Inseguridad: los sesgos oficiales

GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ

Frente al alza generalizada de los homicidios dolosos al inicio de la administración del contador Tello, el discurso oficial ha endurecido su postura en contra de “los valores familiares”. Es cuestión de semanas para que los indicadores de decesos por violencia relacionada con los grupos de la delincuencia alcancen la cifra de 500 fallecimientos en menos de un año del gobierno recién estrenado, y sin embargo el enemigo público, según el enfoque gubernamental, se ubica en el seno familiar.

Claro, la función de la familia como lazo vinculante entre el sujeto y la sociedad, siendo el hogar el espacio donde se aprenden las conductas que permitirán después al individuo relacionarse en distintos ámbitos, es indudable e incuestionable; pero asimilar la crisis de valores como elemento potenciador de la violencia de las bandas delictivas no sólo representa una hipótesis sesgada para explicar el incremento de los asesinatos en los últimos 8 meses, sino que además insensibiliza al gobierno de la incertidumbre y zozobra en que viven sus gobernados.

A ello hay que sumar que Zacatecas es un reservorio propicio para la transformación del tejido social siendo una de las entidades en donde la migración permitió la proliferación de familias con prácticas y valores culturales que no se conocían anteriormente. Esta modificación obedeció, en su parte medular, a que la población encontró en los Estados Unidos las oportunidades que en México no existían para generar ingresos económicos suficientes.

La necesidad de migrar diferenció a las familiares de los esquemas convencionales y tradicionales debido a un modelo económico que a la fecha no permite esa redistribución igualitaria del ingreso, lo que estimula el crecimiento de los segmentos pobres de la población en menos tiempo.

Un fenómeno complejo similar ocurre actualmente en Zacatecas. La intensificación en el trasiego de drogas para su consumo global ha incrementado el nivel de penetración y afianzamiento de la delincuencia organizada en ese tejido social no convencional, donde el abandono y la falta de un estado de derecho en algunas regiones de la entidad dieron el caldo de cultivo perfecto para que el narcotráfico se convirtiera en la actividad alternativa generadora de ingresos, estatus y poder.

Cuando decimos que la violencia ocasionada por el enfrentamiento entre bandas criminales es un fenómeno “complejo” y “multifactorial” precisamente nos referimos a esa construcción histórica de las condiciones para el establecimiento de un poder no constitucional que desafía hoy a la soberanía del Estado. No se trata de señalar un solo elemento (la crisis de valores) de todo el conjunto para intentar generar consciencia de algo mucho más sofisticado.

Sin embargo, el discurso oficial en la última semana insistió en responsabilizar a las familias de incubar delincuentes, cuando al inicio y al final de la misma semana el contador Tello firmó dos convenios -uno con los 58 presidentes municipales y el Gobierno Federal, y otro con el gobierno de Aguascalientes- que tienen como finalidad construir programas estratégicos de seguridad que permitan contener y combatir frontalmente a la delincuencia organizada. Por un lado, confirman que es necesaria una mayor destreza operativa en el uso de la fuerza, que hasta ahora no se ha dado ¿y al mismo tiempo intentan convencer a la sociedad –culpándola- de que el incremento de los homicidios en lo que va del quinquenio es por la pérdida de valores?

Definitivamente en la actual administración no encuentran la forma de comunicar, ni los tiempos para comunicar, un fenómeno tan complicado. Es cierto, la sociedad es responsable de la crisis de valores, como ya se explicaba, al entrar en crisis un modelo económico que supuestamente debería haber ofrecido a esas mismas familias estabilidad, seguridad e ingresos.

El desgaste de valores y el crecimiento de un modelo económico excluyente son fenómenos de mediano y largo alcance, por lo tanto, las políticas de prevención que tienen como objetivo la sensibilización social igualmente traerán resultados a largo plazo, pero ¿qué hacer hoy frente al incremento de homicidios en apenas ocho meses? ¿Cómo se explica esa alza delictiva?

El gobierno está obligado a ofrecer las respuestas en lo inmediato. Subsiste un clima de incertidumbre en la sociedad que a quienes fortalece únicamente es a las estructuras delictivas al proyectar efectividad por encima de la autoridad. Una vez que los índices de criminalidad reflejen menores incidencias entonces el discurso de la prevención tendrá el contexto favorable para que la sociedad lo adopte y lo asuma, no antes.

Por cierto, exigir la defección del mando de Seguridad Pública tampoco alcanza a explicar en su justa dimensión el fenómeno al que nos enfrentamos, sin embargo, su permanencia es ficticia puesto que carece de consenso en su función. Y no, los valores familiares no limitan por sí mismos a una sociedad de consumo que aspira a la cultura del narcotráfico como forma de vida; invertir en mejor educación ayuda.

Twitter: @GabrielConV

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