Morena ¿un cascarón?

GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ

La crisis de integración al interior del Movimiento de Regeneración Nacional en Zacatecas comienza a perfilar los grandes rezagos de un partido que pretende hacerse pasar entre sus contrincantes como un grupo político democrático, incluyente y con un proyecto alternativo de nación. Desde luego, en los hechos resulta todo lo contrario.

Morena en Zacatecas se encuentra lejos de construir estructuras “ciudadanas” de voto por dos simples factores: el proyecto de nación es secundario –a veces ausente- a su programa de gobierno, el cual depende de las decisiones, gestiones y acuerdos políticos que construya su figura única máxima, Andrés Manuel López Obrador, con un estilo impositivo dentro del partido que evoca al grado de influencia y disciplina del partido hegemónico (PRI) durante el siglo 20.

Al dejar para un segundo momento un proyecto de nación programático, que permita prioritariamente la cercanía a las agendas ciudadanas (ahí donde la población encuentra identidad), su mayor activo se convierte en la oferta de oposición radical que representa el máximo jerarca del partido. Esto es, el oxígeno para López Obrador en cada contienda presidencial es aquél que obtiene a partir de los desaciertos del gobierno en turno, desde hace dos sexenios.

Como resultado, el Movimiento de Regeneración Nacional representa hoy la paradoja de la inconformidad e insatisfacción ciudadana asimilada en un organismo contemporáneo que se rige por normas autoritarias. La imposición de candidaturas ya propició una contundente derrota en la entidad durante 2016 al disimular la unidad interna, siempre y cuando ésta no interfiriera con los intereses de Ricardo, David y Saúl Monreal –intereses que nunca fueron homogéneos entre los mismos hermanos.

Otro de los elementos contradictorios responde a la “expiación” de los “impuros” que pone en práctica Andrés Manuel como especie de bautizo y conversión de personajes políticos que en su momento formaban parte de “la mafia en el poder”. Entre estos ya encontramos a Manuel Bartlett, Lino Corrodi, Eva Cadena, Nacho Frayre (ahora independiente), y otros más por incorporarse a sus filas mediante este método.

No importa qué tan discrepante, absurdo o incoherente resulte el criterio del “presidente nacional” del partido, siempre y cuando forme parte del inventario de acuerdos para derrotar a sus contrincantes -a como dé lugar- en la contienda del 2018, López Obrador podrá justificar cualquier movimiento en el tablero que pavimente el camino al Palacio Nacional, donde le gustaría despachar.

Sin embargo, el escenario presente ya lo hemos vivido en dos ocasiones anteriores (2012 y 2016): Andrés Manuel a la cabeza de las intenciones de voto; decisiones cuestionables del aspirante de Morena que lo llevan a perder adeptos y que robustecen los consensos entre sus adversarios. El tabasqueño es una amenaza para él mismo, no para el país, cuando intenta irrumpir en el panorama electoral con un esquema de gobierno audaz y pocos aliados estratégicos para ponerlo en práctica.

Nuevamente López Obrador mantiene la ventaja en los sondeos públicos rumbo al 2018, pero en lo concerniente a las estructuras del Movimiento de Regeneración Nacional la constante se mantiene en la división y la sumisión de la militancia. Esto lo lleva al tercer lugar de las preferencias en la construcción de las bancadas al interior de la Cámara de Diputados, de acuerdo a la encuesta del diario El Financiero del pasado 2 de julio.

En los estados, la movilización del voto duro sigue definiendo la composición del Congreso de la Unión. Si bien es cierto que Morena ha logrado mayor representatividad en las cámaras, lo es sólo por la fuerza de Andrés Manuel quien facilita la repartición de plurinominales, no por la persuasión de un proyecto alternativo de gobierno, ni mucho menos por la formación de “comités ciudadanos” para la movilización y resguardo electoral.

En la misma encuesta, la intención de voto por partido se encuentra en un empate estadístico entre el PAN (26 %), PRI (24 %) y Morena (23 %). La alternativa de la “esperanza” tiene en frente a un rival igual de competitivo en el terreno del voto de los insatisfechos, donde Acción Nacional ha logrado recuperar importantes gubernaturas al norte del país, situación que le ha permitido mantenerse también en segundo lugar de las preferencias de quienes permanecen satisfechos por la actuación del presidente Peña, y en primer lugar de las preferencias entre quienes reprueban el actual sexenio, al corte del 2 de Julio en aquél diario.

De mantenerse la tendencia, Morena no debería declararse aún la opción presidencial triunfante entre la población que atiende a las urnas a depositar un voto de castigo. De igual forma, incrementará su apoyo en la cámara baja, pero sin ejercer la mayoría. Y más importante aún, en centros urbanos acopiará importantes votos la figura del jerarca tabasqueño, no así en los municipios, distritos locales y federales. Ahí sus estructuras obedecen a la división.

Twitter: @GabrielConV

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