El juego sucio de la señora Tello

RAÚL SILVA 

La hipocresía, en su justa dimensión, es una felonía. Dirigir los esfuerzos de una institución encargada de velar por los más desamparados y al mismo tiempo juzgarlos es una práctica moralmente incorrecta. Eso es hipocresía.

Pregonar las buenas costumbres y la moral, como lo hace la presidenta honorífica del Sistema Estatal DIF de Zacatecas, Cristina Rodríguez Pacheco, le da facultades para juzgar, criticar y denostar; pareciera que le gusta el juego sucio.

Por un lado, es la protectora y bienhechora y por otro es la enemiga oculta de los zacatecanos. Los discursos de la esposa del gobernador Alejandro Tello Cristerna suelen tener esa carga característica de clasismo, religiosidad y discriminación.

Durante la realización de la Feria DIFerente en Tabasco, organizada por el Sistema Estatal DIF, Cristina Rodríguez hizo una lamentable comparación de jóvenes de telesecundaria, que participaron en una tabla artística, con “sicarios”.

A decir de la presidenta, hubiera preferido ver a los estudiantes con indumentarias mexicanas típicas o de ingenieros — ¿Cómo se visten los ingenieros?–, más no de militares porque parecían sicarios, y por ende no pueden ser ejemplo a seguir.

Estamos en un país libre, pero no podemos permitir que se naturalice la discriminación en una época donde la apariencia cobra importancia y se propicia la agresión física y verbal.

Las declaraciones no pararon ahí, también señaló que las jóvenes, por su forma de vestir, provocan que les falten al respeto, poco faltó decir que merecen ser agredidas, ultrajadas y asesinadas.

Con sus discursos, fuera de lugar, la presidenta honorífica legitima el machismo y la violencia de género en un estado donde se han disparado los feminicidios en el último año.

Nadie tiene el derecho de juzgar a nadie por su aspecto o vestimenta, y usar determinada indumentaria no te hace un sicario, narcotraficante o asesino, como tampoco hace que una mujer sea prostituta, ramera o “facilita”. Ante todo, respeto.

La supervisora de la Zona Escolar 27, ubicada en Tabasco, Evalia Núñez Llamas, exigió a Cristina Rodríguez una disculpa pública hacia los alumnos de la Telesecundaria Suave Patria, de la comunidad de Ciénega de Abajo, a quienes discriminó.

“Estoy segura que no lo hará, porque es obvio que cuando las personas llegan al poder se sienten tocados por un poder supremo que les permite menospreciar y humillar a las personas de condición humilde”, indicó en una misiva que posteó la supervisora en su perfil de red social.

La labor social que realiza Cristina Rodríguez, al frente del DIF estatal, ha quedado en entredicho, cuando antepone enjuiciar y criticar, en lugar de proveer y apoyar.

No es una campaña de odio contra nadie, como muchos seguidores del PRI y del gobernador lo han señalado, sino de exigir a la presidenta del DIF que se dirija con respeto y piense dos veces sus argumentos antes de externarlos.

Antes que esposa del gobernador es servidora pública aunque sea «honorífica», y por tanto debe existir un equilibrio entre ambos papeles que desempeña en la entidad para no cometer errores.

Vivimos en un mundo plagado de violencia, y lo menos que necesitan los zacatecanos es un trato de cuarta o quinta categoría, cuando los altos funcionarios se deben a las clases más indefensas.

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