Querido amor heteronormado. Segunda y última parte

ARGENTINA CASANOVA

Si te quiero es porque sos/mi amor mi cómplice y todo/y en la calle codo a codo/somos mucho más que dos

Mario Benedetti

Querido amor heteronormado… tengo algo que decirte… cuando tú no estás a mi lado, el mundo es bien distinto para mí, yo no puedo caminar libremente por las calles sin que el miedo a que algo suceda que me impida llegar a encontrarnos al final del día, y no vuelvas a saber de mí porque algún desconocido lastimó mi cuerpo en un momento en el que tuvo oportunidad en una calle solitaria o cuando abordé un taxi.

Querido amor heteronormado no dejo de pensar en ese testimonio de la chica que contó ante un juez que el momento del ataque feminicida del que sobrevivió, después de tantas puñaladas, el momento que más le dolió no fueron las cuchilladas sino cuando volvió a mirar que quien la lastimaba era el hombre que amaba. “No podía creer que él me estuviera intentando matar”.

Yo sé, confío en que no hay violencia en ti, que no hay esos celos que ahogan y maltratan, que en ti no hay los reclamos, la desconfianza, ni el miedo que este sistema patriarcal pone en el corazón de los hombres haciendo su masculinidad tan frágil que cualquier gesto de las mujeres amenaza con quebrarlos, por esto te he elegido como mi compañero y por esto te escribo esta carta.

Querido amor heteronormado, si bien has vivido y crecido en este sistema que dice que la muerte de las mujeres no es tan grave, que sus asesinos -muchos de ellos, sus parejas- son juzgados con mano suave, mientras que las mujeres que defienden sus vidas son juzgadas con dureza, y que muchas de las ideas que pasan por tu cabeza -como en la mía- son resultado de este sistema social heteronormado en el que ambos fuimos educados.

Sanos hijos de nuestra generación, sano y sana hija del patriarcado a diario pasan por nuestra cabeza mil ideas que se rigen a partir de creer un deber ser para los hombres y uno para las mujeres, que a mí, a mí también me llenan la cabeza de humo y me llevan a tener mil inseguridades sobre mi cuerpo, mi piel, el color de mi cabello, mi edad, y que esta sociedad me dice que nunca seré lo suficientemente valiosa por más que me esfuerce para competir en este mundo con los éxitos laborales que un hombre pueda alcanzar.

¿Cómo confesar que yo he preferido mi carrera profesional antes que tener un hijo y que aún después de todo lo logrado, me da miedo no saber educar correctamente, no tener la fuerza para dar todos los cuidados y que elegí no tener hijos porque no encontré al hombre en el que pudiera confiar que no me dejaría sola en una tarea elegida entre dos, porque lo mío no fue la maternidad en solitario?

Querido amor heteronormado, así, así dicen mis hermanas feministas que sufren si aman a un hombre heteronormado, machista y patriarcal, pero sufren mucho más cuando se topan con un aliado que utiliza esa supuesta alianza y comprensión, sin confrontar nuestras ideas “feministas”, pero que se aprovecha de la confianza que las mujeres a su alrededor le brindan para robarse sus ideas o apropiarse de sus triunfos profesionales además de competir con ventaja sobre ellas a las que solo mira como un escalón sobre el cual pisar.

Querido amor heteronormado, así patriarcal como yo, pero consciente de que a su lado vive un corazón feminista que lucha, que trabaja por los derechos de todas las mujeres y que busca sobrevivir en un mundo en el que las mujeres salimos a la calle con miedo a no volver, que nos enviamos mensajes entre nosotras para saber si estamos bien, si llegamos a casa después de abordar el taxi.

Que no es fácil trabajar 20 años defendiendo derechos de mujeres que han vivido la violencia de quienes amaban, que no es sencillo para ninguna de nosotras las que lidiamos todos los días con la violencia de género y sus efectos en la vida de las mujeres, pero elegimos amar a un hombre y elegimos pensar que la vida puede ser mejor cambiando juntos esta sociedad para que ambos vivamos en una sociedad sin violencia sin miedo a que en el camino algo suceda que no permita volver a vernos.

Creemos que el cambio en ustedes, los amores, los hijos, los hermanos, los padres, los tíos y sobrinos tiene sus propios procesos, y que poco a poco los aprenderán, pero se nos acaba el tiempo, nos matan en la calle a cualquier hora y no podemos defendernos del desconocido y mucho menos de los hombres que amamos. Que así como hubo en el pasado algunos hombres que no violentaron a sus parejas ni obtuvieron privilegios a costa de la vida y la salud de las mujeres, así puede haber cada vez más hasta construir un mundo más justo para las niñas, las jóvenes y las mujeres adultas.

Que la violencia contra las mujeres tiene mil caras y que desenmascararlas nos servirá a todas para vivir libres de esa violencia, que podremos caminar juntos y de la mano, y que cuando yo no tenga tu hombro para poner mi cabeza, cuando no tenga tu mano sosteniendo la mía, podré caminar segura para volver a casa y compartir tareas en el cuidado mutuo, porque solo el amor en tiempos de polarizadas violencias reconstruye de nuevo la vida.

* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche

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