¿Sindicalismo en ruinas?

* La caída de las tasas de sindicalización es proporcional al derrumbe del empleo

*La demanda por un nuevo de sindicalismo, más democrático y menos corrupto

* La intensa presencia de los gremios del sector educativo en Zacatecas

MANUEL IBARRA SANTOS

Los sindicatos han tenido en las últimas semanas una inusitada reactivación y una presencia  extraordinaria en la vida política de Zacatecas, luego de una etapa de casi tres décadas caracterizadas por la caída estrepitosa en más de un 50 por ciento de la tasa de sindicalización nacional, producto de las reformas radicales de apertura económica de corte neoliberal.

El protagonismo de los sindicatos ha sido intenso en los más recientes días, en especial de aquellos que aglutinan a segmentos de trabajadores  de distintos niveles del sistema educativo zacatecano. El Instituto Zacatecano de Educación para Adultos (IZEA), convulsionado desde hace más de 20 días, es una demostración de ello. Alguien deberá poner la dosis de sensibilidad en esta dependencia caracterizada, siempre, por su tradición de nobleza, para resolver de fondo sus conflictos.

La agenda mediática y política del Estado de Zacatecas se ha saturado por las noticias derivadas de las movilizaciones de distintas organizaciones sindicales en su lucha por reivindicaciones diversas. Ahí están como ejemplo los casos de las manifestaciones de los académicos de la Máxima Casa de Estudios, las expresiones de inconformidad de los trabajadores del IZEA y/o bien la demanda de ser escuchados por un segmento de empleados de la administración pública central, frente a la reforma de la Ley del Issstezac.

Aunque cada uno de los casos representa retos y desafíos diferentes, el fenómeno abre la posibilidad para revisar la circunstancia sobre cómo se encuentran  los sindicatos en México y Zacatecas.

A comienzos de la década de los ochenta del pasado siglo, la tasa de sindicalización en México de trabajadores en relación con la Población Económica Activa (PEA) era superior al 24 por ciento. Ahora a inicios del  2015, ese indicador es inferior al 10%, lo que revela la drástica caída de la influencia de los sindicatos en la vida política, económica y social del país.

Las naciones integrantes de la Unión Europea registran en promedio una tasa de sindicalización superior al 22%, aunque hay países como Dinamarca, Finlandia u Holanda, con una cifra mayor al 60%; en Estados Unidos de Norteamérica, es del 13 por ciento.

Para estudiosos del tema, los sindicatos en México se encuentran en ruinas, reducidos a escombros, con poca posibilidad de ser un espacio de defensa de los derechos de los trabajadores. Tampoco se constituyen en pilar del crecimiento económico.

Estados con mayor número de trabajadores sindicalizados:

En la República, las entidades con mayor número de sindicalizados en el sector privado son el Distrito Federal (con un millón 371 mil trabajadores), Nuevo León (99 mil 551), Estado de México (112,591), Veracruz 82, 050) y Jalisco (62,468); al contrario,  los Estados con menor tasa de sindicalización son Quintana Roo, Colima, Baja California Sur, Nayarit y Zacatecas.

Existen los teóricos que explican que la caída de los indicadores de sindicalización, está vinculada al derrumbe de la capacidad de creación de empleos dignos para la población.

Sociedad y economía sin sindicatos: ¿Una alternativa?

Prevalece en el actual entorno socio/económico nacional la concepción dominante de la existencia de un modelo de sindicato autoritario, antidemocrático y corrupto que ha estigmatizado a esta institución, al grado de crear una amplia tendencia cultural que navega en contra de esta organización que nace hace más de dos siglos, en pleno auge  de la Revolución Industrial del siglo XVIII.

La interrogante que se antoja al respecto es saber si conviene realmente promover una sociedad y una economía, en donde no existan los sindicatos como actores importantes de la vida productiva.

En su origen histórico, los sindicatos mantienen una serie de relevantes finalidades primigenias y entre ellas destacan las tareas de crear estabilidad y justicia en los ingresos para los trabajadores, regular la dinámica de la oferta y demanda de bienes, productos y servicios, defender el poder adquisitivo y garantizar la distribución equitativa de los beneficios del progreso económico.

Hay un reclamo histórico específico ante la presencia de gremios altamente desprestigiados: forjar un esquema renovado de sindicalismo, que supere los sistemas arcaicos, altamente corruptos de representación, que no sirven a la clase trabajadora ni tampoco a la sociedad.

La sociedad requiere de sindicatos con una nueva visión de servicio, que defiendan con vocación y entrega a los trabajadores, pero que sean también pilar de la democracia y del crecimiento económico.

Por lo demás, en hora buena por la movilización de los sindicatos que han puesto en el centro de su  lucha la reivindicación de los derechos de los trabajadores.

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