Huertos de traspatio, opción para superar miseria y abandono en el semidesierto de Zacatecas

El Salvador, Zac.- María Luisa Duarte García ha enfrentado con estoicismo la pobreza ancestral de esta región semidesértica durante sus más de 60 años, pero vida y hogar le cambiaron cuando recibió y empezó a trabajar un huerto de traspatio.

Ella, como otras familias de éste y otros municipios de la región, fueron beneficiadas por la administración estatal que, por medio de la Secretaría del Campo (Secampo) y el Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA-FAO), las dotó de equipamiento, semillas, abonos y técnicas para producir hortalizas.
Esto ha permitido a María Luisa entender que la miseria no es un destino fatal que deba padecer de por vida, sino que en coordinación con las autoridades se pueden encontrar mecanismos que les permitan vivir diferente.
«Es difícil vivir aquí, pero aquí nacimos y aquí nos quedamos. Lo peor es estar en el abandono, pero ya no lo estamos, gracias a Dios», afirma sonriente, aunque reconoce que mucha gente ha buscado mejores oportunidades en otros sitios.
Ciertamente, El Salvador requiere apoyos porque, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y la Encuesta Intercensal del INEGI 2015, este municipio, con dos mil 455 habitantes, se encuentra entre los 14 menos poblados del país.
Así está la mayoría de las localidades del semidesierto, donde la dispersión geográfica de comunidades escasamente pobladas dificulta su atención e integración a los programas sociales gubernamentales.
La población de Tanque Nuevo es la más grande e importante de la demarcación y apenas llega a 900 personas, refiere Alma Lucía Leos Perales, de la Coordinación Regional de la Secretaría del Campo (Secampo).
Horizonte esperanzador
 
No obstante, la dotación de huertos de traspatio y de paquetes avícolas permite que las familias produzcan sus propios alimentos y además tengan excedentes para vender, lo cual eleva la calidad de vida y mejora su economía.
Los ingresos del 70 por ciento de los habitantes de la comunidad son inferiores a cuatro mil 200 pesos mensuales.
Según el conteo del INEGI de 2015, entre 30 y 60 por ciento de los adultos sufre limitaciones alimentarias, y a niños y adolescentes no les va mejor, pero María Luisa y otras mujeres ahora vislumbran un horizonte con mayores esperanzas.
Relata la señora Duarte García que su vida y la de su familia mejoró cuando le entregaron equipamiento y semillas.
También llegaron técnicos y ayuda para instalar un microtúnel, mejorar la calidad de la tierra, cultivarla correctamente y hacerla producir con alto rendimiento. Más tarde le enseñaron técnicas de conservación de alimentos, y como las cosechas crecieron, hasta hubo excedentes para venderlas entre los vecinos.
En Tanque Nuevo prácticamente no hay comercio formal, así que los huertos familiares son indispensables para el alivio nutricional alcanzado por la población.
«Y voy por más»
María Luisa, piel curtida por el ardiente sol, el frío y el polvo que flota en el viento, muestra su decisión y entereza cuando, con zanahorias y acelgas en la mano, proclama: «Y voy por más».
«Alma Lucía (coordinadora Regional de la Secampo) nos habló de un programa de cultivo de hierbas medicinales. Si nos lo traen, seguro que lo aprovecharemos.
«Ahora comemos mejor, y si cultivamos hierbas medicinales, en Tanque Nuevo todos podremos tener más ingresos», dice confiada.
En El Salvador la Secampo asiste a otras cinco familias, encabezadas por María Guadalupe Torres Ochoa, María de Jesús Ochoa Espinoza, Alicia Duarte García, Victoriano Ochoa y Consuelo Gaytán Carrillo.
María Luisa está casada con Claro Castillo Herrera, con quien procreó seis hijos. Cuatro están casados, y hay una soltera; todos viven fuera del municipio, excepto Miguel Ángel, quien sigue con sus padres.
Su marido se dedica a cuidar su ganado, 30 vacas y 30 yeguas. Espera que la Secampo abra un programa de concurrencia para ponerle cerco perimetral a su propiedad y poder ampliar sus actividades pecuarias, ahora restringidas porque no está delimitado su potrero.
Vidas apegadas a la tierra
 
Victoriano Ochoa y María Elena Martínez es otro matrimonio, una pareja de ancianos también arraigada a Tanque Nuevo, que mantiene un próspero huerto.
Expresan agradecimiento al gobierno del estado porque la producción de hortalizas les ha cambiado la vida, pero aún sufren carencias, las que atenuarían si se les proporciona otro microhuerto y cintilla de riego y más semillas para incrementar la producción.
Esos cultivos incluyen tomate, tomatillo, repollo, cebolla, ajo, alfalfa, acelgas, calabacitas, cilantro, variedades de chiles, nopal y zanahorias, principalmente, y algunos agregan árboles frutales.
LNY/Redaccón
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