Prioridad legitimar servicio civil de carrera

NORMA JULIETA DEL RÍO VENEGAS

El servicio profesional de carrera se ha ido transformando para que cuente con recursos humanos preparados y competentes que respondan a las necesidades del gobierno y, desde luego, a la ciudadanía.

Hace tiempo la Secretaria de la Función Publica Federal urgió a la promoción de estudios legales y técnicos para modificar las disposiciones jurídicas en la materia, para que faciliten la transformación de los recursos humanos hacia un sistema de profesionalización eficaz y eficiente.

Debemos recordar que el servicio civil de carrera es el mecanismo de escalafón o promoción laboral de los servidores públicos en cualquier orden de Gobierno, que tiene la  meta de que los funcionarios públicos puedan desarrollarse, independientemente de su ideología partidista, cultural, religiosa, entre otras, dentro de los espacios burocráticos.

En ocasiones, que desgraciadamente no son pocas, esa capacidad y madurez, entre otros valores que deberían abonar al servicio civil de carrera del servidor público, se ven en segundos truncados sin explicación alguna.

El servidor público tiene la obligación de actuar al margen de sus preferencias e ideologías, para hacerlo de manera institucional, pues por naturaleza se debe en gran parte a la pertenencia social.

Así, después de haber asumido este invaluable compromiso institucional, para un servidor público resulta difícil que al término de un empleo, cargo o comisión, se le encuadre o relacione con determinado jefe, directo o indirecto, ya que se confunde con su buen desempeño.

Consintiendo tal anarquía, se puede traducir en una discriminación laboral que podría sufrir el servidor público, ya que al momento de ser «etiquetado», esa clasificación puede ir a los extremos de excluir bajo esa distinción o diferenciación en favor o en contra de una persona en comparación con otras.

En los últimos tiempos, estas circunstancias han sido objeto de atención y estudio por parte de diversos sectores, tanto en el ámbito académico como en el gubernamental, pues en la era moderna existe una ciudadanía mayor informada y, por ende, más exigente de ser atendida con eficiencia y eficacia, que requiere resultados profesionales y honestos.

Hoy, la sociedad no está dispuesta a esperar que se dé el aprendizaje en los servidores públicos para que sus demandas sean atendidas, pues la permanencia de gente calificada garantiza continuidad en planes y programas, propiciando la generación y aprovechamiento de experiencias que se traducen en la consecución de metas y objetivos a plazos más cortos y con menores recursos.
Así, en la medida en que el hombre transita por los diferentes campos de su vida, va adquiriendo madurez y experiencia y comienza a percibir su propio dominio en donde su autonomía constituye uno de sus valores máximos, lo que lo obliga, en la mayoría de las veces, a conducirse y actuar con ética.

El servicio civil de carrera, aunado a cumplir en el tiempo que se labora con preparación constante, siempre será la mejor carta de presentación ante la llegada de un nuevo superior, pues así como el servidor público actúo en su anterior tarea, se tiene la certeza de que seguirá siendo un buen elemento contando con los principales valores: Ética e institucionalidad. Y el tan proclamado servicio civil de carrera seguirá avanzando y legitimándose.

Es equivocado el pensamiento de que la lealtad «debe» ser solo de manera ascendente, aquí tiene que existir la reciprocidad, por lo tanto, esta también debe de ser de manera descendente.

No es posible que por unos cuantos se detenga el avance y prolifere la burocracia, que los mejores técnicos sean desplazados para que lleguen los menos capaces y ágiles para resolver. Lo ideal sería aplicar algunos de los 14 principios generales dictados por Henry Fayol, padre de la Administración: La división del trabajo; la unidad de mando, donde cada empleado debe recibir órdenes de un solo superior; subordinación de los intereses individuales a los generales, que deben estar por encima de los individuales, entre otros.

Apostemos entonces al seguimiento a la transformación del servicio profesional de carrera, para que la Administración Pública en sus ámbitos Federal, Estatal y Municipal cuente con recursos humanos preparados y competentes, que respondan a las necesidades del gobierno y, desde luego de la ciudadanía.

Se avecinan tiempos de relevos en nuestra entidad, estamos ya en un proceso electoral que inicio legalmente desde el mes de septiembre del año pasado, lo ideal será que los servidores públicos eficientes y eficaces no sean lastimados ni mucho menos hostigados en busca de esos lugares para compromisos y posiciones políticas, la verdad son pilares en el desarrollo y continuidad de políticas públicas con resultados para la ciudadanía. Los que no tengan resultados y estén por estar, sin cuestionamientos saldrán, pero los mejores deben de seguir y ser sometidos a evaluaciones profesionales. Al tiempo.

* Comisionada de la CEAIP

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