El Chapo, la narco/política y el gobernador que requiere Zacatecas

* El compromiso de elegir un gobernador con visión de Estado: ¿Será posible?

* El papel de las Fuerzas Armadas para garantizar estabilidad y gobernabilidad de la Nación

* El cártel de Sinaloa y las mafias en la historia negra del crimen en Zacatecas

MANUEL IBARRA SANTOS

La reaprehensión del jefe del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera a comienzos de este año eminentemente político, en un acto de fascinante espectacularidad histriónica, ha creado en el imaginario colectivo una especie de elixir tranquilizador ante la desconfianza ciudadana frente a las  instituciones públicas <la “chapo/terapia”, se le podría llamar>, que ha relanzado la legitimidad del régimen federal, pero que a los procesos  electorales los marca con el suspicaz sello de la influencia de la cultura de la narco/democracia. Por este hecho, por lo pronto, las fuerzas armadas se erigen, como siempre, en factor de seguridad ciudadana y de gobernabilidad de la nación.

Efectivamente, la recaptura de “El Chapo”, luego de su evasión de película hace seis meses, de un penal de “máxima seguridad», es un triunfo inequívoco de las agencias del Estado Mexicano en contra de la impunidad. Nadie sensatamente puede negar dicha realidad. Pero después de tal acción, el gobierno de la república está obligado a profundizar las tareas de disolución de las bases de la corrupción oficial en que han nacido, crecido y actuado las mafias del crimen.

La autoridad competente tendrá ahora que dar el paso definitivo para desmantelar las estructuras financieras del narcotráfico, que luego se cruzan con las coordenadas del blanqueo público del dinero mal habido en manos de políticos corruptos, que se constituye en una fuente extraordinaria que controla y pervierte los espacios de la democracia mexicana y que obstaculiza las acciones para combatir la pobreza y la marginación social.

Especialistas en materia de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)  han documentado que en México el 78 por ciento de sus sectores económicos están infiltrados por el narcotráfico y al menos el 50 por ciento del total de los municipios en el país están controlados por las   mafias del crimen organizado, lo cual es negativo para el  presente y futuro de la democracia.

Por eso es importante profundizar el combate a la impunidad y la corrupción, para evitar que la reaprehensión del “Chapo” no quede sólo en una simple acción de reciclaje de los liderazgos de la mafia del narcotráfico, como sucedió hace 31 años con la detención judicial de Rafael Caro Quintero, el otrora también poderoso líder del cártel de Sinaloa, quien por cierto dejó en los años ochenta una huella imborrable en la historia del crimen  organizado en Zacatecas, al convertir amplias extensiones del territorio de nuestro Estado en monumental emporio exitoso de trasiego y en vergel productor de droga.

En este año de excepcionales retos políticos, el Estado Mexicano tendrá que dejar de manera clara y lanzar el mensaje contundente de que no permitirá que  las mafias del crimen controlen los procesos políticos que compete decidir exclusivamente a los ciudadanos y que se actuará con determinación para blindar las elecciones de la influencia del narcotráfico.

En el caso de Zacatecas, los ciudadanos todos tendrán la oportunidad este año de elegir, con la emisión en las urnas de un voto consciente, a un gobernador con altura de miras y con visión  democrática de Estado, con propuesta, con trayectoria, con oficio, comprometido con la justicia y el desarrollo, que es lo que requiere la entidad. ¿Qué no es lo menos que merece la entidad? ¿Será posible esto? Corresponderá ahora a los Partidos seleccionar a los mejores hombres y mujeres, para superar la  tentación de quienes por complicidad e intereses de grupo,  buscan inducir candidatos mediocres, deshonestos y frívolos, que jamás han servido a la sociedad.

Las fuerzas armadas, factor de estabilidad y gobernabilidad del país

El golpe espectacular asestado con la reaprehensión del “Chapo” Guzmán, por la eficacia en la actuación de grupos de elite de La Marina, fortalece la percepción ciudadana de que las Fuerzas Armadas son hoy, como siempre, el factor garante de la seguridad ciudadana y de la gobernabilidad del país.

Tal vez por eso cobra relevancia, la llegada reciente a Zacatecas de un nuevo y numeroso contingente de elementos integrantes de corporaciones de seguridad pública nacional (-entre los que se encuentran oficiales del Ejército, Marina y Policía Federal-), quienes realizarán acciones de protección a favor de la ciudadanía, antes, durante y después de las elecciones de junio próximo. Fresnillo es un enclave que recibirá atención especial.

Con el reforzamiento de las labores de seguridad en el Estado de Zacatecas, la lectura pública es obvia: no se tolerará que las mafias del crimen y sus recursos financieros, secuestren el proceso electoral del presente año. Esto indica, por otro lado, que prevalecerán las prioridades políticas de la federación.

Las mafias y cárteles de Sinaloa en la historia criminal de Zacatecas

En la historia negra del crimen organizado en el Estado, en el seguimiento de sus etapas doradas, el cártel de Sinaloa ha tenido un papel protagónico en la vida delictiva de Zacatecas. La primera se registra en la década de los ochenta, época en que Rafael Caro Quintero y sus huestes sentaron sus  reales en la entidad y transformaron amplias regiones de la geografía zacatecana en fértiles espacios productores de droga. En esa ocasión, Fresnillo y Villa de Cos, fueron centros estratégicos de operación. La segunda fase, altamente sanguinaria y de confrontación con los “Z”, la representa el periodo de liderazgo que ha encabezado Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

La primera fase dorada del narcotráfico en la entidad data de la década de los cuarenta, periodo en que Tlachichila (Nochistlán) se convirtió en privilegiado lugar productor de amapola que, con diferentes usos, era enviada por los ejércitos norteamericanos a los frentes de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Una etapa más se ubica en la década de los noventa, cuando Zacatecas fue centro estratégico operativo aéreo para el tráfico de droga, ocasión cuando en el aeropuerto de la minera San Martín, Sombrerete, fue asegurado el mayor cargamento internacional de cocaína.

Estos acontecimientos y otros más, revelan que Zacatecas es una entidad que ocupa un lugar especial en el mapa estratégico del trasiego y producción de droga. Pero más ella de eso, lo que se debe impedir es que la política y la democracia  queden secuestrados por la acción del crimen organizado.

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