Las Piezas del Ajedrez: ¡Estoy harto de…!

EFRAÍN ESPARZA MONTALVO

La inseguridad.

La injusticia.

La impunidad.

La desfachatez y corrupción de la clase política.

Las mentiras de Alejandro Tello Cristerna.

Los insultos de Cristina Rodríguez Pacheco, a los jóvenes estudiantes zacatecanos.

Las burlas de Jorge Miranda Castro, que supone que los ciudadanos somos idiotas.

Las promesas incumplidas de Paula Rey Ortiz Medina, sobre las investigaciones por corrupción en contra de su ex jefe Miguel Alonso Reyes.

Las boberías del bachiller Carlos Puente Salas cuando afirma que su partido, el Verde, está trabajando por la salud de los mexicanos. ¡Mentiroso!

La insensatez del general Froylán Carlos Cruz, que no entiende que en Zacatecas es persona non grata.

Las torpezas de Víctor Rentería López, que no atina a resolver el problema de desabasto de agua en Zacatecas, y que tiene con sed a decenas de miles de ciudadanos.

La pachorruda acción de Miguel Rivera Villa, para contener la ola de abusos de los operadores del transporte público en todas sus modalidades.

Los discursos mareadores de Judit Guerrero López sobre la “ciudad educadora”, pero que no remedian la grave situación de inseguridad y de falta de empleo que padece el municipio de la capital

Los sueños guajiros de un tal Raymundo Moreno (traidor panista convertido a priista), que se siente en  los cuernos de la luna. ¡Pobre infeliz!

La prensa vendida que con la derecha pega y con la izquierda cobra su chayo.

Los reporteros deshonestos que en sus respectivos medios publican información que compromete al poder público, pero que negocian con éste canonjías y beneficios.

Los diputados locales que se llenan los bolsillos de dinero de los ciudadanos a cambio de estupideces que vomitan en la tribuna de la sede legislativa.

Los diputados y senadores por Zacatecas que son una bola de inútiles insensibles que nada hacen por cambiar el statu quo.

Los policías coludidos con la mafia.

Los “funcionarios” de todos los niveles de gobierno que sólo buscan el beneficio personal sin importarles su patrón el pueblo.

Los clérigos alineados con el poder para mantener sus privilegios, alejándose de su tarea pastoral.

Los empresarios que pagan salarios miserables a los hambrientos trabajadores.

Los ciudadanos indiferentes a lo que ocurre a su alrededor.

Los partidos políticos que están infestados de mafiosos ladrones.

Los comerciantes que les vale madre su actividad, desincentivando la economía y obligando a los posibles compradores a emigrar a otros estados como Aguascalientes y Jalisco.

Los maestros universitarios que lejos de promover la justicia, la transparencia y la honestidad en su cátedra, enseñan a sus alumnos a corromperse con acciones que ellos mismos practican.

La falsedad de quienes integran el gobierno estatal que todos los días se burlan de los ciudadanos, comenzando por el gobernador que alguna vez prometió que si no cumplía, se iba. Aunque pensándolo bien no debió siquiera llegar pues un plagiador de textos es un delincuente que no tiene calidad moral para mirar a los ojos de sus semejantes.

En fin.

Hacía mucho tiempo que no experimentaba tal decepción por lo que acontece a mí alrededor,  y seguramente usted, amable lector, comparte por lo menos una de tantas desilusiones.

La lista de cosas enumeradas también es mi responsabilidad porque me he callado cuando no debía; porque no he hecho lo correcto cuando era necesario; o porque simple y sencillamente fui omiso al actuar.

Sea como fuere, deseo de corazón que algún día las cosas cambien para bien.

Cuando nació mi hija Andrea prometí que haría todo lo posible por construirle un mundo lleno de felicidad y dicha, en el que ella pudiera lograrse como mujer, como profesional, y como ciudadana responsable; 23 años después constato que aunque nunca he callado nada, y me he enfrentado con los poderosos por mis escritos todo este tiempo, aún falta mucho por hacer, mucho más quizás que cuando ella vino al mundo.

Pero es por ella, y por mi hijo Pedro, mi lucha, aunque sea aislada y “ausente de razón.” Algún día ellos dirán, y con orgullo, que su padre fue honesto y que nunca vendió su dignidad aún en tiempos de crisis, como los actuales.

¡Vivan la libertad, la honestidad y la transparencia!

Hasta la próxima.

El autor es analista.

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