Duelo Nacional por el asesinato de Marisela Escobedo Ortiz

El asesinato de Marisela Escobedo Ortiz, nos llama a un duelo nacional, no sólo por la persona sino por lo que ella simboliza.
Marisela reclamó justicia para su hija Rubí Marisol con la re-aprehensión de su asesino, dos años insistió en ello, hasta la noche del jueves 16 de diciembre cuando su asesino le disparó directo a la cabeza.
El asesinato de Marisela es duelo nacional, porque con su muerte se agrede a un país que reclama justicia, a una ciudadanía que quiere vivir en paz y que rechaza la guerra bajo cualquier pretexto, a millones de mujeres que exigen todos los días vivir libres de violencia.
No es casual, nada es casual, ni el asesinato de Marisela ni el de Rubí, ni el de miles de mujeres en nuestro país. Todo es producto de la negligencia, la burocracia, la indiferencia y la tolerancia de autoridades federales, estatales y municipales ante la violencia feminicida.
El asesinato de Marisela involucra a todos los poderes de la nación y les recuerda su deber para con la población mexicana.
Escobedo Ortiz fue asesinada frente a Palacio de Gobierno, después de insistir en justicia para Rubí, justicia para las mujeres que son asesinadas por sus parejas sentimentales sin que se castigue al asesino.
La falta de acción de las autoridades para protegerla tras las amenazas de muerte, permitieron que estas se cumplieran, ni más ni menos que frente a la instancia máxima del estado de Chihuahua.
El asesinato de Marisela Escobedo, es luto nacional, porque se da en el marco del aniversario de la sentencia de “Campo Algodonero”, sin que esta se cumpla.
El asesinato de Marisela Escobedo es luto nacional porque ocurre en el marco del régimen federal más sangriento para la ciudadanía, sin que los criminales pisen la cárcel como marca la ley.
El asesinato de Marisela Escobedo Ortiz es duelo nacional porque en México se vive uno de los peores momentos para las defensoras de derechos humanos.
Por todo esto, el asesinato de Marisela no es casualidad, es el resultado de dejar pasar de todas las autoridades, porque en esto nadie se salva todas tienen responsabilidad de su muerte.
El homicida de Marisela tenía claro un disparo a quemarropa en la cabeza, el lugar privilegiado del ser humano para la construcción de ideas y pensamientos, el lugar desde el cual Marisela procesó todos los argumentos para rebatir tecnicismos legales que permitieron la libertad del asesino de su hija y volverse, como muchas madres, en expertas litigantes.
En este duelo nacional no se valen los silencios, porque esos silencios construyeron el camino para el asesinato de Marisela, lo que hace falta es la voz para seguir clamando justicia.
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