarlo en las políticas públicas. Gobernar exige mucho más que diversión y relax. Gobernar exige honestidad, transparencia y buenos resultados para las y los gobernados.

A la estructural violencia machista se le agrega la violencia del crimen organizado bajo la complacencia y permiso de muchas autoridades de todos los niveles, por miedo o por corrupción, como sea que sea, lo cierto es que en Oaxaca el asentamiento de esta última violencia podría generar otros inesperados escenarios. Y conste que lo advertimos. No es demasiado tarde.

Ya el pueblo de Oaxaca ha mostrado que es capaz de organizarse contra los actos que considera como injusticia social, podría hacerlo frente a la indiferencia que ha roto su seguridad y que cuesta la vida de sus hijas.

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